De los módulos que había en Coyoacán para detectar el virus de COVID-19 ahora quedan muy pocos y uno de ellos es el que está frente al Estadio Azteca, que con muy pocas pruebas disponibles uno tiene que madrugar para saber si esta contagiado.
Para ser el afortunado de poder obtener una de las primeras 100 fichas se tiene que madrugar. Si vives cerca de un módulo no tendrás problema, pero si utilizas algún otro medio externo para llegar, las personas tienen que levantarse más temprano de lo normal.
Si quieres ser de los primeros 10 necesitas levantarte a las 5 am para poder llegar a las 6 en punto y así ser uno de los primeros en salir. Si te levantas a las 6 de la mañana y llegas a las 7 am, probablemente ya no tengas oportunidad.
Algunas personas, como el señor José, vienen a realizarse la prueba porque en su trabajo empezaron los contagios.
“Imagínate tengo dos hijas y un sobrino. Si me contagio ¿cómo sobrevivimos?”.
En la fila no hay saña distancia. Al momento de que uno pasa para hacer la prueba tienen sillas con una distancia de metro y medio, pero uno teme con solo pensar si se contagia en la calle o en la espera de realizarse la prueba.
Mientras que los vecinos esperan impacientes a que sean las nueve, el tamal, atole, pan de dulce y café son el desayuno de esta gente que madrugó, pues muchos prefieren perder el miedo con carbohidratos.
La fila crece. Cada minuto que pasa se integra una y otra, otra y otra persona. Hace un mes, si llegaban a las 100 fichas se tenían que retirar: contagiados o no tenían que regresar con su familia.
En esta semana de agosto la tercera ola sorprendió con la cifra de 250,000 muertos confirmados por COVID-19 y mientras la cifra va en aumento, los macroquioscos disminuyeron, pues en la página test.covid19.cdmx.gob.mx señala que solo hay 16.
En el mapa también se señalan los Centros de Salud en donde realizan pruebas, pero algunos de los que estaban formados mencionaron que tienen más confianza de los lugares al aire libre, pues “en los hospitales se llenan y el contagio es mayor”.
En cuanto empieza a salir el sol uno se percata que ya se va acercando la hora de avanzar. Las familias que vienen con sus hijos y las personas de la tercera edad se van despabilando del sueño banquetero, pues el atole los hizo acurrucarse en la fría mañana.
Por fin avanzan. A las 9:16 se encontraban sentados en uno de los lugares para esperar las pruebas COVID-19. Obtuve el número 83, miré la fila que estaba detrás de mí y por suerte pasaban para hacer crecer la fila.
En la fila, una señora mencionó que su patrona junto a su hijo dieron positivo. Ella no tiene síntomas, pero se aisló durante 14 días.
La mujer vino desde Xochimilco hasta Tlalpan para poder hacerse la prueba, ya que en su alcaldía le pedían no solo registrarse y tener un formato, sino que también tenía que formarse a partir de las 4:00 am para alcanzar una prueba.
En la fila se tardaron 10 minutos en pasar a las personas: les toman sus datos, los forman para realizarle la prueba, entran a hacerse la prueba y salen con el fin de esperar alrededor de 15 minutos para el resultado.
Algunos se ven nerviosos, otros tranquilos y al momento que los llaman todos se fijan quién sale con una caja y quien sale con su hoja. Si sales con una caja es porque saliste positivo y te dieron tu kit con medicamentos, si sales con una hoja saliste negativo.
Al salir del lugar donde realizan las pruebas uno de los trabajadores mencionó que apenas iban en la ficha 183 y que al día hacen aproximadamente 500 pruebas. Aunque la cifra de muertos a causa del SARS-CoV-2 ascendió a 250,469 y se reportaron 940 nuevos fallecimientos, una cifra no vista desde principios de marzo, cuando se notificaron 1,035 decesos nuevos en un día.
De lunes a sábado muchos optan por ir a estos macro quioscos que abren a las 9:00, con el fin de saber su estatus acerca del virus, pero los que no pueden ir o no quieren saber su estatus por miedo se alejan, sin saber que sigue siendo riesgo COVID-19
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