Una traición, un dispositivo a distancia y 50 pesos por enviar un “regalo”: los detalles del atentado en el restaurante de Salamanca

Según las investigaciones, cuando el autor intelectual recibió el aviso de que el paquete finalmente había sido entregado, activó el artefacto explosivo a distancia, a través de una llamada telefónica

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EFE/Stringer/CONTENIDO GRÁFICO EXPLÍCITO
EFE/Stringer/CONTENIDO GRÁFICO EXPLÍCITO

Eduardo Ramírez Flores y su pareja Georgina “N”, identificados como los autores intelectuales del ataque con explosivos en el restaurante Barra 1604, de Salamanca, se inspiraron en un reportaje transmitido en televisión para fabricar el artefacto con el que asesinaron a un empresario restaurantero y su socio.

El vídeo se hallaba en el teléfono de Eduardo Ramírez, hijo de Baldomero Ramírez Escamilla, ex diputado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la quincuagésima novena Legislatura Constitucional del Estado de Guanajuato.

De acuerdo con los datos proporcionados por la Fiscalía de Guanajuato, la operación para ejecutar el crimen comenzó el pasado 20 de septiembre en el municipio de Cortázar, cuando la pareja de esposos estacionó la camioneta Nissan estaquitas de la que habían salido de Valle de Santiago, descargaron la caja de madera que contenía el explosivo, y abordaron un taxi que los condujo a Salamanca, a media hora de distancia.

El chofer del taxi, cuando fue interrogado por la policía poco después, recordó que la pareja llevaba “una bolsa negra, algo grande, como un regalo”. Ellos le pidieron que abriera la cajuela para depositarlo ahí. Se sabe que también llevaban un teléfono de prepago que habían dado de alta en Comonfort, y que meses atrás había sido robado a un usuario.

Eduardo y Georgina fueron detenidos
Eduardo y Georgina fueron detenidos tras detectarse que fueron quienes contrataron el servicio de paquetería en donde se entregó una bomba que dejó dos muertos. (Foto: Twitter@FGEGUANAJUATO)

Minutos después los esposos se pusieron en contacto con el encargado de una empresa de moto-envíos que se anunciaba en redes sociales y se dedicaba a entregar regalos y arreglos florales. Dos hermanos —hombre y mujer— acudieron a recoger el regalo al lugar indicado. La mujer les pidió que le llevaran el paquete a Mauricio Salvador Romero Morales, socio del Barra 1604, que aquella tarde se encontraba celebrando su cumpleaños.

La indicación fue precisa: debían entregar el regalo afuera del establecimiento y en cuanto Romero lo tuviera en las manos debían dar aviso inmediato por teléfono. Los mensajeros solo les cobraron 50 pesos por el servicio. Georgina advirtió que debían tener cuidado con el regalo.

Aproximadamente a las 19:15 horas, los repartidores llegaron al local y cumplieron las instrucciones al pie de la letra sin saber que cargaban una bomba casera. Pero el primero en salir fue Mauricio Salvador, acompañado de otras personas. Todo parecía normal, alguien había enviado un regalo por el cumpleaños del dueño del local, quien celebraba con sus invitados.

Los hechos ocurrieron en el
Los hechos ocurrieron en el restaurante Barra 1604 (Foto: Twitter/@DominioPblico3)

Según las investigaciones, cuando Eduardo Ramírez recibió el aviso de que el paquete finalmente había sido entregado, activó el artefacto explosivo a distancia, a través de una llamada telefónica.

Ambos socios murieron a consecuencia del impacto. Cuando la joven del servicio de moto-envíos –quien se contó entre los heridos— relató lo que había ocurrido, los investigadores supieron que la mejor pista disponible estaba de momento en el teléfono del mensajero. Sin embargo, el aparato había resultado seriamente dañado a consecuencia de la explosión.

Expertos de la fiscalía del estado tuvieron que reconstruirlo para llegar al sistema operativo y duplicar la pantalla. Lograron rescatar 22 minutos de capturas. Ahí estaba registrado el sitio en el que el paquete había sido entregado. Mediante cámaras de vigilancia se logró ubicar el número económico del taxi que Eduardo y Georgina habían abordado: se analizaron casi 600 horas grabadas en cámaras de video para lograr captar la ruta que los autores intelectuales habían realizado.

Fuentes que llevan la investigación indican que la víctima había recibido de su asesino un millón 200,000 pesos, a fin de que pudiera abrir el restaurante. Eduardo Ramírez esperaba ser incluido como socio, lo cual no ocurrió, “por lo que se sintió traicionado”. Retrasos en el pago del dinero lo llevaron a idear la manera de darle a la víctima un escarmiento.

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