Ni siquiera pasaron 24 horas para que el llamado pacto del Cártel del Golfo tuviera sus primeros indicios con la ejecución de Édgar Valladares Hernández, el Maestrín, señalado como responsable de ordenar el asesinato de 15 civiles inocentes en Reynosa, Tamaulipas, hace poco más de un mes.
Informes extraoficiales circularon desde la tarde del reciente 27 de julio, pues durante la madrugada trascendió que fueron localizados dos cadáveres en inmediaciones de la carretera Reynosa-Río Bravo.
La Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas ha confirmado este 28 de julio que uno de los cuerpos es el de Valladares Hernández. Fue hallado al interior de un vehículo con impactos de arma de fuego junto con otro sujeto, quien se presume fungía como su escolta y ha sido ubicado como el Vale, pero que hasta el momento no ha sido identificado.
Inicialmente se encontró entre las ropas de una de las víctimas, una licencia de conducir con el nombre de Edgar Valladares Hernández, pero de acuerdo con los procedimientos periciales se realizaron los estudios forenses y de identidad para corroborar esa información
Pese a que las versiones preliminares dieron cuenta del hallazgo alrededor de las 01:20 horas del martes, la dependencia ministerial precisó que el cuerpo fue encontrado la noche del pasado lunes 26 de julio.
De esa manera, el Maestrín habría sido ejecutado el mismo día que aparecieron narcomantas en Reynosa, Tampico, Padilla, Matamoros, y la frontera con Estados Unidos, en Río Bravo. Los mensajes del Cártel del Golfo anunciaron un acuerdo por la paz de Tamaulipas, con la condena indirecta por aquella masacre del 19 de junio.
Valladares Hernández fue identificado como líder de los Escorpiones, una de las células del Cártel del Golfo que incursionaron para acribillar a taxistas, albañiles, el dueño de una tienda, un joven que solo caminaba por la banqueta y tres miembros de una familia a quienes les despojaron de su camioneta.
Durante la noche de este martes circuló la primera imagen de su rostro ensangrentado, con manchas hemáticas secas y partes destrozadas a la altura de la nariz y ojos. Su cabello corto, las cejas, el bigote, así como la barba bajo el mentón alcanzaban a distinguir al Maestrín, pese a lesiones y párpados mojados con la sangre. Quedó con la boca semiabierta en el rigor mortis.
Tras la ejecución del capo se han desencadenado versiones que apuntan a la represalia interna en el Cártel del Golfo. Presuntamente, líderes del Grupo Scorpion, Metros y del Grupo Rojo habrían obtenido la cabeza de Valladares Hernández a cambio de concretar la tregua y como signo de castigo por la masacre de Reynosa.
El primer nombre que suena como traidor de Valladares Hernández es José Alfredo Cárdenas Martínez, el Contador, sobrino de Osiel Cárdenas Guillén, último gran líder del Cártel del Golfo. El Contador fue liberado por la justicia mexicana, por segunda vez, el 29 de octubre del año pasado. Tras volver a Tamaulipas, siguió en el negocio en franca disputa contra Evaristo Cruz Sánchez, el Vaquero, detenido por el Ejército en abril pasado.
El Maestrín fue responsabilizado por Jonathan Balderas Rodríguez, uno de los sicarios detenidos por el multihomicidio del 19 de junio, quien declaró desde la cama del hospital que la embestida contra la población buscaba simple y llanamente “calentar la plaza”, y que tanto él como el resto de los asesinos habían seguido las órdenes del cabecilla de los Escorpiones para asesinar a diestra y siniestra en las colonias Bienestar, Almaguer, Fidel Velázquez, Lampacitos y Unidad Obrera.
Esto concordó con las primeras hipótesis de la fiscalía tamaulipeca, pues la dependencia indicó que células de Ciclones y Escorpiones incursionaron en la zona donde operan los Metros con el fin de generar desestabilización social.
“De acuerdo con las primeras indagatorias, Valladares Hernández fue señalado como uno de los autores intelectuales del homicidio de 15 civiles en varias colonias de Reynosa”, informó la dependencia ministerial este 28 de julio.
Durante la entrevista, Balderas Hernández reveló que él y sus cómplices rondaban por la zona del ataque desde las 09:00 horas y recibieron la orden para desatar el terror. Contó que su mando estaría oculto en Río Bravo, probablemente, pero no podría asegurarlo luego de los hechos.
Todavía por la mañana del martes reciente, cuando el cuerpo del Maestrín ya había sido localizado, se reportaron narcomantas de paz del Cártel del Golfo, pero en el municipio de Ciudad Valles, San Luis Potosí. La lona era similar a las que fueron colgadas en Tamaulipas y con el mismo texto. El narcomensaje fue ubicado en el puente del bulevar México-Laredo, frente a una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social.
El presunto pacto fue justo cuando se cumplió un mes de la masacre, pero se dio a conocer una semana después.
“A toda la ciudadanía del estado por medio del presente les hacemos de su conocimiento que hoy día 19 de julio pactamos la tregua de la tranquilidad y nos solidarizamos con el pueblo y con principios e ideologías coherentes a generar la paz”, indica parte del texto.
“Lo primordial es que los pueblos que cuentan con nuestra presencia se sientan seguros con ella sin preocupación alguna firmando entre nosotros la paz y fortaleciendo la unión de nuestras plazas demostrando ante todo que el Cártel del Golfo tiene principios y su mayor prioridad es la tranquilidad de estado y el bienestar de los pueblos”, agregó la organización criminal.
La Secretaría de Seguridad de Tamaulipas informó que detuvo a cuatro sujetos, presuntos responsables de colocar las narcomantas en diversos municipios del estado.
Al unificar sus plazas, el Cártel del Golfo tendría margen para combatir en conjunto contra células como el Cártel del Noreste y su brazo armado, la Tropa del Infierno; además de los Zetas Vieja Escuela, ambos remanentes de los Zetas que formaron parte del grupo criminal en la primera década del 2000.
Si bien, estas organizaciones mantienen dominios en ciertos municipios de Tamaulipas, San Luis Potosí o Zacatecas, ninguno de ellos es tan poderoso para imponerse al otro. Así se mantienen en batallas regionales, constantes y aguerridas, donde se juega la supervivencia del bando delincuencial en cada enfrentamiento.
La muerte del Maestrín no solo puede leerse como una reprimenda interna, sino como parte de traiciones en la facción delincuencial, pues durante todo este tiempo pasó sin que las autoridades pudieran detenerlo.
No fue la policía ni el Ejército o la Marina quienes dieron con el supuesto líder criminal, todo apunta a que el castigo tuvo qué venir desde el mismo Cártel del Golfo. La justicia delictiva solo es aparente, lo mismo que la paz, pues una venganza lleva a otra, hasta batallas perpetuas como las que vive Tamaulipas tras rupturas de la organización que se estableció en Matamoros desde 1980 y mantiene al estado en una ola violenta, en condiciones de narcoguerra interminable.
Queda por ver cual será la reacción de lugartenientes como José Martín Cárdenas García, el Chiwilly, o Carlos Roel Collazo, el Chuy Sierra. Así como de los hermanos cuates Sánchez Rivera: Ernesto, el M22 y Héctor, el M1/la Mimi; dada la compleja fragmentación criminal y suma de peleas al interior.
SEGUIR LEYENDO: