El próximo 12 de octubre se conmemoran 529 años del evento denominado “descubrimiento de América”, en el que el navegante genovés Cristóbal Colón llegó al continente. Algunos de los antecedentes de este hecho son que se buscaba desarrollar la navegación, se tenía la necesidad de encontrar otra ruta comercial hacia la India, además del interés por lograr una expansión territorial y religiosa con fines comerciales y económicos, entre otras.
Estas fueron las razones que hicieron que España se adentrara en el océano, a través de rutas inexploradas, con el fin de obtener grandes ganancias.
Colón partió de España con tres barcos y una tripulación de cerca de un centenar de hombres. El viaje se realizó con la inversión económica de Isabel de Castilla, algunos integrantes de la nobleza, comerciantes y magnates de la época.
El 12 de octubre de 1492, Colón llegó a lo que hoy conocemos como América, al encontrarse con las Antillas, y desembarcar en la isla de Guanahaní, misma que él bautizó con el nombre de San Salvador. Posteriormente, arribó a los actuales territorios de Santo Domingo y Cuba.
Este hecho, regularmente, es conocido como el “descubrimiento de América”, pues así se ha enseñado en las escuelas de Hispanoamérica durante décadas. Incluso hacia el siglo XX la fecha comenzó a institucionalizarse convirtiéndose en un intento de reivindicación que enaltecía los valores nacionalistas y exponía una especie de orgullo centrado en el mestizaje, a la vez que suponía que el origen de la magnanimidad y civilidad nacional se encontraba en la raíz europea u occidental que daba cabida a ese mestizaje.
No obstante, el término “descubrimiento de América”, se ha cuestionado por múltiples investigadores e historiadores que encuentran en la denominación una grave problemática, pues reduce, simplifica o invisibiliza la complejidad de las relaciones sociales y de poder que surgieron con la venida de los españoles conquistadores. Al mismo tiempo, suprime la validez y la existencia de una historia, un territorio y una civilización previas a su llegada.
Miguel León-Portilla, investigador e historiador mexicano fallecido el 1 de octubre de 2019, es uno de ellos. Él señala en su texto Encuentro de dos mundos, presentado en 1992, que “los indígenas del continente que habían permanecido desconocidos para los europeos, sólo entran en escena cuando ocurre que ‘son descubiertos’, ‘son conquistados’, ‘son cristianizados’ y son ‘colonizados’”.
Además, en el mismo texto señala que “el desconocimiento y desdén de no pocos de los europeos respecto de las trayectorias culturales de los pueblos nativos del Nuevo Mundo se vio luego acompañado de su desinterés por la historia de las colonias que allí se implantaron y de las naciones que más tarde alcanzaron la independencia”.
También, menciona algunos posicionamientos encontrados en la historia universal, y en las posturas de algunos filósofos con respecto a los habitantes del “Nuevo Mundo”, en ellas se encuentran visiones que califican a los indígenas como “primitivos”, “casi animales” e “incapacitados”. Ante dichos argumentos, León-Portilla alerta sobre un sesgo en la forma en la que se construye el conocimiento sobre el continente americano, exceptuando a Estados Unidos, y sobre lo que se ha denominado el descubrimiento de América.
En La visión de los vencidos, de 1959, León-Portilla incluye una expresión que ofrece una perspectiva que invita a reflexionar en la forma en la que se explica ese momento de la historia. Se trata del término “encuentro de dos mundos”.
A través de este, el historiador mexicano pone de manifiesto que a raíz de la llegada de los españoles a lo que hoy nombramos América, se dio cabida a un proceso que tuvo como resultado “la fusión de pueblos y culturas”, así como “intercambios de todas clases”. Por medio de la idea del encuentro de dos mundos, se adopta una postura que toma en cuenta a todos los participantes de dicho proceso: tanto a los pobladores indígenas, como a los africanos llevados a esta tierra y a los conquistadores españoles.
Asimismo, León-Portilla puntualiza que otro sentido se halla en dicha expresión, pues “encuentro” también hace alusión o guarda relación con el “contra” y tiene como significado “choque”, “enfrentamiento” y “lucha”, lo cual hace referencia a la invasión, sometimiento, explotación y asesinato de indígenas, así como la resistencia de dichos pobladores.
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