“¡Dios ya te liberó!”: así son los fraudulentos rituales de las terapias de conversión para expulsar espíritus malignos

En entrevista con Infobae México, una sobreviviente cuenta cómo son las “liberaciones” que realiza el ECOSIG Exodus Latinoamérica

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Carmen Francisco nos explica qué son las liberaciones, prácticas que realizan ECOSIG como Exodus Latinoamérica (Video: Juan Vicente Manrique/ Infobae México)

Carmen Francisco vive al suroeste de la Ciudad de México. Para llegar a su casa hay que bajar unas escaleras que atraviesa continuamente un trasiego de gente, entre panaderos, vendedores del gas, ambulantes y residentes de la zona.

A solo unos pasos de la vivienda hay una capilla muy pequeña. Al ver el altar, algunos vecinos se santiguan. Enseguida, Carmen sale al pasillo y nos invita a entrar a su domicilio.

La maestra y pedagoga de 34 años parece un poco reservada e introvertida, pero cuando comenzamos a charlar, la conversación fluye fácilmente; ríe y cuenta anécdotas divertidas que colorea con gran naturalidad y una sonrisa sincera. En su camiseta se lee la frase “Believe in love”, que en inglés significa “Creer en el amor”. Al fondo, en uno de los cuartos, su prometida da clases en línea, así que procuramos no hacer demasiado ruido.

Después de conocer las historias de Iván Tagle, Jazz Bustamante, y Luis -nombre ficticio para preservar su anonimato-, Infobae México regresa a la capital del país para incluir en esta serie a uno de los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG) más famosos y poderosos del mundo; una red amplísima que extiende sus tentáculos sobre el territorio nacional y que Carmen conoce muy bien: Exodus Latinoamérica.

Carmen Francisco (Foto: Infobae México)
Carmen Francisco (Foto: Infobae México)

La vocecita de la culpa

Antes de los 22 años, Carmen había tenido solamente novios. Nunca se había sentido atraída por una mujer.

Cada domingo acudía a la Iglesia. Tenía muy buena relación con sus pastores y siempre se ofrecía a ayudarles: participaba en los eventos de la parroquia, tomaba fotos, gestionaba las redes sociales... Rezaba y trataba de vivir según la ley de Dios. Era el ejemplo perfecto de una buena cristiana, de una evangelista modelo. Sin embargo, a los 22 años, ocurrió un giro inesperado que trastocó su mundo: descubrió que se había enamorado de su mejor amiga.

“Yo salía constantemente con ella. Y esta relación de amistad empezó a cambiar. Dije: ‘¿qué está pasando? Ya no estoy sintiendo lo que se siente por una amiga, sino algo más; algo más especial, más cercano, más íntimo’. Y estaba confundida. Nunca había sentido algo así por una mujer, pero estaba más confundida porque era mutuo”, recordó Carmen.

No dijeron nada, nunca lo hablaron, pero las dos sabían que se habían enamorado la una de la otra. Al final, ocurrió lo inevitable: se dejaron llevar y comenzaron una relación a escondidas que nunca llegaron a oficializar con palabras.

Aunque Carmen se sentía feliz cuando estaban juntas y no podía escapar a esa suerte de magnetismo que une a dos personas que se atraen sin remedio, cada vez que se despedían le invadía una culpa muy amarga. Una vocecita le martilleaba siempre la cabeza recordándole que había pecado y que se estaba alejando de Dios.

“Al momento en que nos separábamos empezaba a escuchar esa voz en mi cabeza como de ‘tú no tienes que estar ahí', ‘ese no es tu lugar’, ‘no tienes por qué estar ahí'. También escuchaba las voces de la Iglesia, de los pastores, de lo que dice la Biblia: ‘solo hay un modelo de familia y no hay otro’, y ‘tú eres una mujer y tienes que estar con un hombre’’”.

