En 2019 la vida dio un giro radical para los miles de habitantes de Aguililla, Michoacán. La región, al suroeste del estado, entró en una erupción brutal de violencia difícil de controlar por el gobierno mexicano.
Hasta el día de hoy, casi 10,000 pobladores siguen viviendo en el más absoluto olvido por parte de las autoridades mexicanas. Uno de los residentes —cuya identidad ha sido reservada por seguridad— lamenta el abandono en el que sobreviven él y sus vecinos. Su angustia está a flor de pie y se mezcla con un sentimiento de indignación.
El testigo mueve lentamente sus manos quemadas por el sol mientras lamenta no poder ni siquiera comer, pues la guerra entre Cárteles Unidos —un conglomerado de cárteles michoacanos: Los Viagras, la Familia Michoacana, Los Botos, Los Troyanos Blancos— y Jalisco Nueva Generación suspendió toda actividad por tiempo indefinido.
Aunque desde hace tiempo la indiferencia y ausencia de la autoridad han estado presentes, se hicieron mucho más notorias en los últimos cuatro días. Este miércoles, que transitaba sin notoriedad en Palacio Nacional, se registraron bloqueos carreteros y cortes de luz. A través de su cuenta de Twitter, el periodista y experto en crimen organizado, Óscar Balderas publicó un mensaje que le hizo llegar uno de los afectados.
“Desde ayer no nos dejan salir, hay enfermos de covid y no podemos ni comprar una aspirina porque si salimos, nos dijeron que nos van a matar. Llamamos a la Guardia Nacional y nadie nos hace caso. Nos van a matar como perros y nadie nos ayuda”.
Balderas advierte que a los pobladores de Tierra Caliente, los cárteles los están llevando a los campos de fútbol, donde los arrodillan y los obligan a contar cuál es su participación con una u otra organización criminal.
En Aguililla, los cárteles están peleando el control de las minas de hierro, el cual extraen clandestinamente y lo venden a los chinos, quienes a su vez son sus principales proveedores de precursores químicos para las metanfetaminas y el fentanilo.
El pasado mes de mayo, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció a bombo y platillo la llegada de las fuerzas armadas; sin embargo, la respuesta fue un ataque directo al Ejército por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación y una afrenta de Cárteles Unidos.
El analista en seguridad David Saucedo asegura que al momento, la estrategia del Gobierno Federal solo ha sido de contención, creando un cerco en Aguililla evitando el avance del CJNG, pero no combatiéndolo.
Desde hace años, los gobiernos michoacanos han renunciado al monopolio del uso de la fuerza, dándole de esta forma la bienvenida los grupos de autodefensa, algunos de los cuales bajo el paraguas de protectores han creado alianzas con organizaciones criminales. Téngase de ejemplo el grupo conformado por Juan José Farías, alias el Abuelo a quien se le relaciona con el CJNG y Cárteles Unidos.
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