Leyendas mexicanas: quién era la Mulata de Córdoba y cómo fue su temible desaparición

La joven era conocida por su belleza y sus habilidades medicinales con las plantas, sin embargo, ella no se esperaba el fatídico destino que se avecinaba

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La apresaron por brujería (Foto: Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa)
La apresaron por brujería (Foto: Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa)

A menos de un mes del día de Muertos, algo que vuelve a la memoria de los mexicanos son las leyendas. Algunas más sombrías que otras, estos relatos por más veces que se escuchen nunca dejan de dar escalofríos. Por ello, a continuación te decimos todo lo que debes saber sobre una bella joven apodada “La Mulata” que supuestamente vivió en Córdoba, Veracruz.

Todo comienza en el año 1618, en un pequeño lugar llamado Villa de la Córdoba de los Caballeros, donde una mujer vivía en uno de los montes más altos de esta ciudad.

Con una excepcional belleza -según narran las historias- ella se dedicaba a las plantas o todos aquellos remedios medicinales que aliviaran no sólo los dolores físicos de los habitantes de la región, sino aquellas pesadumbres del alma.

Pero, aunque su fama era grande y sus curaciones tenían un efecto sumamente benéfico para aquellos que la consultaban, su reputación y vida comenzaron a estar en peligro.

La fortaleza de san Juan Ulúa fue donde apresaron a la joven (Foto: Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa)
La fortaleza de san Juan Ulúa fue donde apresaron a la joven (Foto: Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa)

Las habladurías comenzaron de a poco, pero con el paso del tiempo se intensificaron. Así, los chismes de que hechizaba a los hombres con su apariencia física o las constantes dudas sobre la procedencia de sus poderes curativos, comenzó a volverse de lo que todos hablaban.

“La Mulata” nada podía hacer al respecto, pero continuaba con su vida lo más normal que le era posible. Hasta que de pronto, conoció a Don Martín de Ocaña, del cual no se sabe mucho de su físico, pero era el alcalde de Córdoba y se enamoró perdidamente de la joven.

Entre regalos ostentosos y cortejos fallidos, Ocaña insistió e insistió para que la curandera le hiciera un poco de caso, pero lo único que recibía a cambio era la constante negativa por parte de la joven.

El enojo y golpe al ego del alcalde fue tal que decidió vengarse cruelmente de “La Mulata”. Por tanto, aprovechó la confusión del pueblo y acusó a la “bruja” de obligarlo a beber algún menjurje para que perdiera la cordura.

Lo siguiente era de esperarse, pues rápidamente fue arrestada y llevada contra su voluntad a la cárcel de San Juan de Ulúa. Pero lo peor no terminaba ahí, ya que la condena era que fuera quemada viva en la plaza pública y con leña verde.

La Mulata escapó en un barco (Foto: Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa)
La Mulata escapó en un barco (Foto: Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa)

Los días transcurrieron y llegó la noche previa a que fuera la ejecución de la mujer. Por ello, “La Mulata” creyó pertinente hacer válido un último deseo. Le habló al guardia de seguridad y le hizo una sola petición: “¿Me prestaría un carbón?”.

Se desconoce si en aquel momento el encargado del lugar se rió, pero lo que sí aconteció es que decidió dárselo.

“La Mulata” se puso a trazar de inmediato un barco y así continuó toda la noche y parte del otro día sin descanso. Pero, cuando estaba a punto de llegar el atardecer, la joven miró fijamente al guardia y le dijo: “¿Qué le falta?”.

-Que navegue- respondió el vigilante sin chistar.

-Mira como navega- sentenció “La Mulata”.

Para asombro del guardia, el barco comenzó a moverse y casi al mismo tiempo, la joven saltó al barco de gis y se perdió entre las miles de olas y el horizonte que ella dibujó.

Ni el alcalde, ni el vigilante, ni nadie del pueblo volvieron a saber algo sobre “La Mulata”, pero si algo quedó claro desde entonces, es que una curandera sin poderes del más allá, nunca fue.

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