Entre enero y mayo de este año, la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SEIDO), junto con la Agencia de Investigación Criminal (AIC), desarticuló a Los Sinaloas, una célula del Cártel de Sinaloa que operaba en el Estado de México bajo las órdenes de Los Chapitos.
La función que tenían estos emisarios de la organización dirigida por los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán era fungir como enlaces entre Sinaloa y el Valle de México. A sus manos llegaban toneladas de drogas provenientes del norte que debían ser entregadas a los vendedores locales, algunos de ellos ubicados en Tepito, el bazar de drogas más importante de Ciudad de México con el cártel de La Unión al mando.
En junio de 2020, en el municipio de Juchitepec, Estado de México, la SEIDO aseguró un rancho apodado “El Aguacate”, donde presuntamente Los Sinaloas almacenaban todos los envíos de droga que les mandaba el cártel dirigido por Iván Archivaldo, Alfredo y Ovidio Guzmán.
De acuerdo con una investigación de Televisa, el nombre del rancho se debía a los huertos de aguacate que rodeaban la parcela. Aunque bajo esa fachada, aparentemente inofensiva, también se sucedían importantes operaciones logísticas de narcotráfico. El terreno era de difícil acceso y contaba con caminos de terracería dispuestos intencionalmente para fáciles escapadas. Había veredas que conectaban directamente con la carretera.
Toda la droga se almacenaba en el rancho o se enterraba en sus alrededores, y desde otra colina vigilantes repartidos en turnos avisaban a sus superiores sobre cualquier movimiento sospechoso. En sus puestos de vigilancia contaban con luz eléctrica y sillas cómodas para divisar a lo lejos el paso de la carretera. Cuando la SEIDO aseguró el rancho en 2020, fueron decomisados cuatro kilos de cocaína y media tonelada de marihuana.
La banda estaba encabezada por un sujeto apodado Pancho y la conformaban Jorge, Roberto “Tontín”, Eduardo Alias “Cheque”, Francisco, Areli, Óscar, Juan Pablo “El payo”, Jazmín y Ricardo alias “Franco”. Este último era un ex policía que servía como enlace entre la célula criminal y las autoridades locales.
Los primeros cinco meses de este año la SEIDO y la AIC encabezaron la investigación que derivó en el desmantelamiento de la banda. Gracias a una serie de llamadas telefónicas, obtenidas mediante una investigación judicial, las autoridades pudieron conocer el modus operandi de esta facción sinaloense y las rutas que utilizaban para hacer llegar los envíos provenientes desde Sinaloa hasta los grandes almacenes de la capital mexicana.
Precisamente una de esas llamadas evidenció cuando Pancho, el líder de la banda, coordinó con su operador Chepe, un cargamento de marihuana que viajaba oculto en cajas de mangos.
—¿Qué pasó, cómo va?
—Estamos aquí en Tepic, es que en la salida está una patrulla, está abajo del puente, y sí está parando. Este camión es candidato por las placas a que lo paren... estamos esperando aquí a que se quiten, el chofer está esperando, pero desde aquí la veo, ya de un momento a otro se quitan
—Órale pues, póngase abusados
Las autoridades supieron tiempo después que ese cargamento había llegado a la Central de Abasto de la Ciudad de México (CEDA) y que la droga había terminado en Tepito, punto de ebullición de la venta de narcóticos y bastión inexpugnable del narco en la capital.
Los Chapitos
Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, tuvo muchos hijos, pero solo un selecto grupo de ellos, a quienes se conoce en conjunto como Los Chapitos, se encuentran en el centro de una actual pugna interna por el control de las operaciones del grupo más grande y poderoso del hemisferio occidental.
La rivalidad que mantienen es contra el último miembro que queda de la “vieja guardia”, Ismael Zambada García, El Mayo.
Aunque ninguno de los bandos ha llegado a ejercer el tipo de dominio que dejaría en claro quién está al mando de las actividades criminales del grupo, tampoco se ha escatimado en sangre derramada por la disputa entre las dos facciones.
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