Casi todos los días, las rastreadoras buscan a sus muertos. Optimistas contagiosas, se han involucrado de lleno en la búsqueda de sus hijos, primos, tíos, esposos.
José Nicanor era inexperto en arar la tierra y en usar machetes, pero las circunstancias lo obligaron a hacerlo. El 30 de septiembre de 2018, su hijo con el mismo nombre fue raptado por presuntos miembros del crimen organizado en Villa de Cos, Zacatecas. “Primero muerto, antes de dejar de buscar a mi hijo”, se repetía cada día desde que decidió emprender la tarea infinita de poner nombre a los cadáveres que iba desenterrando. Pero todo se torció el pasado mes de julio, cuando hombres armados rodearon su casa y se lo llevaron a la fuerza.
Tras cinco días de su rapto, José Nicanor fue hallado muerto en un sendero de tierra en Concepción del Oro en Zacatecas, una ciudad identificada como bastión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Era un hombre, recuerdan, valiente, pues había buscado a su hijo en tierras sin ley. Valiente aún, cuando había recibido amenazas de los presuntos secuestradores.
Que el cuerpo de José no haya quedado irrastreable como el de su hijo, sólo podría suponer una cosa: se trataba de un mensaje para los rastreadores del país. Según las cifras, en lo que va del sexenio han sido ejecutados al menos cinco activistas.
Hace un mes, Aranza Ramos, de 28 años, una madre de Sonora, fue secuestrada por un grupo armado y su cuerpo fue hallado poco después.
Aranza se convirtió en una buscadora y más tarde en activista cuando su marido despareció a finales de 2020. Su Facebook se tornó en una lista de rostros de desaparecidos, denuncias y súplicas por información que llevara al rastro de su esposo.
Su insistencia por buscar al hombre la puso en el radar de crimen organizado. Ramos denunció que temía por su seguridad y por la de su hija, pero todo fue en vano, pues fue levantada por una célula de delincuentes.
Antes de Aranza, en Salvatierra, Guanajuato, fue asesinado Javier Barajas, quien provocó la furia de los cárteles tras unirse a la Comisión Estatal de Búsqueda. Javier buscaba hasta por debajo de las piedras a su hermana desaparecida.
Rosario Zavala fue asesinada en la puerta de su casa en León, Guanajuato, por dos hombres armados quienes se habrían enfadado por los secretos que Zavala descubrió en medio de la indagatoria para encontrar a su hija.
En Aquila, Michoacán, Zenaida Pulido fue emboscada por un grupo de criminales mientras buscaba a su hermano.
En 2020 se localizaron 559 fosas clandestinas en el país, en las que se recuperaron 1.086 cuerpos, en medio de una espiral de violencia ligada al crimen organizado.
Más de 300.000 personas han sido asesinadas en México desde que en diciembre de 2006 el gobierno federal lanzó eL polémico operativo militar la guerra contra el narcotráfico, según cifras oficiales, que no esclarecen cuántas de las víctimas son resultado del combate contra los cárteles.
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