La suya es una historia de amor inusual: una pareja que se conoció para enamorarse y que terminó matando juntos. La historia llamaría a los dos mexicoamericanos como Los Sádicos de Matamoros.
Rudolfo, o Rodolfo Infante Jiménez, nació en 1963 en San Benito, Texas, Estados Unidos. Anna, o Ana María Ruíz Villeda, nació en 1971 en San Luis Potosí, en México.
1991 fue el año de su reinado de terror. En Matamoros, cuyo nombre oficial es Heroica Matamoros, ciudad fronteriza y municipio en la entidad federativa de Tamaulipas, al norte del país, asesinaron a por lo menos ocho mujeres.
Ambos eran motivados por una conducta sexual compulsiva, de acuerdo con autores como Michael Newton en su The Encyclopedia of Serial Killers y Bad Girls Do It!: An Encyclopedia of Female Murderers.
Su modus operandi era simple, efectivo y cruel. Engañaban a sus víctimas, mujeres jóvenes, con la promesa de ofrecerles dinero y empleos como trabajadoras del hogar. Al citarlas en su domicilio, en una granja comunal, las capturaban.
Ahí empezaba la barbaridad. Juntos las torturaban, violaban, les robaban sus pertenencias y las torturaban hasta estrangularlas y asesinarlas.
Fue hasta octubre de 1991 que fueron arrestados por las autoridades mexicanas. Los dos fueron sentenciados a 40 años de prisión, según el medio Orlando Sentinel. En ese entonces era la pena máxima en el estado de Tamaulipas.
Los Sádicos de Matamoros, el sábado 19 de octubre, fueron cuestionados por la policía sobre otro homicidio en una entidad federativa distinta. Agentes de Monterrey contactaron a elementos de seguridad en Matamoros pidiendo ayuda para encontrar a los responsables del asesinato de una menor de edad que fue violada y ahogada en septiembre de ese año.
“Dijeron que la última vez que la vieron con vida fue acompañada de una pareja”, declaró Eloy Treviño Gracia, entonces comandante de la Policía Judicial del Estado de Matamoros, reportó la Associated Press.
Rodolfo, de 28 años de edad al momento de ser capturado, y Ana, de 20, se encontraban detenidos en los cuarteles generales de la policía.
Medios locales reportaron que “a petición del hombre” ella ofrecía el empleo a las víctimas que después eran atacadas sexualmente. En 1991, la amiga de una de las mujeres denunció su desaparición. Además, señalaron que en las declaraciones Rodolfo acusó a Ana de ser la mente maestra de los homicidios y la responsable de todo lo ocurrido.
La policía informó, según la AP, que las víctimas tenían entre 14 y 20 años de edad. Sin embargo, nunca se reveló la edad para la menor hallada muerta en Monterrey.
Se aprovecharon del sueño americano y el deseo de encontrar una mejor calidad de vida. La mayoría de las mujeres jóvenes que asesinaron provenían de lugares rurales o pueblos en México: viajaban a la ciudad para encontrar trabajo y después cruzar el Río Bravo hasta llegar a Brownsville, Texas.
Sin embargo, el comandante Treviño Gracia dijo que los Sádicos negaron haber estado en Monterrey. Rodolfo Infante Jiménez se declaró culpable y admitió tres de los homicidios. También afirmó que Ana María Ruíz Villeda mató a cinco de las mujeres y que era la mente detrás de sus crímenes. Ella, por su parte, negó estar involucrada.
Autoridades informaron ese sábado 19 de octubre de 1991 que habían hallado el cadáver de la octava víctima: lo habían encontrado “semanas atrás” pero solamente se habían percatado que era parte del caso tras una búsqueda de registros, señaló Treviño Gracia.
Varios de los cuerpos de las mujeres jóvenes de entre 14 y 20 años se descubrieron en las aguas del Río Bravo y en canales de riego, reportó la policía.
Y es que aunque la trágica historia haya ocurrido en la década de los noventa, la problemática continúa: en noviembre del 2020, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia hacia las mujeres, integrantes de la Colectiva Feminista Mujer Manglar cambiaron algunas nomenclaturas de las calles de la zona sur de Tamaulipas para recordar a las víctimas de feminicidios.
A través de redes sociales la Colectiva destacó: “Cada una de ellas nos duele y es por eso que gritamos justicia, reparación y memoria ante los casos de Feminicidio en Altamira, Tampico y Ciudad Madero”.
De ese modo, escribieron los nombres y edades de las mujeres que murieron por violencia de género, así como la fecha del feminicidio y el tipo de arma que se usó sobre estampas diseñadas como señales urbanas que dan nombre a las calles y las pegaron encima de estas placas.
“Salimos a visibilizar los nombres de las víctimas de feminicidio en la zona conurbada y sabemos que nos faltan muchas más, cuyos nombres no resonaron en los medios”, agregaron.
En ese entonces, Colectiva Mujer Manglar lamentó que actualmente sólo se tuvieran contabilizados 10 casos investigados como feminicidios en Tamaulipas, ya que, resaltaron, ellas cuentan con otros datos de más casos de feminicidios en el estado del norte.
“Exigimos a las instancias correspondientes a que se integren correctamente los expedientes de las víctimas y que se investigue y persiga de oficio a los Feminicidas”, demandaron con el hashtag #cuántasmuertassonmuchas.
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