Algunos de los hábitos que se van adquiriendo con el paso del tiempo hacen que se envejezca de una manera más rápida, sin siquiera dar un indicio de ello. Desde no dormir las horas recomendadas, fumar, estar en situaciones de estrés, llevar una mala alimentación y hasta el consumo de bebidas alcohólicas son algunos factores que hacen los organismos atraviesen una serie de cambios.
Fumar
El consumo de tabaco es uno de los hábitos que aceleran el deterioro de la piel, así como también es una de las principales causas de muertes en el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada año mata a más de ocho millones de personas.
Las toxinas que componen al cigarrillo afectan el proceso de oxigenación celular e interfieren en la regeneración de los tejidos. Por otro lado, al producir deshidratación, su consumo excesivo puede resecar y debilitar la piel, esta situación acelera la aparición de arrugas y manchas.
No dormir lo suficiente
Uno de los principales hábitos que afectan en el envejecimiento prematuro, y del cual muchas personas no pueden regular por su vida laboral, es la falta de sueño. Este altera el ritmo normal hormonal y la segregación de ciertas hormonas, como el cortisol. Durante el periodo de descanso se producen procesos que son determinantes para reducir las agresiones que sufren los tejidos durante el día.
De acuerdo con una investigación de la Universidad Western Ontario, la falta de sueño se asocia con el desarrollo de la psoriasis, una enfermedad de la piel que causa manchas rojas y escamosas que pican, sobre todo en las rodillas, los codos, el tronco y el cuero cabelludo.
Mala alimentación
El no llevar una dieta balanceada no sólo genera obesidad, y con ella el enfrentamiento de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y dislipidemia, sino también un aceleramiento en la vejez.
Los nutrientes que se obtienen de los alimentos son esenciales para tener una piel saludable y joven por largo tiempo. El consumo excesivo de grasas y azúcares, al igual que los procesados, afectan la producción de colágeno y elastina.
Consumo excesivo de alcohol
El consumo de alcohol se asocia con múltiples problemas para la salud a corto y largo plazo, incluyendo fundamentalmente el deterioro cognitivo, neuropatía, alteraciones digestivas, daño en el hígado, en el páncreas o arritmias cardíacas.
El alcohol reduce los niveles de antioxidantes en la piel, haciéndola menos capaz de contrarrestar la acción de los radicales libres, responsables del envejecimiento celular.
El vino tinto tiene antioxidantes llamados polifenoles que pueden ayudar al nivel de colesterol y proteger sus vasos sanguíneos, o un trago de whisky para temas cardiacos. Sin embargo, el excesivo consumo de bebidas alcohólicas durante un tiempo prolongado puede encoger las células cerebrales y provocar daño cerebral relacionado con el alcohol.
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