La historia oficial mexicana tiene personajes que durante mucho tiempo fueron incuestionables, tanto por lo que fueron, como por sus acciones, sin embargo, cuando se trata de historia, siempre hay otra cara de la moneda, este es el caso de Miguel Hidalgo y el lado del que poco se ha hablado.
Si bien se ha presentado a Miguel Hidalgo como el padre de la patria, la realidad es que tuvo un lado muy humano con vicios y defectos, lo cual, lo llevaron a dejar su puesto como rector en el Colegio de San Nicolás de Valladolid y llegó a acumular una gran riqueza entre los años 1790 y 1800, esto propició que le dedicara más tiempo a su vida social y comenzó a olvidar sus deberes como eclesiástico.
Su tiempo se iba en organizar fiestas, tertulias literarias y leía los libros prohibidos por el Tribunal del Santo Oficio, de acuerdo con el historiador Héctor Jaime Treviño, a Hidalgo le gustaba jugar a la baraja, apostar en los gallos de pelea, el alcohol y las corridas de toros.
Este estilo de vida lo llevó a adquirir deudas y a enemistarse con el cabildo de Valladolid, asimismo, fue citado por el Tribunal de la Inquisición por trato deshonesto con mujeres y por vivir en concubinato con una señora con quien tenía dos hijos, esto propició que renunciara a su rectoría en el colegio, pagar sus deudas con una de sus haciendas e irse a la ciudad de Colima para servir en un curato por orden del Obispo.
En este contexto, Miguel Hidalgo no fue un sacerdote ortodoxo y hay historiadores que aseguran que tuvo más de 9 hijos.
La depresión del cura Hidalgo
En 1802 logró ser cura del pueblo de Dolores tras la muerte de su hermano, José Joaquín, dicho evento le afectó profundamente y le ocasionó una severa depresión de la que no logró salir.
La localidad se asentó con toda su familia y así, el padre de la patria continuó con su vida social, se ocupó de todo, menos de sus fieles y dejó que el padre Francisco Iglesias se hiciera cargo de ellos.
Durante todo ese periodo y hasta 1810 se le ve a través de ilustraciones cómo se llenó de toda clase de placeres y actividades fuera de la religión, vivió con otra mujer con quien supuestamente tuvo dos hijas más, Micaela y Josefa.
Miguel Hidalgo y Costilla era un personaje que aunque ya era distante a los temas de la iglesia, era querido por muchas personas de distintos estratos sociales, por esta razón fue buscado por los conspiradores de la independencia, ya que pensaron que podía atraer a la causa a los ricos y poderosos de la Nueva España.
El cura Hidalgo Masón
El norteamericano maestro Masón, Richard Chism, en su libro “Una contribución a la historia masónica de México”, relató que en 1806 se formó en la Ciudad de México (CDMX) una logia masónica del rito de York, es decir, de obediencia inglesa y fue en la casa número 5 de la calle de las ratas, hoy mejor conocida como Bolívar en el Centro Histórico, donde fueron iniciados personajes de la historia como Miguel Hidalgo, Allende, el corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, entre otros.
El maestro Masón grado 33, doctor Julián Gascón escribió lo mismo en su tratado “Los primeros masones y la formación del supremo consejo de México”.
En este contexto, Hidalgo tenía un plan que le había proporcionado un antiguo jesuita que vivía en Querétaro, el cual, era en líneas generales, que la logia de Nuevo Orleans, en Estados Unidos, había confeccionado para realizarse a través de los revolucionarios que fueran elegidos por ella.
Por esta razón, no es de sorprender que entre las primeras disposiciones que emitió su gobierno itinerante se encuentra la de enviar a Pascasio Ortiz de Letona a la unión americana a pedir ayuda material y moral para los insurgentes.
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