El 17 de julio de 2019, la justicia de Estados Unidos decidió que el despiadado líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín el Chapo Guzmán pasara el resto de su vida aislado en una prisión de máxima seguridad en EEUU. Dos años después, esa decisión no cambió en nada el hampa mexicano.
El proceso no ha tenido mucho —o nada de impacto— en el tráfico de drogas. Para los expertos en el tema como el director del semanario Ríodoce, Ismael Bojórquez, el juicio del siglo ha arrojado pocas novedades. “La droga sigue llegando a las calles de las ciudades gringas, a sus barrios y mansiones suntuosas. En México se seguirán muriendo miles en la lucha por las rutas y sus mercados”, escribió en su columna Altares y Sótanos del semanario.
Ahora mismo, Sinaloa —la tierra del Chapo Guzmán— vive bajo una suerte de pax narca, mientras la figura de su compadre, Ismael el Mayo Zambada, cobra más fuerza. Diversos informes de inteligencia aseguran que el veterano se alió con los hijos de Guzmán.
El primogénito del Mayo, Vicente Zambada Niebla, alias el Vicentillo, fue parte fundamental de la sentencia al Chapo. Su testimonio lo acercó a una libertad que, posiblemente, ya goza.
El Cártel de Sinaloa ha sido todo, menos debilitado. A pesar del golpe que representó la sentencia de Guzmán Loera, el poder del clan sinaloense sigue siendo palpable. Así lo advierten los informes de la Agencia Antidrogas (DEA), que en su último reporte advierte es el principal traficante drogas a EEUU.
La periodista y escritora, Anabel Hernández, puso en cuestión sí el Chapo era el máximo jefe del Cártel de Sinaloa o sólo uno más entre varios.
Hace dos años, el juez de Nueva York, Brian Cogan, le impuso al líder criminal una condena de cadena perpetua por narcotráfico y más de 30 años de prisión por violencia con armas y 20 años por lavado de dinero.
De acuerdo con las autoridades norteamericanas, durante 30 años el Chapo movió los hilos de la mayor organización dedicada al narcotráfico entre México y Estados Unidos.
Joaquín Guzmán Loera fue arrestado en enero de 2016, antes había escapado dos veces de prisión, y lo extraditaron un año después a Estados Unidos. Un jurado lo señaló como culpable el 12 de febrero de 2019, pero su sentencia llegó cinco meses más tarde. Desde entonces, el líder criminal fue acogido en la prisión de máxima seguridad ADX de Florence, donde se encuentran los criminales más peligroso y violentos del país.
Según lo han declarado los propios abogados del Chapo, éste pasa confinado en su celda 23 horas al día, y sólo tiene permiso una hora para hacer ejercicio en un espacio interior. La cama, mesa y asiento son de cemento. Tiene una televisión, en la que la imagen es a blanco y negro y la programación no es de actualidad.
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