El martes pasado Ecuador tuvo probablemente el motín carcelario más sanguinario de toda su historia. Un dantesco escenario, propio de un campo de batalla, se observaba en imágenes que circularon por redes sociales y que reflejarían lo sanguinario del enfrentamiento entre miembros de bandas rivales en el Centro de Privación de Libertad Número 1, ubicado en la ciudad costera de Guayaquil, en el suroeste del país. La cifra de fallecidos ascendió a por lo menos 116.
La prensa ecuatoriana achacó el violento motín a una disputa entre dos bandas locales, identificadas como “los choneros” y “los lobos”, las cuales estarían afiliadas a dos cárteles mexicanos con capacidad transnacional: el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Mario Pazmiño, exdirector de inteligencia militar en Ecuador, declaró que estos hechos evidenciaron que “el crimen organizado transnacional ha permeado la estructura del estado”, cuya gobernabilidad ha sido “trastocada por la injerencia de carteles internacionales como Sinaloa y Jalisco Nueva Generación”.
“Quieren sembrar el miedo”, aseguró a la agencia AP, y añadió que “mientras más radical y violenta es la forma de asesinar”, más logran su objetivo de control entre bandas.
Según Pazmiño, los hechos ocurridos en Ecuador se deben a la pelea por el “control territorial” dentro y fuera de las cárceles y para dominar las actividades de narcotráfico y microtráfico.
De acuerdo con funcionarios de Seguridad, los sinaloenses llevan más de una década en el país sudamericano, pero en los últimos años ha incursionado otra organización con el mismo poderío: los dirigidos por Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, fundador del CJNG.
“Tenemos evidencia de que el Cartel de Sinaloa ha ejecutado operaciones que han sido debidamente neutralizadas por la policía desde el 2009 hasta el año 2020, [también] tenemos registro del accionar del Cartel Jalisco Nueva Generación”, aseguró Geovanni Ponce, general de la policía, en entrevista con Teleamazonas.
En Ecuador ya no domina el grupo de Ismael Zambada García, el Mayo, como único operador que podría garantizar toneladas de envíos hacia Estados Unidos, país con mayores consumidores de estupefacientes en el mundo.
Lo anterior quedó en evidencia el pasado mes de febrero, cuando fueron halladas varias hojas en los estacionamientos del canal TC Televisión, en la ciudad de Guayaquil, donde se expusieron exigencias concretas a las autoridades y amenazas que anticipaban “masacres” si no se cumplían sus peticiones. Las hojas estaban firmadas por la organización de Oseguera Cervantes.
“Si las autoridades pertinentes hacen caso omiso al comunicado se verán muertes en las calles de Guayaquil y Ecuador entero. No queremos que esto sea una masacre pero si no hacen algo, al respecto, el Cártel Nueva Generación lo hará”, reza el comunicado.
Sin embargo, un día después vino la respuesta del Cártel de Sinaloa a través de un comunicado ampliamente difundido en las redes sociales. El mensaje de la organización sinaloense, aliada con “los choneros”, advertía a la población de Ecuador que el “terror” había comenzado en el país.
“El Cártel de Sinaloa junto con el cártel chonero informa a la población ecuatoriana sobre los acontecimientos que se han presentado en la república durante estas últimas 48 horas. Todas esas acciones han sido perpetuadas por el Cártel Nueva Generación, el cual es conformado por ex guías, posee ayuda de actuales funcionarios del estado y apadrinados por Nemesio Oseguera Cervantes, más conocido como el Mencho...”
“Nosotros nos hemos mantenido calmados y al margen del problema”, advirtieron en una parte del comunicado. “Pero ahora actuaremos de manera radical en contra de los testaferros, amistades, familiares o personas que tengan intereses con dicho cártel [...] Aparecerán colgados, decapitados, desmembrados encima de los puentes públicos del país, en las puertas de los centros comerciales o lugares transitados comenzarán a mostrarse cadáveres para que reconozcan el verdadero poder de nuestra organización”.
“Esas organizaciones cuentan con un poder económico que en el Estado no disponemos, lo que les facilita emplear y diversificar los medios para ingresar la droga a través de nuestras provincias fronterizas”, advirtió el general Ponce.
Geovanny Espinel, comandante de la Fuerza Aérea de Ecuador, ha reportado que tan solo en los primeros tres meses de 2020 en Ecuador fueron decomisados 45 mil kilogramos de drogas y, comparado con el mismo periodo de 2021, esa cifra se incrementó el doble, hasta 93 toneladas.
Las cifras parecen alarmantes. Pero tan sólo en las provincias de Nariño y Putumayo, pertenecientes al lado fronterizo con Colombia, se producen alrededor de 400 toneladas de narcóticos al año de las cuales un 40% a 50% ingresan a Ecuador.
De modo que el CJNG pelearía por un mercado de 200 mil kilogramos para exportarlas a EEUU, aunque también hacia Europa. Aunque otras rutas de tráfico también estarían en Chile.
Autoridades mexicanas y colombianas han detectado al menos siete rutas para el tráfico de drogas entre Ecuador, Perú, Colombia, Centroamérica, México y Estados Unidos.
Dos de ellas parten de Buenaventura y Tumaco, Colombia, hacia Costa Rica y El Salvador; mientras que la segunda ruta sale de Tumaco y arriba a El Salvador y Guatemala. La tercera ruta utilizada por el crimen organizado es Esmeraldas, Ecuador, con arribo a costas de Guatemala y Chiapas; mientras la cuarta zarpa de San Lorenzo, Ecuador, a costas de Oaxaca y Guerrero.
La quinta ruta parte del departamento de Puerto Rico, Ecuador, a costas de Michoacán y Guerrero. La sexta ruta tiene el mismo punto de partida, Puerto Rico, con arribo a Jalisco y Sinaloa. La última vía conecta a Ayampe, Ecuador, con las playas de Sinaloa.
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