De uno de los Palacios Legislativos más lujosos del mundo al mausoleo de los héroes de México: la historia del Monumento a la Revolución

Lo que hoy conocemos como el Monumento a la Revolución, inicialmente sería la cúpula del nuevo Palacio Legislativo, que tuvo que ser suspendido tras estallar la Revolución Mexicana

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El Monumento a la Revolución
El Monumento a la Revolución es uno de los recintos más destacados y llenos de historia de la Ciudad de México. REUTERS/Carlos Jasso

En la Ciudad de México hay un sin fin de monumentos, calles, edificio y obras arquitectónicas que nos recuerdan la historia que ha tenido el país. Uno de estos es el famosos Monumento a la Revolución, el cual, al igual que muchas otras obras en la capital, fueron construidos o iniciados durante el mandato del expresidente Porfirio Díaz Mori.

Actualmente, el Monumento a al Revolución es una de las obras de arquitectura en la capital más destacadas, pues cuenta con un mirador de 52 metros, en el que se puede obtener una vista panorámica de 360 grados, además de contar con su propio museo.

Sin embargo, no siempre ha sido uno de los monumentos más destacados de la capital mexicana.

En sus inicios, lo que ahora conocemos como el Monumento a la Revolución, era más bien un proyecto ambicioso que planeaba competir con el Capitolio de los Estados Unidos.

Fue en 1897 que Porfirio Díaz Mori lanzó una convocatoria internacional, en la que buscaba arquitectos que quisieran construir la nueva sede que albergaría la Cámara de Diputados y Senadores, y que, al mismo tiempo, se convertiría en un edificio para conmemorar el centenario del día de la independencia, que se celebraría en 1910.

Inicialmente, el edificio sería el
Inicialmente, el edificio sería el nuevo Palacio Legislativo. Foto: Museo Nacional de la Revolución

Porfirio Díaz buscaba que el nuevo Palacio Legislativo fuera uno de los más lujosos a nivel mundial, con más de 14,000 metros cuadrados. Un reconocido arquitecto francés, de nombre Émile Bérnard, fue el encargado del proyecto del nuevo gran Palacio Legislativo. Este se inspiró en el Capitolio de los Estados Unidos y el Parlamento de Budapest, pues se buscaba convertir al palacio en una obra con estética europea neoclásica.

Polémicas y problemas para su construcción

A pesar de que parecía que el proyecto era perfecto, estuvo envuelto en varias polémicas. En primer lugar, por la poca claridad en torno al triunfo del arquitecto que realizaría el proyecto, además de las grandes sumas de dinero que requería su construcción.

Otro de los problemas que se presentaron a la hora de su construcción, fue el suelo lacustre que tiene la Ciudad de México y, por ende, los hundimientos del subsuelo de la zona.

En el portal web del Monumento a la Revolución se puede leer que “en 1906, la construcción de lo que iba a ser un lujoso edificio proyectado con la estética europea neoclásica comenzó con una masiva estructura metálica y tecnología de vanguardia para su cimentación”. Se requirió una fuerte suma de dinero para construir una plataforma de acero y concreto que pudiera mantener de pie el edificio.

Luego de estos desperfectos, hubo otro que pausaría por algunas décadas su construcción: el estallido de la Revolución Mexicana.

Para la construcción de la
Para la construcción de la obra se hizo una estructura de acero por el suelo lacustre de la Ciudad de México.

La primera piedra del edificio la colocó el mismo Porfirio Díaz el 23 de noviembre de 1910, tres días después de que ya había iniciado la Revolución Mexicana. Debido a que la mayoría de los recursos que se tenían se utilizaron para combatir los levantamientos armados en el país, la obra se quedó sin dinero, por lo que tuvo que ser pausada.

Para 1912 se suspende de manera indefinida, y se deja abandonada la estructura metálica del recinto. Fueron dos décadas las que estuvo en completo abandono la obra, en parte por querer borrar la herencia de Díaz, según el Museo del Monumento a la Revolución.

Para 1922, el arquitecto francés Émile Bérnard, que había iniciado la obra, quiso rescatar el proyecto, y presentó al gobierno de Álvaro Obregón la adaptación de la estructura en abandono, para convertirla en un panteón para los héroes de la guerra. Sin embargo, esta idea fue frustrada tras la muerte de Obregón, en 1928, y la del mismo arquitecto un año después, en 1929.

Se retoma la obra

Tras esto, el mismo gobierno tenía planeado demoler los pocos avances que se tenían de la obra, para aprovechar el espacio de la Plaza de la República. En el sitio web del Monumento se indica que fue Carlos Obregón Santacilia, quien en 1933 rescató la obra inconclusa. “Reinterpretó la estructura y los espacios para otorgarles un nuevo significado: el uso de la plaza como espacio público en torno a la conmemoración de una revolución constante”, se lee en el sitio web.

El monumento fue construido con cuatro pilares obra del maestro Oliverio Martínez que simbolizan la Independencia, las leyes de Reforma, Agrarias y Obreras.

El monumento a la Revolución
El monumento a la Revolución se remodeló en 2009. FOTO: LUIS CARBAYO /CUARTOSCURO.COM

Posteriormente, en 1936 el monumento también sirvió como mausoleo de personajes revolucionarios que yacen en las criptas colocadas en la base de los cuatro pilares: los restos de Venustiano Carranza fueron trasladados ahí en 1942, Francisco I. Madero en 1960, Plutarco Elías Calles en 1969 y Francisco “Pancho” Villa en 1976. Lázaro Cárdenas yace ahí desde su muerte en 1970.

El monumento se concluyó en 1938.

Para 1970, debido a un desperfecto en el elevador que funcionaba para subir al mirador, el Monumento fue cerrado y olvidado por varios años. Fue hasta 2009 que, para celebrar el centenario de la Revolución Mexicana y el Bicentenario de la Independencia, las autoridades remodelaron el espacio.

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