En este próximo regreso a clases presenciales, en medio de la tercera ola de COVID-19, mucho se ha dicho sobre la decisión que tendrán los padres para que los menores regresen a las escuelas, sin embargo, se ha olvidado la importancia de cómo se sienten los niños, niñas y adolescentes al respecto.
A diferencia de los adultos, los infantes pueden no darse cuenta por completo sobre la crisis sanitaria que el mundo está atravesando y sus consecuencias, no obstante, también han tenido que adaptarse.
Al aprender de sus padres que ahora deben usar cubrebocas, lavarse constantemente las manos y saber que dejaron de ir a la escuela por más de un año para no contagiarse de COVID-19, es posible que hayan desarrollado algún tipo de miedo a salir.
Aunque muchos esperan con ganas e ilusión el regreso a clases presenciales, los adultos deben conocer algunos tips para ayudar a sus hijos en caso de que presenten emociones complicadas ante el regreso presencial.
De acuerdo con la Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), el comienzo de la escuela o nuevo año académico puede ser estresante en circunstancias normales, y en medio de una pandemia más.
Por ello, para mantener al menor tranquilo, los padres, madres y tutores deben mantener una conversación abierta sobre lo que le preocupa, haciéndole ver que es normal estar nervioso.
“Los niños pueden sentir nervios o reticencia cuando regresan a la escuela, sobre todo si llevan meses estudiando en casa. Sé honesto: por ejemplo, podrías explicarle algunos de los cambios que se podrá encontrar en la escuela, como la necesidad de llevar algún tipo de protección, como la mascarilla”, indica la organización.
Además, es posible que a los niños les resulte complicado mantener sana distancia (1.5 metros) con sus amigos y profesores, por lo que los adultos pueden animarlos a pensar en nuevas formas de establecer vínculos.
“Tranquiliza a tu hijo hablándole de las medidas de seguridad que se han establecido para ayudar a cuidar la salud de los estudiantes y los profesores, y recuérdale que él o ella también puede ayudar a impedir la transmisión de gérmenes lavándose las manos con jabón y tosiendo o estornudando en el codo”.
También se pueden reforzar aspectos positivos en el menor, cómo que ya podrá ver a sus amigos y a sus maestros, así como que seguirá aprendiendo cosas nuevas.
En caso de que el uso de cubrebocas y careta le pudiera estar ocasionado ansiedad al menor, la Unicef recomienda a los padres sostener una conversación empática con él, así como hacerle saber que está nervioso por el COVID-19 pero que lo sano es que externe sus inquietudes y emociones.
Es posible que se sientan molestos o frustrados al llevar mascarilla, sobre todo al correr o jugar, pero puede decírsele que muchos adultos se esfuerzan para ayudar a proteger a su familia, haciéndole hincapié que es importante que todos sigan las medidas sanitarias para cuidar a los más vulnerables.
Respecto al lavado frecuente de manos, la organización señala que se le debe animar al niño a hacerlo, y que esto puede ser a través de una canción o baile para que el aprendizaje sea divertido. “No olvides enseñarle que, aunque los gérmenes son invisibles, eso no significa que no estén presentes. Cuando los niños comprenden por qué deben lavarse las manos, hay más probabilidades de que lo sigan haciendo”.
En el comienzo gradual, es posible que el menor sienta rechazo si no queda junto a sus amigos, por lo que se le debe explicar qué sucederá, así como decirle que existe la posibilidad de un nuevo cierre y de imprevistos como contagios en el aula.
Cabe apuntar que en todo momento el niño debe sentirse apoyado por sus cuidadores y con la claridad de que puede expresarse en todo momento. Además, en caso de que no quiera volver a clases podrá seguir tomando asignaturas en línea.
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