La culpa y la vergüenza la reconcomían por dentro, la mortificaban. “Está mal, es incorrecto, no puede ocurrir”, se repetía. Le aterrorizaba pensar que sus hermanos en la fe pudieran descubrir lo que estaba haciendo. Vivía cada día un conflicto interno que la atrapaba entre el amor que sentía por su pareja, las expectativas que debía cumplir en su Iglesia, y la angustia de saber que había desobedecido los mandamientos de Cristo.

“Justo de ahí venía el conflicto. ¿Cómo es que me puedo sentir tan bien con esta persona cuando sé que estoy alejándome de Dios por hacer esto, por estar con ella?”, explicó Carmen.

Unos seis meses después de empezar la relación, la maestra -que entonces era estudiante universitaria-, se reunió con una buena amiga, también evangelista, que intuyó que Carmen escondía algún secreto.

“Estuve hablando con ella y me animó a confesarle. Me dijo, ‘no, pues eso es algo bastante grave. Lo que me platicas, lo que tú viviste se llama quebrantamiento espiritual. Un área de tu vida, específicamente el área sexual, fue quebrantada, por lo tanto necesitas ser restaurada. Yo conozco un lugar en el que te pueden ayudar con tu quebrantamiento y te puedo llevar’”, recordó la pedagoga.

La amiga de Carmen pertenecía a una red de Iglesias evangelistas denominada Asambleas de Dios. En ese entramado religioso cuentan con un directorio en el que explican a qué se dedica cada una de las parroquias del grupo. Las personas con Atracción al Mismo Sexo (AMS) por quebrantamiento sexual debían acudir al Centro Evangelístico Emmanuel, ubicado en la Ciudad de México.

“En su directorio era como de... ‘si te llega alguien con AMS mándalo aquí'. Los pastores [de mi amiga] tenían como el vínculo. Ella lo que hizo fue decirle a los pastores, pedirle el dato e hizo la cita. Y entonces fue que me llevó”.

(Foto: Infobae México)
(Foto: Infobae México)

Centro Evangelístico Emmanuel

Aunque por fuera parece un edificio cualquiera, el Centro Evangelístico Emmanuel es uno de los templos en México de Exodus Latinoamérica, una asociación de ministerios cristianos que tiene como único objeto “restaurar la sexualidad” de gays, lesbianas, y en general, de todo aquel que no se asuma heterosexual.

En opinión de esta organización, que forma parte a su vez de un grupo más amplio llamado Exodus Global Alliance, la sociedad “navega a la deriva” al favorecer un estilo de vida que se basa “en la fluidez de los sentimientos sin bases morales”, y que pervierte la ley de Dios.

En México, Exodus Latinoamérica cuenta con el apoyo de la Iglesia evangélica Asambleas de Dios, que cuenta con más de seis mil centros distribuidos en todo el país, entre los que se encuentra el Centro Evangelístico Emmanuel. En la misma línea, esta denominación cristiana insiste en que “la biblia identifica consistentemente la conducta homosexual como pecado” y que “cualquier tipo de actividad homosexual es contraria a los mandamientos morales que Dios nos ha dado”.

A Carmen, la Iglesia le quedaba lejos de casa, pero al final decidió ir porque no quería seguir distanciándose de Dios.

“Si aquí me dicen que pueden cambiar esto que estoy sintiendo porque me hace sentir culpable, y me hace sentir que me estoy alejando de Dios, que para mí es muy importante, pues entonces voy”, explicó la maestra.

La Iglesia se encuentra a unos pasos del Metro San Antonio Abad, ubicado en la alcaldía Cuauhtémoc, al centro de la Ciudad de México. Carmen entró y vio que era un edificio muy grande, con muchos salones. Para ser atendido había que agendar cita previa, y por supuesto, era requisito identificar la parroquia de la que procedías.

La maestra se presentó y uno de los feligreses la llevó hasta un salón que había junto al Auditorio, donde la iba a recibir el coordinador de “Cambio de Rumbo”; así se llama el ministerio de Exodus Latinoamérica que “cura” a personas con atracción al mismo sexo no deseada.

