A 500 años de La Conquista y 700 de la fundación de la gran Tenochtitlan, el imperio mexica comparado con el romano y que dominó la región, es necesario hacer una revisión alejada de “buenos y malos” ya que la historia en sí misma tiene diferentes enfoques narrados por unos y otros que convergen en múltiples perspectivas, sin embargo ahora se narra un episodio poco conocido: el papel estratégico de las mujeres guerreras autóctonas y una española.
En una revisión sobre las “nuevas visiones de la Conquista”, el Museo Amparo ofreció la conferencia “Las mujeres en la Conquista”, con Margarita Cossich Vielman, arqueóloga por la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Maestra y Candidata a Doctora en Estudios Mesoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se hizo una revisión de todas las funciones que desempeñaron las mujeres en esta época, como escribas, mensajeras, cocineras, cuidadoras, los vínculos matrimoniales entre princesas mayas con españoles que sellaron la alianza para lo que posteriormente fue la caída de Tenochtitlan y por supuesto las guerreras.
Diversos códices ilustran su participación en cada rubro, además de Malitzin, la mujer que se convirtió en mano derecha de Hernán Cortés, existieron otras mujeres que los acompañaron en batalla.
Tecuelhuetzin, la princesa tlaxcalteca que luchó con su esposo Pedro de Alvarado
Tecuelhuetzin Xicoténcatl (Año 1501 en Tlaxcala, ahora Tlaxcala, México - 1537 en Antigua Guatemala), sería después bautizada como María Luisa Xicoténcatl por los conquistadores españoles, fue hija del cacique de Tlaxcala Xicohténcatl el viejo y hermana del general Xicoténcatl el joven. La casaron en 1519 con Pedro de Alvarado para consolidar la alianza entre los tlaxcaltecas y los españoles con el fin de derrotar al Imperio Mexica.
Tecuelhuetzin, hija del Huehue Xicoténcatl y señora de Tlaxcala, fue bautizada por los españoles en la religión católica como Luisa y posteriormente casada con Pedro de Alvarado en una ceremonia de tipo indígena. Al no haber sido una ceremonia católica, no fue considerada legítima por los españoles. Tecuelhuetzin acompañó a los españoles a Tenochtitlán de donde escapó con ellos en la llamada “Noche Triste”.
Con Alvarado tuvo un hijo llamado don Pedro que nació en Tutepeque, y una hija llamada Leonor Alvarado Xicoténcatl nacida en Utatlán. Se piensa que pudo haber un tercer hijo, llamado Diego o Francisco, mas esto aun no se ha probado.
Acompañó a Alvarado a la conquista de Guatemala donde murió en 1537 de una neumonía y una extraña enfermedad. El Obispo de Guatemala celebró su funeral, y está enterrada en los bajos de la Catedral de la ciudad de Antigua Guatemala, en el país del mismo nombre.
Tecuelhuetzin es una de las pocas mujeres que se incluyen en las crónicas de la conquista.
María de Estrada, la feroz española que daba miedo a los hombres
María de Estrada (Sevilla, 1475 o 1486-entre 1537-1548) fue una mujer soldado española que participó en la Conquista de México junto a Hernán Cortés. De procedencia andaluza o cántabra se sumó al grupo de soldados cuando tenía entre treinta y cuarenta años. Famosa por sus hazañas de guerra, hay evidencias de que previamente pasó varios años como náufraga entre los nativos de la Cuba precolonial.
Su hermano, Francisco de Estrada, había acompañado a Cristóbal Colón como grumete, y cuando regresó al “Nuevo Mundo” para instalarse de forma permanente en 1509, María probablemente viajó con él.
Estuvo en Cuba donde se casó con Pedro Sánchez Farfán y participó en combates en la actual Matanzas.
“Hasta es posible que su hermosura la salvara de morir, pues un cacique la tomó para sí: duró hasta que los españoles se recuperaron de la derrota y volvió con su marido a Trinidad, al sur de la isla” explica el especialista de Historia de América Manuel Lucena Giraldo.
El cronista Diego Muñoz Camargo escribió sobre ella: “se mostró valerosamente haciendo maravillosos y hazañeros hechos con una espada y una rodela en las manos, peleando valerosamente con tanta furia y ánimo, que excedía al esfuerzo de cualquier varón, por esforzado y animoso que fuera, que a los propios nuestros ponía espanto”.
También los cronistas Bernal Díaz del Castillo, Juan de Torquemada y Francisco Cervantes de Salazar mencionaron a esta soldado, que a ratos se dedicaba al cuidado de heridos y enfermos.
Francisco Cervantes de Salazar recuerda que María de Estrada se dirigió con estas palabras a Hernán Cortés cuando este quiso dejarla descansando en Tlaxcala tras la mortífera “Noche Triste” (ahora llamada “La Noche Victoriosa”), en la que murieron muchos españoles e indígenas aliados:
“No es bien, señor capitán, que mujeres españolas dexen(sic en base a la escritura de la época) a sus maridos yendo a la guerra; donde ellos murieren moriremos nosotras, y es razón que los indios entiendan que somos tan valientes los españoles que hasta sus mujeres saben pelear...”, fue lo atribuido a María de Estrada.
Cortés la recompensó con las ciudades de Tetela del Volcán, Nepopualco (que pasó a ser un barrio de Tetela) y Hueyapan de las que fue encomendera. Los cronistas cuentan que “rica y reconocida peleó hasta el final” y no dudó en protestar incluso ante el rey Carlos I por hacerle pagar demasiados impuestos.
Tras la conquista de México enviudó y se volvió a casar con Alonso Martín, de Puebla, donde éste murió hacia 1550, por cólera y fue enterrada en la Catedral de Puebla aunque se desconoce su paradero pues en remodelaciones de la Catedral se perdieron sus huesos.
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