El gobierno de Andrés Manuel López Obrador se ha visto especialmente interesado en la recuperación de piezas históricas y prehispánicas exhibidas en otras partes del mundo.
Hasta el momento, se contabilizaron cerca de 5,000 obras traídas a México desde otros países, únicamente en los tres primeros años del gobierno de la Cuarta Transformación.
Sin embargo, hay repartidas todavía muchas piezas, algunas de ellas de impresionante valor como el Penacho de Moctezuma en Austria, o la galería mexicana en el Museo Británico.
Es en éste último inmueble donde resguardan un aproximado de 27 piezas prehispánicas provenientes de México, entre las que destacan dos que actualmente están en exhibición: la máscara de Quetzalcóatl, y la máscara de Tezcatlipoca.
Máscara de Quetzalcóatl
El primer tesoro en el Museo Británico es la máscara de Quetzalcóatl, una pieza diseñada con un par de serpientes entrelazadas y en color turquesa, a manera de mosaico, que le dan la forma a los ojos y la nariz. Por los costados fueron diseñadas algunas plumas en los mismos colores.
La máscara en sí, fue fabricada de madera de cedro, y utilizaron resina de pino como pegamento para culminar con la ora. Los dientes que se le pueden ver pegados, fueron hechos de concha de caracol blanco, con resina de color rojo.
Hacia el final de las serpientes, además, destacan un par de cascabeles. Aunque se ha perdido su color con el paso del tiempo, eran originalmente doradas, y hechas con cera de abeja y resina de pino.
Aunque se cree también que puede ser una representación de Tláloc, las plumas que saltan de las serpientes hacia los costados de las cuencas de los ojos corresponderían más a Quetzalcátl, conocido también como la Serpiente Emplumada.
Máscara de Tezcatlipoca
Otra de las máscaras en este museo es el mosaico considerado por los historiadores como una posible representación del dios Tezcatlipoca o espejo humeante.
La obra fue realizada con obsidiana, material que se utilizó para crear los llamados espejos, y con el que se realizaban diversos rituales. Además, contiene líneas negras realizadas con lignito o carbón.
Para la realización del cráneo, utilizaron uno humano cortado por el dorso, y fue forrado con piel de ciervo y fibra de maguey, además de contener una mandíbula articulada; las correan que salen de ella también son de piel de ciervo y pigmentadas color ocre.
Además, los ojos fueron fabricados de dos orbes de pirita de hierro pulido, y a su vez, enmarcados por un par de anillos hechos a partir de la concha de un caracol blanco.
Por último, se llegó a la conclusión de que la parte de la cavidad nasal está revestida con placas de ostra espinosa de color rojo brillante.
La máscara, de acuerdo con el Museo Británico, fue donada por el famoso coleccionista Henry Christy. Este banquero viajó por numerosos países en busca de esta clase de tesoros. Entre sus viajes, destaca el que hizo con Edward Burnett Taylor por México.
Máscara de Xiuhtecuhtli
Por último, está la máscara que, se considera, representa a Xiuhtecuhtli, el espíritu del fuego y el calor. Esta es la más semejante a un rostro humano de entre toda la colección.
De acuerdo con su descripción, fue fabricada con madera de cedro, y cubierta con mosaico turquesa y cabujones que destacan dispersos en toda la máscara.
Los ojos que salen de ambas cuencas fueron hechas a partir de nácar, mientras que los dientes, presumiblemente fueron hechos de concha blanca. Dos de ellos fueron puestos durante los últimos años a falta de los mismos, y sus párpados fueron bañados en oro con una fina capa.
Además, al interior e la máscara encontraron cinabrio, un mineral que habrían usado para pintar la obra por completo; y al igual que la de Quetzalcóatl, utilizaron resina de pino para pegarla.
En la parte de los costados, de acuerdo con el Museo Británico, tiene dos orificios de suspensión, específicamente en las sienes, por lo que se cree que la máscara pudo ser usada.
SEGUIR LEYENDO: