Una de las historias más extrañas e increíbles que ha dado México, es la del presidente que le hizo un funeral a una pierna que perdió durante una guerra que se suscitó contra franceses en el puerto de Veracruz.
Se trata de uno de los expresidente de México más polémicos de la historia del país: Antonio López de Santa Anna, quien fuera mandatario por 11 ocasiones y quien cediera más de la mitad del territorio mexicano a los estadounidenses.
Antes de ser el presidente con más periodos en México (7 reconocidos y 4 extraoficiales), Santa Anna nació en una familia de españoles acomodada, y desde que era un niño, mostró que le gustaban las aventuras, por lo que se enlistó en el Ejército Real de la Nueva España en 1810, para enfrentar al Ejército Insurgente de Miguel Hidalgo, que recién se había levantado en armas.
La carrera política de Santa Anna inició en 1821, como defensor del virreinato y posteriormente del imperio de Agustín de Iturbide, el cual ayudó a derrocar en 1823. Para 1827, Santa Anna asumió el cargo de gobernador de Veracruz y un año después, en 1828, tomó el mando del ejército nacional durante el gobierno de Guerrero. Su primer periodo como presidente llegó en el año 1833, cuando la Guerra de los Pasteles ya era algo más que un rumor.
Un año antes de que el general Santa Anna asumiera el cargo como presidente, algunos oficiales de su ejército comieron en el restaurante del señor Remontel, un hombre de origen francés que había llegado a México para abrir una pastelería y acusó a los militares de no haber pagado lo que habían comido, además de causar algunos destrozos en el local. El pastelero pidió como indemnización al gobierno de México 60,000 pesos, sin embargo, este se negó a pagar. Tras esto, el gobierno francés decidió intervenir con 10 barcos que estaban llenos de soldados y que desembarcaron en Veracruz.
El 4 de diciembre de 1838, mientras el ejército mexicano trataba de hacer retroceder a los franceses, estos últimos respondieron a cañonazos, y uno de esos disparos alcanzó la pierna de Santa Anna, y tuvieron que amputarla de manera inmediata. De allí que fuera apodado como “el quince uñas”, aunque en realidad eran 14, pues junto a su pierna, el entonces presidente también perdió uno de sus dedos. Esta fue una pérdida muy fuerte para él, pero también una gran herramienta para sus futuras campañas. Finalmente, quien le diría que no al presidente que dio su pierna a cambio de defender a México.
Luego de perder su pierna, Santa Anna se mostró bastante afectado por la pérdida de su miembro inferior, pero no solo él, sino que todos sus seguidores parecían extrañarla también. De hecho, Santa Anna mandó a enterrar su extremidad en le jardín Maga de Calvo, su hacienda predilecta en Veracruz, y el entierro se hizo con una ceremonia religiosa y todos los honores militares. La pierna de Santa Anna, fue algo muy parecido a un héroe nacional.
Unos años después, el 27 de septiembre de 1842, Santa Anna mandó a exhumar su pierna para tenerla más cerca y darle el sepulcro que merecía. Así que los restos de la pierna fueron metidos en una vitrina de cristal y recorrieron el tramo de Veracruz a la Ciudad de México, acompañados de un cortejo fúnebre y vítores por parte de los simpatizantes del presidente.
Una vez en el cementerio de Santa Paula, que se ubicaba en lo que hoy se conoce como Paseo de la Reforma, varias personas le dedicaron palabras a la pierna, tal es el caso de don Ignacio Sierra y Rosso, le hablaron como a un valeroso soldado y le dedicó las siguientes palabras:
En 1844 durante una revuelta en contra de la dictadura de Santa Anna, un grupo de opositores a su gobierno robaron la pierna y la arrastraron por toda la ciudad, hasta perderla en un lugar desconocido. Nadie supo más de ella.
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