México cumple el próximo lunes 200 años de independencia de España, la “madre patria” con la que mantiene un cordón umbilical de amor y odio.
En su mayoría mestizos, los mexicanos albergan sentimientos encontrados por la violencia de la Conquista, que impuso la cultura, la lengua y la religión. España es así la madre querida, pero también detestada.
“Hay ese amor-odio, pero depende de la escala social. Entre las clases media y alta vemos esa ambivalencia; en las clases bajas el odio es más profundo”, dice a la AFP el historiador mexicano Lorenzo Meyer.
La relación entre gobiernos también ha estado marcada por los altibajos, añade.
Beneficiados por el dictador Porfirio Díaz (1884-1911), los españoles se distanciaron luego de la Revolución mexicana de 1910.
En la Segunda República Española (1931-1939) volvieron a acercarse a México, pero se alejaron nuevamente durante el régimen de Francisco Franco.
En medio de esa ambigüedad, España también ha sido la “salvación cultural” ante la influencia estadounidense”, considera Meyer. Hay pasión por la tauromaquia y la música, con verdaderos himnos populares como “Madrid” y “Granada” compuestos en la década de 1930 por el mexicano Agustín Lara.
El cariño es mutuo, afirma el chef Mikel Alonso, de origen vasco y nacionalizado mexicano.
"Crecí entre rancheras y películas de Mario Moreno 'Cantinflas'. En mi pueblo, cuando la gente canta, solo hay dos tipos de cánticos: los vascos, profundos, nostálgicos, y el cántico de la felicidad, que son las rancheras", comenta Alonso.
Las dos Españas
Un episodio entrañable fue el cobijo de México a la España republicana, que incluso asentó su gobierno en el exilio en la capital mexicana (1939-1946) y tuvo representación diplomática hasta los años 1980.
“Jamás se reconoció a Franco. Esa embajada republicana fue la que más persistió en el mundo. ¡México les pagaba hasta los taxis!”, apunta Meyer.
"Se vivió con la ficción de un embajador republicano, pero había un representante de Franco (en la embajada de Portugal), que era realmente quien llevaba los negocios diarios", añade.
México recibió a unos 20,000 republicanos, incluidos intelectuales que apuntalaron instituciones educativas.
“Nunca se olvidará la acogida a los exiliados republicanos españoles (...), fueron recibidos con los brazos abiertos en México”, dice a la AFP en Madrid Carlos Martínez Shaw, de la Real Academia de Historia de España.
Al principio hubo reticencias de los republicanos, al punto que un viceministro exigió que los "Niños de Morelia", unos 450 menores exiliados, tuvieran profesores españoles, sostiene Meyer.
"Vinieron no por amor, sino por fuerza. México les ofreció asilo, les dio facilidades, no tenían a dónde ir", observa.
“Gachupinas”
Uno de los exiliados fue Angel Sarmiento González (1880-1961), diputado republicano impulsor de una reforma agraria. Perseguido por Franco, llegó a México en los años 1940 con su esposa y cinco hijos.
Su nieta, Veneranda Merino Sarmiento, recuerda ese hecho con gratitud, pero también evoca actitudes ofensivas.
“Nunca faltó quien nos tildara de ‘gachupinas’. Mi mamá se fue quitando un poco el acento precisamente por eso”, explica Merino, aludiendo al apelativo de los mexicanos para referirse a los españoles desde la Colonia.
“Los españoles llegaron muy pobres y se hicieron ricos y esa riqueza resultaba entre ofensiva y causaba envidia. Pero ellos también desdeñaban a los mexicanos, les decían ‘indios’”, señala Meyer.
Los resquemores del pasado se avivaron luego de que en 2019 el presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador exigiera a España disculparse con México por los excesos en la Conquista.
Madrid rechazó la solicitud, indicando que el arribo de los españoles hace 500 años “no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”.
Para el constitucionalista mexicano Francisco Burgoa, este reclamo es contrario al tratado de Calatrava de 1836, que reconoció la independencia mexicana.
"Ese documento puso fin a cualquier disputa o reclamo entre ambos países", subraya.
Jesús Bustamante, historiador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, ve más una "retórica nacionalista" del gobierno mexicano para distraer la atención de problemas como la violencia criminal.
"Tratar de estos temas retóricos e identitarios y pedir cuentas a España es una manera de distraer", opina.
Pero Meyer cree que aún hay “heridas abiertas”, sobre todo en las clases populares, por lo que en la lógica del presidente mexicano discutir estas cuestiones puede ser sanador.
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