Moisés Brito Bautista, jefe de sicarios de Guerreros Unidos, apodado el Bandam. Cargaba con una orden de aprehensión por homicidio calificado relacionado con la desaparición los 43 normalistas de Ayotzinapa. Esta semana fue asesinado en una plaza de Cuernavaca, Morelos.
En uno de los tantos reacomodos originados por la sucesión perpetua de capturas y matanzas, Brito Bautista quedó al frente de la facción denominada La Bandera, de Guerreros Unidos. Las autoridades lo retrataban como un hombre engreído, soberbio y confiado, lo que lo llevó a su muerte el pasado lunes 2 de agosto.
Ese día el cabecilla criminal condujo directo a una trampa. Acompañado de una mujer, el Bandam llegó a Galerías Cuernavaca abordo de un lujoso Mercedes Benz. Se reuniría, según informaron las autoridades, con un socio para cerrar el trato del envío de un paquete de cocaína. Pero este hombre, escoltado por dos sujetos más, abrió fuego contra el Bandam; una bala lo atravesó sin posibilidad de sobrevivir.
De origen humilde como casi todos los miembros del narco, el Bandam, de 33 años no supo administrar el poder que tuvo. Lo dilapidó en fiestas suntuosas, parrandas interminables, en lujos extravagantes, en champaña, ropa y calzado de marca, autos, viajes y armas chapeadas de oro. Con su muerte, este cabecilla criminal se lleva a la tumba información valiosa sobre lo que pasó realmente con los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
La ejecución del líder es la última en la estructura del cártel Guerreros Unidos, que en 2014 ocupó las principales páginas de la prensa nacional e internacional por el caso de los jóvenes normalistas. Según el periodista Óscar Balderas, siete años después de ese hecho, la organización criminal está en vías de extinguirse.
El fundador de Guerreros Unidos, Mario Casarruvias Salgado, murió el pasado 25 de julio en el Hospital Militar de la Ciudad de México a causa del coronavirus. Los reportes indican que este hombre apodado el Sapo Guapo se contagió del virus en el penal del Altiplano, donde fue ingresado desde abril de 2017.
Casarruvias es hermano de Sidrionio y José Ángel, el Mochomo, también presos en esta cárcel de máxima seguridad. Junto a ellos, otros líderes han caído en desgracia.
Según advierten los analistas en seguridad, de ser uno de los cárteles más infames de México, Guerrero Unidos pasó a la irrelevancia, de ahí el hecho que su nombre se escuche en unos pocos sitios de Guerrero y Morelos.
La semana pasado, el gobierno de Estados Unidos cerró el caso contra ocho criminales de Guerreros Unidos, vinculados al caso Ayotzinapa. De acuerdo con los expedientes de estos capos, cinco de ellos se encuentran libres, y los restantes se encuentran en acuerdos con el país norteamericano.
El descabezamiento del grupo criminal, afirma Balderas, podría dar paso al nacimiento de una célula más infame y peligrosa identificada como Los Números, una banda de criminales que amenaza con incendiar a Tierra Caliente.
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