La desesperación y el dolor de las Madres Buscadoras de Tamaulipas han llevado a estas mujeres a pedir una tregua al Cártel del Golfo, una de las estructuras de narcotráfico más poderosas de México.
A través de una carta, los familiares de los desaparecidos, enviaron un mensaje a la célula delictiva de Los Ciclones —que el pasado 19 de junio provocó una masacre en Reynosa, Tamaulipas— para poder ingresar al predio de la Bartolina a fin de exhumar e identificar los restos que se encuentran en la zona.
Las madres buscadoras apelan a los “grandes corazones” de los criminales para que den la autorización de entrar a la región. En el escrito destacaron las acciones del cártel a favor de la población durante el inicio de la pandemia, cuando repartieron despensas e insumos primordiales. Destacaron que ni buscan culpables, sino a sus hijos y esposos.
El colectivo formado por 200 familias pidió que la respuesta de los criminales fuera de la misma forma en que anunciaron una tregua entre sus escisiones.
El pasado fin de semana en diversos puntos de Reynosa y Río Bravo fueron halladas narcomantas firmadas por los líderes del Cártel del Golfo quienes anunciaban una pax narca entre sus células internas: Los Metros, Los Ciclones y su brazo armado Los Escorpiones.
La Bartolina es un centro de exterminio que el Cártel del Golfo utilizó entre 2009 y 2016. Está ubicado en Matamoros, Tamaulipas, a sólo 42 minutos de Brownsville, Texas, en EEUU. Su existencia fue revelada tras la detención del narco identificado como el Ciclón 40 y/o Comandante Fili.
Este sujeto de nombre Caudillo Salinas impuso durante varios años el terror en la población: años de cadáveres decapitados, cuerpos colgados, de años sin ley.
La carrera criminal del Ciclón 40 acabó en 2016 cuando fue detenido y extraditado a Estados Unidos. Según reveló la DEA, el hombre entregó información a cambio de su libertad. Al siguiente año regresó a Matamoros donde fingió su muerte. Pero no fue hasta dos años después que sucedió. El líder de la célula criminal de Los Ciclones fue ejecutado por un grupo rival.
Los datos revelados por el cabecilla criminal sirvieron para que en 2016, los militares y elementos de la fiscalía comenzaran a estrillar la tierra de La Bartolina. Se realizaron una veintena de excavaciones y en siete de ellas se encontraron ropa, relojes, pulseras, facturas, licencias de manejo, dientes y rosarios.
La limpieza del campo de exterminio llevó a la organización criminal a desplazarse de la zona. Durante esa época, el silencio se apoderó de las autoridades de Tamaulipas.
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