Coalcomán es un mal lugar para vivir y mucho peor para morir. Al menos, así lo interpretan los habitantes de este municipio, ubicado en la cordillera Sierra Madre del Sur de Michoacán.
Desde hace semanas los tiroteos se suceden, los enfrentamientos y ejecuciones. Por las noches las calles lucen vacías y los habitantes que se quedan, esperan armados bajo la luz de los faroles.
En esta región, la huella de los cárteles Unidos y Jalisco Nueva Generación es profunda. Según los pobladores, su llegada abrió un nuevo ciclo.
Investido de armas poderosas y apoyado de un sinfín de sicarios, la organización liderada por Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, rompió con el autoritarismo de Cárteles Unidos en la región, y en pocos meses cayeron varios de sus líderes. Pero la estrategia del terror no se completó sino hasta el destierro de los habitantes de Coalcomán, quienes han contemplado espantados el avance de la organización criminal.
“Viene una guerra entre los narcos”, fueron esos los presagios de los vecinos del municipio, que hoy es epicentro de la disputa entre cárteles.
De acuerdo con una carta emitida por la Parroquia de Santiago Apóstol, ubicada en Coalcomán, habitantes de ese municipio viven en la incertidumbre por la disputa territorial de facciones delictivas. Temen por el asedio de la violencia ante la inacción del Ejército, la Policía de Michoacán y ni qué decir de los agentes municipales.
Jorge Luis Martínez Chávez, párroco de la entidad, acusó en la misiva que los hombres armados los “están llevando entre las patas”, pues al menos una víctima mortal se ha registrado en las últimas semanas. También denunció que los miembros de la delincuencia destrozaron carreteras entre Tepalcatepec y Coalcomán, cometen asesinatos por doquier, cortan líneas telefónicas y el acceso a internet es limitado. Padecen lo mismo que en Aguililla, donde siguen atrapados por la guerra del narco.
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