A fin de disminuir el metano que rumiantes como las vacas producen con sus eructos y contribuyen a la acumulación de gases de efecto invernadero, investigadores de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM analizan incluir la moringa entre sus estrategias nutricionales.
Luis Corona Gochi, jefe del Departamento de Nutrición Animal y Bioquímica de la FMVZ, explicó que realizaron estudios en los cuales les administran aceite, como la canola, que además de ayudar a disminuir la generación de metano les brinda energía para que produzcan leche o carne.
“Al darles aceite logramos disminuir un 20 por ciento la emisión de metano, pero pensamos que si combinamos diferentes estrategias, podemos llegar hasta un 40 por ciento, esa es la meta. Además de lograr un beneficio para el medio ambiente, buscamos que el animal sea más productivo porque la emisión de metano implica una pérdida de energía”, agregó.
Se estima que una vaca productora de leche genera al día 370 gramos de ese gas; en tanto, las que producen carne, 320 gramos, en promedio. Se calcula que en México hay aproximadamente 35 millones de bovinos.
“Las vacas lecheras son las que más producen metano, porque comen más”, afirmó el también doctor en Ciencias, quien añadió que las cabras y borregos generan de 13 a 20 gramos por día.
Los estudios, agregó el especialista universitario, buscan atender el llamado de la Organización de las Naciones Unidas, a fin de realizar acciones que disminuyan el calentamiento global y la generación de gases de efecto invernadero, preocupaciones incluidas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
La moringa, conocida como “el árbol milagro”, además de ser una opción económica para la alimentación, contiene sustancias que favorecen la disminución de la presión arterial, la concentración de glucosa en la sangre y ayudan a combatir las infecciones causadas por bacterias, explicó Mark Olson, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
Para preservar sus beneficios es clave no someter sus hojas a temperaturas mayores a 40 grados Celsius, revela un estudio desarrollado en la Universidad Nacional y liderado por Olson.
Investigaciones en laboratorio han demostrado desde hace tiempo que esta planta es rica en una sustancia llamada isotiocianato, que favorece la destoxificación del cuerpo.
Si hacemos té de moringa o la cocinamos, se destruye la enzima que detona en la planta sus propiedades benéficas y también su probable efecto anticancerígeno. Aun así, sigue llena de proteínas, entonces para uso alimenticio es excelente, pero si queremos que ayude contra la diabetes y otras afecciones, se debe procesar de manera diferente, indicó el universitario.
Árbol multifuncional
La especie más común en México es la Moringa oleifera, la cual es posible de encontrar en la costa del Pacífico, desde el sur de Sonora hasta Chiapas, especialmente en la Depresión del Balsas, aunque también crece en la zona del Golfo y en varias partes de la península de Yucatán.
Este árbol, añadió Olson, pertenece al orden de las Brassicales, donde también están la col, el rábano, berros y brócoli, entre otros. Todas estas plantas producen isotiocianatos, moléculas con azufre, cianuro y azúcares, que son muy activas biológicamente. Se sabe que los germinados de brócoli de tres días contienen una concentración muy alta del químico sulforáfano, un isotiocianato (compuesto) cuyos efectos benéficos se han estudiado de manera extensa.
En los mamíferos, los isotiocianatos incrementan los niveles de enzimas de destoxificación de fase dos, que defienden al cuerpo de sustancias nocivas que ingerimos todos los días.
Por ejemplo, la carne poco quemada contiene sustancias solubles en lípidos o grasas, que difícilmente puede procesar nuestro organismo, y las enzimas de fase dos detonan varias reacciones que las desactivan y las vuelven menos nocivas, lo cual permite que se puedan desechar.
Usando como modelo el brócoli, se ha demostrado que los isotiocianatos incrementan los niveles de las enzimas de destoxificación de fase dos, y se han realizado análisis que muestran que esto ayuda a disminuir la incidencia de cáncer en células in vitro, en animales y en varios estudios en humanos, afirmó Olson.
“Hemos hecho investigaciones que confirman que la moringa es una buena fuente de isotiosianatos, pues tienen igual o mayor potencia de inducción de respuesta fase dos que el sulforáfano”, agregó.
A esto se suma que crece fácilmente en México, puede alcanzar los ocho metros en su primer año y, además de los isotiocianatos, sus hojas contienen 25 o 30 por ciento de proteínas digeribles por peso seco.
Por ello, y debido a su bajo costo, desde hace décadas algunas organizaciones no gubernamentales la envían a poblaciones de escasos recursos, de ahí que se le conozca como “el árbol milagro”.
Ganadería sostenible
En el mundo, grupos de investigadores estudian cómo hacer que los rumiantes produzcan menos metano. Algunos trabajos se enfocan al mejoramiento genético de los animales y pastos que consumen; otros a la elaboración de vacunas y compuestos sintéticos.
Para Corona Gochi la ganadería está satanizada y se olvida que también contribuye al medio ambiente, ya que cuando los animales pastan estimulan la producción de biomasa vegetal que ayuda a fijar dióxido de carbono (CO2).
Además, gran parte de las tierras de la superficie de México (58 por ciento) no son aptas para cultivar alimentos al ser pastizales. “Al consumir el pasto el ganado hace una labor de poda y el pasto fija CO2 atmosférico”, remarcó.
Corona Gochi expuso que con su equipo de trabajo se enfocan en generar estrategias nutricionales, las cuales son más prácticas y tienen efecto inmediato; encontraron que la hoja de la moringa representa una fuente proteica importante y la semilla es rica en aceites.
Además, con este árbol que crece en zonas tropicales se busca establecer un esquema de ganadería sostenible pues los animales podrían consumirlo al pastorear, mediante silvopastoreo (incorporación de árboles en la producción ganadera). Para determinadas épocas del año se propone deshidratar las hojas, moler las semillas e incluirlas en un complemento para dar una ración de aproximadamente 500 gramos al día a cada animal.
“Es un sistema de producción más sustentable, más amigable con el medio ambiente y usamos recursos de la misma región, aunque ya hemos probado aceite de canola, finalmente tendríamos que comprar el aceite y llevarlo a donde se encuentran las vacas, y es una fuente externa al sistema. Si usamos recursos naturales que se den en el propio lugar, estaremos colaborando en ese desarrollo de ganadería sostenible”, remarcó.
También se evalúan las propiedades de otras plantas, a fin de tener una diversidad de especies, y se busca convencer a los productores de adoptar estas estrategias, a fin de complementar la alimentación del ganado, agregó el especialista en procesamiento de granos y estrategias nutricionales para disminuir emisiones de metano y efecto en microbioma ruminal.
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