En julio de este año, el Gerente de Incidente para la Covid-19 de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Sylvain Aldighieri, informó que en México se han detectado 24 variantes del virus SARS-CoV-2 (el causante de la pandemia de COVID-19).
Las más comunes de las variantes siguen siendo la Alpha, la Gamma y la Delta. Sin embargo, para mediados de dicho mes ya había indicios de que la variante Gamma iba a empezar a tomar protagonismo entre las personas contagiadas en el país.
Por otro lado, una de las variantes que más preocupación provocan es la Delta. Según un comunicado de la OPS, esta cepa “es una advertencia de que el coronavirus se está haciendo más eficaz”, debido al incremento en la capacidad de contagio de esta variante.
A finales de ese mismo mes, 17 científicos y científicas de diferentes universidades e institutos de investigación en los Estados Unidos (EE.UU.) y la India publicaron un artículo llamado “Vacunas contra la COVID-19 desalientan la diversidad genómica del SARS-CoV-2: Pacientes sin vacunar exhiben más variación mutacional antigénica”.
Durante este estudio, las y los académicos hicieron un análisis longitudinal de 1.8 millones de genomas del virus SARS-CoV-2 (responsable de la pandemia por COVID-19) de 183 países o territorios para entender los patrones de evolución del virus en las personas vacunadas.
La conclusión del estudio es que, por diversas razones, la vacunación le corta las vías al virus pandémico para mutar y evolucionar en versiones más eficientes del mismo. Es decir, mientras más personas sean vacunadas, menor será la posibilidad de que surjan nuevas variantes que -como la variante Delta- podrían ser más peligrosas.
La manera en la que el virus muta es en la interacción que el mismo tiene con las células de la persona contagiada. Y es que la manera en que este tipo de organismos se reproduce es “invadiendo” las células sanas del cuerpo y dándole instrucciones para que reproduzcan al mismo virus. Estas instrucciones son proporcionadas del virus a la célula por ciertas cadenas de ADN. Una consecuencia de este intercambio de material genético es que el virus podría mutar, provocando o no cambios menores en su comportamiento.
De tal forma que, mientras más personas se contagien, mayor es la probabilidad de que se generen mutaciones en el virus. De tal forma que, debido a que la vacuna ayuda a que menos personas se infecten con el virus, también se reduce la posibilidad de que el SARS-CoV-2 evolucione en distintas variantes.
Sin embargo, el estudio aclara que esta no es la única ventaja de la vacuna. Según los resultados presentados en el artículo, las inmunización de las personas también cambia la manera en que los anticuerpos interactúan con el virus.
Cabe aclarar que la vacunación contra la COVID-19 no es una garantía de que las personas ya no serán infectadas con el virus. Sin embargo, este nunca fue el objetivo principal de las vacunas, sino reducir los efectos severos de la enfermedad para evitar hospitalizaciones y muerte.
El efecto de la vacuna en las personas es que permite a sus anticuerpos combatir de manera más eficiente al virus. Según el estudio publicado, esto también provoca que los virus tengan una menor probabilidad de mutar al entrar en contacto con las células de una persona. “Encontramos que la diversidad en el lineaje del SARS-CoV-2 se está reduciendo” en aquellos países que tienen altos niveles de vacunación.
Sin embargo, el reto está en la distribución desigual de las vacunas. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha impugnado la acaparación de vacunas por las naciones más ricas, mientras que aquellos países que históricamente han sido marginados, también quedan desprotegidos ante la pandemia.
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