La comida tradicional mexicana es mundialmente conocida alrededor del mundo, especialmente por su sabor, sus texturas e inclusive por el colorido que se muestra en los platillos. Uno de los más grandes ejemplos de lo anterior son los chiles en nogada, originarios del estado de Puebla.
En cuanto llega julio y hasta el mes de septiembre, el mexicano es consciente que puede deleitarse con un platillo histórico; sin embargo, no se sabe con exactitud cuál es el origen de su creación, investigadores han asegurado que el nacimiento del platillo se remonta a la época de la Independencia de México.
No obstante, otros aseguran que el nacimiento de los chiles en nogada se puede situar desde tiempo atrás, durante el establecimiento de dominio español con la Nueva España, ya que con base en algunos recetarios poblanos, el alimento (concebido como un postre) se ha localizado en documentos que datan de 1700.
Actualmente no sólo son considerados un alimento tradicional, sino que son señalados como un símbolo nacional y una forma de recordar la mexicanidad durante septiembre, el mes patrio, debido a que trae consigo los colores de la bandera de México.
Leyendas sobre el origen de este alimento hay en demasía; sin embargo, la más popular es que los chiles en nogada fueron dados a conocer el 28 de agosto de 1821 por las monjas del convento de Santa Mónica, en honor al emperador Agustín de Iturbide. Debido a que realizó una escala en Puebla cuando volvió de Veracruz tras firmar los Tratados de Córdoba con el virrey Don Juan de O’Donojú.
De acuerdo a la popular leyenda, algunas señoras de la alta sociedad poblana les encargaron a las monjas de la Orden de las Agustinas Recoletas la preparación de un platillo único y especial para festejar el santo del que se convertiría en el I Emperador de México.
Mientras que en otra variante del relato, se aseguró que fue el Obispo Antonio Joaquín Pérez Martínez quien propuso agasajar con dicho alimento al general del ejército trigarante como muestra de agradecimiento.
La información que aún se conserva de la visita del general a Puebla reveló que el banquete que se le ofreció constaba de 14 tiempos, incluidos los chiles en nogada, pero Iturbide los probó como un postre, tal como se acostumbraban comer en esa época.
Otra de las populares leyendas corrió a cargo del cronista de la Ciudad de México, Artemio del Valle Arizpe. Él expresó en su texto Sala de Tapices que tres hermanas poblanas conocieron en la capital del país a tres oficiales del ejército realista, de los cuales se enamoraron perdidamente y, posteriormente, se volvieron pareja.
Tiempo después, los oficiales les avisaron a sus novias que estarían en Puebla con su general y las jóvenes visitaron el Convento de Santa Mónica, famoso por sus monjas cocineras, y les pidieron que preparasen un novedoso platillo para que sus parejas se enamoraran perdidamente de ellas.
Aunque en otras versiones del relato señalan que las mismas enamoradas fueron quienes prepararon los chiles en nogada, después de rezarle a la Virgen del Rosario y a San Pascual Bailón para que las iluminara, con lo cual no sólo agasajaron al general y los oficiales, sino que les aseguró el amor de sus amados.
De acuerdo al conocimiento poblano que se ha heredado de generación en generación, particularmente de aquellos que aseguran que el platillo fue creado para Iturbide, se cree que el color blanco (representado por la nogada) simbolizaba la fe católica adoptada para la república; el rojo (de la granada) era la unión que habría de existir entre los europeos y los americanos; y el verde (del chile y el perejil) era el color de la independencia del país.
Aunque la mayoría de los ingredientes eran originarios de Europa, algunos antropólogos teorizan sobre que podría ser probable que ya existiera en una versión más modesta en la cocina prehispánica, que incluía chiles dulces, los cuales se rellenaba con algunas frutas.
SEGUIR LEYENDO: