Una de la áreas verdes más importantes del norte de la Ciudad de México, el Bosque de Aragón, recientemente fue remodelado mediante la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) y la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse). Al bosque se le agregó un parque totalmente incluyente y una playa de aves.
Se trata de un modelo único de parque y bosques en la capital, con el que se busca generar empatía, fomentar las relaciones sociales entre las personas con y sin discapacidad, así como el cuidado y protección del medio ambiente.
En lo que se refiere al parque incluyente, el gobierno de la Ciudad de México instaló tres módulos de juegos, tres módulos de sube y baja para silla de ruedas; cinco piezas de columpios para mamá-bebé, sillas de ruedas y clásicos, así como dos ruedas giratorias.
Entre algunas de las atracciones de este parque, se encuentran el carrusel incluyente, el columpio de arco inclusivo, el columpio incluyente oscilatorio, el volantín incluyente y columpio infantil incluyente. También se colocó un área de 650 metros cuadrados de un piso amortiguante hecho de caucho, en el cual se pintó un mosaico de colores con la intención de salvaguardar la integridad de las niñas y niños.
La playa para aves se ubica a lo largo de mil 100 metros cuadrados, y da continuidad al agua que proviene del recién creado humedal de caracol, el cual se mezcla con el lago. Todas estas mejorías se suman a las que se habían hecho, cuando en 2015 el gobierno capitalino inició un macroproyecto de renovación, en el cual se dio rehabilitación a las áreas verdes, se construyó un skatepark, se remodeló el área de comidas y se creó una agenda de eventos culturales.
Sin embargo, poco se sabe sobre la historia del Bosque de Aragón, la cual se remonta al siglo XVIII, cuando los habitantes de Tlatelolco cedieron los terrenos que se ubicaban al poniente del Lago de Texcoco, al capitán Blas López de Aragón, un sevillano que pronto mandó construir en el lugar la Hacienda Santa Ana.
Cuando el español murió, la administración de la casona pasó a manos de Miguel de Berrio y Saldívar, marqués del Jaral de Berrio. Él fue quien optó por bautizar la residencia como Hacienda de Aragón, en homenaje a su fundador.
El lugar dio pie a la urbanización y proliferación de la zona, por la cual Ignacio Comonfort reconoció la existencia legal del pueblo de Aragón en 1857. Al topónimo se le agregó el San Juan, pues este era un santo al que los habitantes de la zona le dedicaban fiestas cada año.
En el siglo XX la hacienda se fraccionó y las tierras se distribuyeron entre los campesinos. posteriormente, el Diario Oficial dio a conocer que se habían expropiado casi mil hectáreas del ejido de Aragón para unidades habitacionales.
Se decidió aprovechar el bosque e inaugurar un parque público, así que en 1964, el presidente Adolfo López Mateos inauguró el Bosque y Zoológico de San Juan de Aragón. Conforme avanzó el tiempo se fueron realizando mejorías en el lugar, se construyeron pequeñas cabañas para días de campo, un teatro al aire libre y un balneario público.
Actualmente este bosque se constituye como uno de los pulmones más importantes del norte de la Ciudad de México, en la delegación Gustavo A. Madero. Está constituido por más de 160 hectáreas, de las cuales 114 son áreas verdes, además de contar con un lago, pista de patinaje, una sala de proyecciones y un centro infantil. Se estima que lo visitan, al año, entre 3.5 y 5 millones de personas.
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