Un activista denunció ante la FGR por amenazas y desaparición al líder de Los Ardillos

El titular del colectivo pidió al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, intervenir: “nos está fallando en Guerrero, estamos en estado de indefensión, muy vulnerables; se sigue desapareciendo, asesinando, secuestrando, hoy en Chilapa se cobra piso hasta por vender cacahuates”

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En las inmediaciones de las
En las inmediaciones de las oficinas de la Fiscalía, Díaz Navarro, en una entrevista, desmintió el contenido de un video difundido a través de redes sociales donde se le relaciona con la banda delictiva Los Rojos (Foto: Twitter/@pueblo_guerrero)

José Díaz Navarro, director de Siempre Vivos, colectivo de familiares de desaparecidos en Chilapa, denunció ante la Fiscalía General del Estado (FGE) de Guerrero a Celso Ortega Jiménez, presunto líder del grupo criminal Los Ardillos, por amenazas y desaparición.

En las inmediaciones de las oficinas de la Fiscalía, Díaz Navarro, en una entrevista, desmintió el contenido de un video difundido a través de redes sociales donde se le relaciona con la banda delictiva Los Rojos.

“Aparece una persona que dice ser mi alumno, fue un interrogatorio forzado, bajo amenazas”, dijo, según La Jornada.

Acudió a “presentar denuncia penal
Acudió a “presentar denuncia penal contra Celso Ortega, por amenazas en mi contra, y por la desaparición de José Antonio Nava Cantoriano, quien fue levantado hace dos meses” (Foto: Twitter/@DeniseMaerker)

Por lo cual acudió a “presentar denuncia penal contra Celso Ortega, por amenazas en mi contra, y por la desaparición de José Antonio Nava Cantoriano, quien fue levantado hace dos meses de un grupo de Alcohólicos Anónimos por sicarios de Celso Ortega, y como lo hizo con mis hermanos, lo llevó al municipio de Quechultenango, a una casa conocida como Los Azulejos”.

El titular del colectivo pidió al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, intervenir.

“Nos está fallando en Guerrero, estamos en estado de indefensión, muy vulnerables; se sigue desapareciendo, asesinando, secuestrando, hoy en Chilapa se cobra piso hasta por vender cacahuates”.

“Aparece una persona que dice
“Aparece una persona que dice ser mi alumno, fue un interrogatorio forzado, bajo amenazas”, dijo Díaz Navarro (Foto: Facebook/@siemprevivosdechilapa)

Habitantes de Guerrero bloquearon las carreteras ante el avance del grupo criminal de Los Ardillos

Los Ardillos, un grupo criminal en la Montaña Baja del estado de Guerrero, siguen asediando a las comunidades indígenas de la zona. Por esta razón, los habitantes de las regiones de Alcozacán y Ayahualtepam, en el municipio de Chilapa, cerraron el acceso de 36 comunidades para evitar el avance de la célula delictiva, responsable del desplazamiento de cientos de pobladores.

La exigencia de los habitantes es la misma que la de hace meses: reforzar la seguridad del municipio.

El pasado mes de julio, en un viaje por la comunidad de Ayahualtepam, Infobae México documentó la falta de seguridad en la zona. Según el recorrido, en lo alto de la comunidad se encuentra un control de la famosa Guardia Nacional del presidente López Obrador prácticamente vacío. Más adelante está otro de los mismos comunitarios.

A unos 50 metros de la entrada a la comunidad hay un módulo de la Policía Municipal. Pero lejos de sentirse seguros, los pobladores de Ayahualtempa acusan que los elementos locales están al servicio de Los Ardillos y desde esa posición les avisan cuando salen de sus límites.

La distancia entre Ciudad de
La distancia entre Ciudad de México y Chilapa de Álvarez, la cabecera municipal que queda de camino a Ayahualtempa, es de 325 kilómetros, y 30 más adelante, montaña arriba, se encuentra la comunidad guerrerense (Imagen: Jovani Pérez/Infobae)

“Aviso territorio comunitario resguardado las 24 horas”, se lee apenas en letras color negro escritas a mano, en un pedazo de lámina, de fondo blanco con manchas de óxido. Dos tubos, también bastante oxidados, lo sostienen entre las palmeras que enmarcan la entrada a Ayahualtempa.

Una decena de guardias cuida la entrada. La mayoría lleva puesta una playera color verde oliva, que dice en la espalda, escrito en letras amarillas: “Policía Comunitaria”. Suena en versión banda Una calle me separa –la icónica cumbia del argentino Néstor en Bloque– mientras los niños comunitarios, con sus armas enfundadas, cuidan la entrada a sus tierras.

Un vaso de Coca-Cola fría es su única defensa contra el azote del sol de las dos de la tarde, propio de la montaña. Un par de guardias llevan chaleco antibalas. Los niños usan un paliacate que les cubre nariz y boca. No por el COVID-19 –en la comunidad no se han registrado contagios–, sino para proteger su identidad.

Luis Gustavo (15) y Gerardo (17) Morales, junto con José Miguel Toribio (13), son parte de los más de 30 niños que son policías comunitarios en Ayahualtempa, Guerrero. Ellos cuentan por qué decidieron sumarse como guardias (Video: Juan V. Manrique/Infobae)

Los niños no se han visto involucrados en una agresión real. Pero el acoso criminal hace que los pobladores se sientan acorralados. Su miedo no es gratuito.

El 2 de junio de 2019 uno de los pobladores y ex comandante de la Policía Comunitaria de ese pueblo, Eugenio Máximo Hilario, fue asesinado frente a su esposa en el centro de José Joaquín de Herrera. Los hombres de Ayahualtempa dejaron de salir de sus límites.

En 2020 se registraron 35,484 homicidios en México. La Coordinadora Regional de Autoridades-Policía Comunitaria (CRAC-PC), a la que pertenece la comunidad, figuró en esa estadística. En enero de ese año, 10 músicos de Alcozacan fueron asesinados por integrantes de Los Ardillos. En Ayahualtempa decidieron atrincherarse definitivamente.

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