(Foto: Infobae México)
(Foto: Infobae México)

La entrevista fue muy violenta. Aquel hombre desconocido le hizo a Carmen preguntas muy íntimas sobre su relación lésbica. Ella, que no se había atrevido a hablar del tema durante meses, se sintió intranquila y muy incómoda con el interrogatorio. Él le preguntó incluso si había llegado a tener relaciones sexuales con su mejor amiga. Contestar a todas las dudas del director era obligatorio si querías formar parte del programa.

Además, en la reunión le hicieron firmar un documento en el que se comprometía a asistir siempre a la supuesta terapia y a decir siempre la verdad. Aunque se trataba de un servicio de Iglesia gratuito, le comentaron que podía dar aportaciones voluntarias. En el caso de Carmen estas cuotas iban de 100 a 150 pesos por sesión (de USD 5 a 7,54).

Ya para terminar, el director le asignó a una asesora.

“Me decían ‘tenemos varios, pero ella es la número uno. Te tocó la mejor’”.

Supuestamente, esta consejera era “la máster del tema”. Tenía la licenciatura en psicología y contaba con una larga experiencia, así que Carmen creyó que estaba en buenas manos.

“No solamente trabajaba allí en la Iglesia, sino que efectivamente es psicóloga, tiene su título, tiene su cédula y de entrada fue, ah, puedo confiar en ella porque es profesional y de una de una las universidades más prestigiosas del país. Está bien”.

Sin embargo, los procesos que llevaba a cabo aquella consejera se alejaban mucho de una práctica psicológica profesional y ética.

(Foto: Google Maps)
(Foto: Google Maps)

Las asesorías: “Apresuremos los pasos del varón de Carmen”

En las primeras sesiones, la asesora, como es habitual en los ECOSIG, se dedicó a ahondar en el pasado de Carmen en busca de un trauma. Si querían “curar” el supuesto quebrantamiento sexual era necesario descubrir qué situaciones se habían dado en la infancia de Carmen que habían desencadenado el AMS.

“Me hacía preguntas como de... ‘¿qué recuerdas de tu infancia? ¿Algo que hayas vivido como muy fuerte, alguna herida?’, indagando para saber por qué ocurrió eso de que me enamorara de una chica”.

Tanto la Facultad de Psicología de la UNAM como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) han establecido que, al atender a una persona LGTBI, el terapeuta no debe intentar determinar las causas que provocaron su orientación sexual o identidad de género, ya que no es relevante para la práctica psicológica. Pero de nuevo, vemos en esta serie un ejemplo de pseudo psicólogo con titulación que patea las bases de su disciplina académica.

En realidad, Carmen tuvo una infancia feliz. Después de revisar recuerdos casi siempre alegres de una niña amada, sin ser capaz de identificar algún trauma impactante, la pseudo terapeuta de Cambio de Rumbo concluyó que el AMS de Carmen surgió porque sus padres la educaron como a un niño, permitiéndole ser ruda, jugar al futbol y otros deportes de chicos; dijo que en su opinión, ellos no habían sido demasiado afectuosos con su hija; y por último, subrayó la dificultad de Carmen para relacionarse con “los varones”.

“¿Cómo vas a poder estar con un hombre si solo estás con mujeres?”, le decía.

Para mitigar esta supuesta incapacidad de interacción con las personas del sexo opuesto, le marcaba tareas. Una de ellas consistía en acercarse a algún chico de la Iglesia para entablar una amistad o bueno, lo que surgiera. A menudo la consejera oraba en la oficina y le pedía a Dios que se diera prisa en enviar al hombre de Carmen: “Dios, apresura los pasos del varón de Carmen, Dios, apresura sus pasos”.

