Las figuras religiosas han tomado un papel fundamental dentro del conflicto entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Cárteles Unidos en Michoacán, pues fungen como lazo entre todos los personajes inmersos en esta guerra: víctimas, sicarios y gobierno.
Uno de los párrocos que ha tomado un papel activo en los últimos meses es José Luis Segura Barragán, padre de Apatzingán, quien este jueves narró su intento de rescate de una familia asentada dentro de un rancho en el estado, la cual estaba amenazada por el narco.
A través de una transmisión en vivo realizada desde Facebook, desde la que leyó algunos pasajes de la Biblia, el religioso aseguró que al llegar al lugar pactado encontró a la familia, integrada por una mujer, una joven de 15 años y un pequeño de cuatro años. Sin embargo, no lograron escapar por las advertencias que habían sufrido.
“Mire padre, creo que si nos vamos con usted, me van a quitar al niño en el camino”, al escuchar estas palabras, el párroco Segura señaló que él no podía hacer nada más, pues nunca viajaba armado y no pretendía formar parte de este conflicto.
Luego de vivir esta situación, se dio cuenta de que los pobladores de Michoacán “necesitan algo más que oraciones, algo más que compasión”, pues se encuentran en medio de un conflicto armado en el que fueron incluidos por el simple hecho de vivir en un lugar donde los narcos decidieron pelear por su dominio.
Al salir de aquella región, el padre Segura indicó que nunca tuvo miedo de los sicarios que le cerraron el paso y le mostraron sus armas cuando revisaron su camioneta para saber si llevaba a alguien escondido.
“Y luego vamos a sacar a esa señora, primeramente Dios”, aclaró el párroco, quien, consternado, comentó que no es la única familia que se encuentra en esa situación, ya que existen un sinnúmero de personas encerradas en su lugar de origen por los cárteles de la droga.
“Así hay mucha gente. ¿A quién va a acudir? ¿Quién se va a animar a ir? Yo me animo porque soy sacerdote y sé que de todas maneras me respetan por serlo, pero una gente normal no la respetan”, dijo.
Gilberto Vergara, párroco de Aguililla, también ha aportado durante este conflicto, pues se ha encargado de denunciar bloqueos y enfrentamientos, así como mantener un diálogo constante con el gobierno y realizar misas y marchas para procurar el bienestar de los pobladores.
Para Vergara, Aguililla está viviendo una nueva “modalidad de maldad”, pues la táctica de los cárteles evolucionó para usar a la población y mantenerla en esa dinámica latente de ser asesinados, secuestrados, desaparecidos y extorsionados, hasta causar la pérdida del trabajo o aumento en productos de primera necesidad, al igual que frustrar la atención médica de alguien en situación de emergencia.
Quien también se solidarizó con Aguililla fue el Papa Francisco, quien le envió una carta al Obispo de Apatzingán, Cristóbal Asencio, en la que el jerarca de la Iglesia Católica dijo tener noticias de “grandes sufrimientos” causados por “violentos enfrentamientos entre bandas rivales de narcotraficantes”.
“Puedo comprender el sentimiento de desánimo y la sensación de impotencia que nos abarca, pero recuerden que no están solos, que el señor es fortaleza y misericordia que nunca abandona a sus hijos, que la Iglesia es atenta y cercana a los que sufren. Jesús camina vehementemente a nuestro lado sobre todo en los momentos de pruebas y de tribulación, además, él está dispuesto a darnos 100 veces más, pero sin olvidar que su paz supone la cruz”, apuntó.
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