Eduardo Arellano Félix, ex líder del Cártel de Tijuana, se reservo su derecho a declarar en la audiencia de imputación donde la Fiscalía General de la República le acusó de cargos relacionados con narcotráfico.
El Doctor, como es conocido, compareció por videoconferencia ante Enrique Beltrán Santes, juez Segundo de Distrito de Procesos Penales con sede en Toluca, Estado de México.
Arellano Félix es considerado el último gran jefe de la organización criminal que dirigía con sus hermanos. Actualmente se encuentra preso en el Centro Federal de Readaptación Social Número 1 “El Altiplano”, a donde fue trasladado desde el pasado 23 de agosto cuando fue devuelto de Estados Unidos a México.
La audiencia tuvo lugar durante la noche de este 25 de agosto en penal donde está encerrado y, desde una sala, el capo escuchó que la Fiscalía General de la República (FGR) lo acusa por su probable responsabilidad en los delitos de delincuencia organizada, contra la salud y asociación delictuosa.
De esa manera, Eduardo Arellano Félix guardó silencio apelando a su garantía de defensa, sin que exista perjuicio alguno en su contra por esa reserva. Este derecho está garantizado en el Artículo 20 constitucional con la finalidad de que el imputado evite afectar su proceso, con o sin la asistencia adecuada.
Ahora transcurren las 72 horas fijadas como plazo procesal para que se defina su situación jurídica, es decir, si se le dicta auto de formal prisión o es dejado en libertad. Sin embargo, tiene opción de alargar ese periodo por tres días más bajo la duplicidad del término.
Un juez deberá valorar si su detención fue legal, así como las solicitudes del Ministerio Público Federal para mantenerlo en prisión preventiva por la gravedad de las acusaciones que enfrenta.
El Doctor regresó a México luego de pasar 13 años en prisión desde que fue detenido en Tijuana, Baja California en 2008. Las autoridades mexicanas lo extraditaron a California, donde la corte de distrito de San Diego lo condenó a 15 años de cárcel, el 19 de agosto de 2013, pero dada su cooperación con dependencias estadounidenses, sólo se le consideraron dos de siete cargos.
Se declaró culpable del lavado de cientos de millones de dólares para el Cártel de los Arellano Félix derivado de las ganancias por el tráfico de drogas; además de un cargo por conspirar e invertir el dinero en beneficio de la organización criminal que lleva su apellido. Las acusaciones que enfrentaba sumaban hasta 140 años encerrado.
Desde el 18 de agosto, el Buró Federal de Prisiones (BOP) confirmó que Eduardo Arellano Félix ya no se encontraba bajo su custodia y había sido liberado de la prisión de baja seguridad donde se encontraba, en el Complejo Correccional Federal Allenwood de Pennsylvania.
Ese mismo día, agentes Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE) arrestaron al capo de 63 años a través de la división de Operaciones de Aplicación de la Ley y Deportaciones.
La Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO) de la FGR solicitó y obtuvo una orden de captura que fue cumplida tras ser entregado por el ICE a las 17:45 horas del pasado 23 de agosto en el puente fronterizo que divide a Texas y Tamaulipas.
Desde ahí, Eduardo Arellano Félix fue trasladado al aeropuerto de Toluca e ingresado al penal del Altiplano bajo un fuerte dispositivo de seguridad, custodiado por el Ejército y agentes de la FGR.
Informes oficiales indicaron que, tras la caída de su hermano, Francisco Javier Arellano Félix, el Tigrillo, en 2006, el Doctor se convirtió en líder del Cártel de Tijuana junto con su sobrino, Luis Fernando Sánchez Arellano, el Ingeniero, hijo de Enedina Arellano Félix.
El Doctor conformó la organización delictiva junto con sus hermanos alrededor de 1986, para traficar drogas a EEUU, apoyados por pandillas de San Diego. La cúspide de su poder fue en la década de 1990, cuando el grupo contrabandeó cientos de millones de dólares desde Tijuana a Mexicali.
Fue detenido tras un fuerte enfrentamiento con el Ejército, el 23 de octubre de 2008, en el Fraccionamiento Misiones del Pedregal. En esa ocasión, Eduardo Arellano Félix tenía un arsenal en su poder y estaba acompañado de una niña de 11 años, su hija. Frente a los oficiales se identificó como Samuel Berramontes Flores.
La orden de arresto fue confines de extradición, pero hasta entonces, no era considerado un objetivo por autoridades mexicanas, pese a que era buscado en más de 180 países desde 2004, debido a una ficha en la Interpol. Además, el gobierno de EEUU ofrecía una recompensa de USD 5 millones por datos que llevaran a su paradero o condena.
Después de haber sido procesado en otro país, donde aceptó sus operaciones delictivas, la FGR sí lo persigue. Queda por ver si las investigaciones son sólidas y si hay celeridad en sus procesos judiciales para llegar a una sentencia condenatoria o, por el contrario, si solo queda encerrado sin mayores avances.
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