(Foto: Infobae México)
(Foto: Infobae México)

También le hizo leer un libro titulado “¿Cómo ser libre del lesbianismo?” y subrayar capítulo por capítulo los fragmentos con los que se sintiera identificada. Todavía recuerda la impresión que sintió al leer la portada.

“Cuando vi el libro dije, ‘¿qué onda con esto?’ Incluso lo forré para que no se viera el nombre, pues lo tenía ahí junto a mi biblia y demás, y era como... bueno, lo forro y ya nadie sabe de qué se trata esto, porque no era algo que supieran en mi casa, ni mis amigas, más que quienes me llevaron a este lugar”.

Además de realizar estas actividades, tenía que asistir a los eventos masivos que realizaba Exodus y que costaban unos 700 pesos (USD 35,21). Tanto en estos actos como en las asesorías, Carmen vio que asistían menores de edad.

Por supuesto, al comenzar el proceso la maestra tuvo que llevar a cabo la tarea más difícil: decirle adiós para siempre a la mujer que amaba.

“A partir de que empiezo a ir a este lugar sí... definitivo. Y fue supertajante. Simplemente escapé. Me desaparecí. Me borré del mapa. Lo último que hice fue que le escribí un correo electrónico y le dije ‘no puedo con esto... me rebasó'. No puedo estar aquí. Me voy. Y lo peor es que le había dicho, me voy de la peor manera porque me voy amándote como a nadie”.

Nunca más volvieron a hablar.

(Foto: Infobae México)
(Foto: Infobae México)

Liberaciones: un exorcismo para sacar el demonio

Más allá de las asesorías, el método de Exodus Latinoamérica para restaurar a las personas homosexuales comprende prácticas mucho más oscuras y siniestras; rituales que ellos llaman “liberaciones” y que tienen como objeto expulsar a los demonios.

“En algunas denominaciones de cristianos creen en lo que se llama liberación, que es que, a través de estar orando, se puede liberar tu cuerpo de algún espíritu maligno. Como que saliera, como si lo expulsaras. Podría ser como un símil con lo que en la Iglesia católica en algún tiempo fueron los exorcismos, que sacaban un demonio de ti”.

Para estos grupos de cristianos, las personas de la comunidad LGTBI tienen un espíritu maligno en su interior que está haciendo daño, y les provoca el quebrantamiento sexual.

“Mi amiga me decía que cuando tú tienes intimidad con otra persona sus espíritus y los tuyos como que se fusionan. Y entonces pues todo lo demoniaco que tenía esta persona se te pasó a ti. Me decía ‘tú eres una persona muy espiritual y ella no, como si hubiera manchado lo tuyo con lo suyo. Y entonces tienen que restaurarte, liberarte de eso, todo eso que depositó en ti, sacarlo’”, recordó Carmen.

Estas liberaciones las llevaba a cabo su asesora, licenciada en psicología. Carmen se arrodillaba sobre la alfombra de la oficina del Centro Evangelístico Emmanuel y entonces, su consejera comenzaba a orar en una lengua extraña.

“Es como un concepto muy cristiano. Se supone que cuando tú estás llena del espíritu santo puedes empezar a hablar en lenguas que no conoces, estás como ya en un nivel espiritual muy elevado. Yo me imagino que le hablaba al espíritu que supuestamente había en mí”.

Las personas que creen en las liberaciones aseguran que el demonio puede abandonar el cuerpo de distintas formas. Una de las manifestaciones más claras es a través del vómito. Carmen llegó a vomitar en tres ocasiones. Hoy entiende que fue por el poder de la sugestión.

“Hubo al menos dos o tres ocasiones en que sí ocurrió. Entonces yo no sé qué tanto era como la sugestión, o entrar en trance bien cañón que sí vomitaba. Entonces yo estaba ahí en el piso y estaba llorando y pidiéndole a Dios que me cambiara, y entonces vomitaba”, recordó.

En ese momento, su asesora gritaba: ¡Gloria a dios! ¡dios ya te liberó!

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