La narcoguerra mantiene en vilo a pobladores de Coalcomán, Michoacán, quienes han depositado su seguridad en un milagro divino ante la disputa territorial del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) contra Cárteles Unidos.
José Luis Martínez Chávez, párroco del municipio, llamó a los fieles católicos como al resto de los vecinos para congregarse a la altura de Maruatilla, sobre la carretera principal que conecta con Tepalcatepec.
Por la tarde de este 16 de agosto, decenas de personas que viven olvidadas por las autoridades acudieron para rezar por la paz.
“Nosotros queríamos que estos grupos antagónicos, grupos de poder, en conflicto, en primer lugar queríamos que supieran que estamos haciendo oración por la paz y que no nos dan miedo, que no nos da miedo enfrentar nuestra situación, por eso nos quisimos acercar”, dijo el padre Martínez Chávez en un video difundido vía Facebook acerca de la misa de este lunes.
Por fotografías compartidas en la misma red se observa que la celebración religiosa fue al lado de un campo de jitomates. Algunos motociclistas sí pueden circular por las orillas, pues han rellenado con palas un pequeño paso. Pero vehículos de mayor tamaño se ven impedidos.
Y es que ni las familias desplazadas, ni las denuncias en redes han provocado que el gobierno estatal y federal atiendan a la población. Aparentemente, solo les resta apelar a su fe para que vuelva la tranquilidad.
Al ser consultada por este medio, la Secretaría de Seguridad michoacana no ofreció un posicionamiento para esclarecer qué sucede en Coalcomán o qué eventos de violencia se han suscitado en aquella región de la llamada Tierra Caliente.
En la última semana, los enfrentamientos y amenazas de grupos criminales obligaron a la salida de quienes habitan en ocho rancherías, entre ellos los del Salitre.
“Estamos haciendo oración por ellos, por su conversión, que donde ellos han creado muros de odio, ahí nosotros queremos derrumbar para crear fraternidad, que ahí donde ellos abrieron zanjas, nosotros queremos crear puentes, ahí donde han sembrado el odio queremos sembrar la paz”, insistió el padre de Coalcomán en su mensaje.
Según las imágenes difundidas por habitantes, al menos habría hasta tres cortes carreteros que impiden el tránsito de vehículos y personas. Pero hasta la tarde de este lunes, eso no se había resuelto.
La zanja de Maruatilla tiene poco menos de tres metros de profundidad, pero vecinas del lugar comentaron que habría otra de mayor tamaño, kilómetros adelante.
Otras fotografías compartidas dan muestras de solidaridad con quienes huyeron buscando refugio. Hombres y mujeres hicieron fila para recibir una despensa. De acuerdo con el párroco José Luis Martínez Chávez, los desplazados se resguardan con familias de la cabecera municipal.
El pasado 11 de agosto fueron difundidos videos donde se observaban mujeres, niños y niñas, además de otros menores cargados en brazos, que caminaban, o eran conducidos en su carriola. Todos llevaban mochilas en la espalda. Ellos fueron obligados a abandonar sus casas ante la ola de inseguridad.
En una carta emitida por la Parroquia de Santiago Apóstol, ubicada en Coalcomán, se denunció que los habitantes temen por el asedio de la violencia ante la inacción del Ejército, la Policía de Michoacán y ni qué decir de los agentes municipales.
Desde hace un par de años, la región padece enfrentamientos entre el CJNG y el concilio de Cárteles Unidos que agrupa a células locales como el Cártel de Tepalcatepec, Blancos de Troya, los Viagras, Caballeros Templarios, Familia Michoacana y agregados.
Apenas el 5 de agosto la policía del estado reparó una zanja cavada por Cárteles Unidos en Maruatilla, a menos de diez minutos en auto desde Coalcomán y poco más de una hora desde Tepalcatepec. Presuntamente, la interrupción vial sucedió por la madrugada y hasta el medio día acudieron autoridades.
Un día antes, la misma organización criminal bloqueó el paso con vehículos incendiados sobre la misma carretera de Coalcomán, pues se impidió el tránsito del CJNG al bastión del Cártel de Tepalcatepec donde opera su cabecilla principal, Juan José Álvarez Farías, el Abuelo.
Las células michoacanas han desplegado diversas estrategias para atraer la atención de autoridades que les beneficien en su lucha contra el CJNG, grupo comandado por Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho. Lo mismo simulan ser autodefensas o graban mensajes al presidente de México con niños y mujeres que reclaman la presencia del Ejército.
Destruir carreteras es una de sus firmas más características, usada para proteger lo que consideran su territorio o, al menos, detener por horas o días los ataques.
Después de que hay reparaciones, vuelven a bloquear y romper otros tramos. Ese desgaste lleva a los habitantes a la desesperación, quienes se encuentran atrapados entre tácticas criminales y al mismo tiempo exigen actuación para restablecer el libre tránsito, el orden y la paz.
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