El concilio de Cárteles Unidos obliga a pobladores a financiar la narcoguerra contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Michoacán, ya sea con recursos humanos o mediante cuotas.
José Luis Segura Barragán, párroco de la Diócesis de Apatzingán, ha recibido quejas y testimonios de quienes habitan en la llamada región de Tierra Caliente sobre esos abusos cometidos en zonas de Buenavista y alrededores de Tepalcatepec.
“Les dicen que o dan la cuota o se van”, denunció el padre en entrevista con Infobae México.
Y es que vecinos de Pizándaro, Catalinas o Vicente Guerrero se encuentran bajo el dominio de Cárteles Unidos, confluencia de células locales como los Viagras, Cártel de Tepalcatepec, Blancos de Troya, Caballeros Templarios, Familia Michoacana y agregados.
Según ha consignado el religioso, aquellas familias que no puedan enviar a uno de los suyos a pelear en las barricadas, deberán cubrir un costo que va de los 150 hasta 300 pesos semanales. De lo contrario acumulan multas o, simplemente, están a expensas de ser desplazados de sus hogares por no colaborar en la disputa territorial contra el CJNG.
De esa manera, Cárteles Unidos pasa factura al resto de la población por una batalla que afecta a sus intereses. Sin embargo, reclaman el pago con más afán porque se ven asediados ante la incursión del CJNG y necesitan recursos.
Les llaman “apoyo” o “contribuciones”, pues argumentan que es para el bienestar y protección de los municipios, los cuales se verían muy afectados ante el ingreso del cártel de las cuatro letras o los jaliscos.
“De lado de Cárteles Unidos eso es normal, ya tiene tiempo, ahora se intensificó porque parece que no tienen tanto dinero como tenían antes, aunque siguen teniendo muchísimo porque estafan a todos”.
Un recibo, difundido en redes por el canal de Unidad de Inteligencia Ciudadana, muestra que el pago sería cada viernes con posibilidad de solventar hasta el domingo o atenerse a una sanción de 500 pesos para el lunes e, inclusive, un castigo.
Esa práctica no es nueva, pues las extorsiones o cobros de piso datan de estrategias implementadas por la Familia Michoacana desde 2006. La diferencia radica en que el concilio de grupos locales intentan legitimar esas cuotas bajo la bandera de autodefensas.
Pero ese movimiento está prácticamente erradicado en la región, apuntó el párroco. Aquellos que simulan se infiltraron y permanecen como líderes de lo que siempre fueron antes de que se dijeran reconvertidos: miembros del crimen organizado.
“No hay autodefensas, porque los que se nombran autodefensas son delincuentes con camisetas de autodefensas, porque en todas partes asesinaron a los que iniciaron la lucha y no estaban de acuerdo en que maltrataran a los pueblos”, explicó Segura Barragán, quien lleva 36 años en la zona.
Eso no significa que el CJNG sea más preferible en la Tierra Caliente de Michoacán, pues igual cometen asesinatos o desapariciones. Por ejemplo, el terror que sembraron cuando llegaron a Dos Aguas, entre Aguililla y Coalcomán. Después, con la quema de casas de supuestos enemigos, secuestros de operadores, así como los ocho decapitados de Semana Santa.
A medida que avanzan las huestes de Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, sus enemigos establecen fronteras criminales o recuperan terreno apoyados por las autoridades, quienes están al servicio del mejor postor, según el padre de Apatzingán.
“Los militares van por los caminos de vez en cuando y los que huyen de ellos son los jaliscos, los que se sienten protegidos por el Ejército y la Guardia Nacional son los Cárteles Unidos”.
Por ejemplo, hace un mes, cuando los Viagras irrumpieron en Buenavista para retomar el control bajo pretexto de “rescatar” a Miguel Ángel Gutiérrez Aguilar, el Kiro. Aunque presuntamente, este sujeto jamás corrió peligro ni estuvo en manos del CJNG.
En aquel entonces, Santiago Quintero Magallón, el Maguey, lugarteniente de Oseguera Cervantes, dejó la plaza por una presunta traición interna y se dio el reingreso de Cárteles Unidos. Las fuerzas de seguridad habrían colaborado para lograr esa expulsión.
Según el padre Segura Barragán, la llegada de los Viagras fue en domingo, mientras se oficiaba una misa en la parroquia que está en el centro del pueblo. El comando de decenas de sujetos armados comenzó con balaceras y exterminios de supuestos rivales.
Aquellos que estaban en la celebración religiosa tuvieron que resguardarse en el templo durante 18 horas, desde las seis de la tarde hasta el medio día del lunes siguiente.
Unos seminaristas que realizaban el rosario en una de las colonias pasaron ese mismo tiempo escondidos bajo una cama, porque junto a la casa donde se resguardaron estaba un supuesto rival de Cárteles Unidos a quien sacaron de su domicilio.
“A mucha gente la desaparecieron, hicieron una limpia, a todos aquellos que parecía que estaban con los jaliscos a todos se los llevaron”, dijo el padre, quien acudió a Buenavista tres días después de los hechos para cerciorarse de la seguridad de sus colegas en la iglesia.
Pese a la gravedad de los crímenes, el religioso aseguró que nadie se atreve a denunciar porque policías, agencias de la fiscalía y el mismo Ejército, están corrompidos y actúan en contubernio con los grupos armados. No haya garantías para confiar en los agentes del Estado.
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