Bacalar, un lugar situado en el estado de Quintana Roo, es reconocido por una hermosa laguna que lo ha vuelto uno de los destinos turísticos más icónicos de la zona. ¿La razón? el agua transparente y vibrante que da una de las postales más hermosas del país.
Sin embargo, en las últimas semanas el agua se ha vuelto oscura, primero fue verde, pero luego “la oscuridad se extendió como tinta”, según la periodista Allison Keleey. Todo habría comenzado con la temporada de lluvias, los baños, contó la comunicadora, se volvieron más esporádicos. Y las cosas no mejoraron después de la tormenta tropical Cristóbal.
Para ese momento, y a pesar de los duros embates climáticos, el agua brillaba. Pero llegó el 2 de julio, y con él, los primeros tramos de la laguna que se oscurecieron. “Se volvieron fangosos y oscuros”, reportó la revista New Yorker.
El cambio fue progresivo: del azul turquesa pasó al verde y finalmente al color marrón. Lo que empezó en unos tramos se propagó por toda la laguna en 48 horas. Una semana después tampoco quedaban espacios azules dentro visibles en el agua.
En un primer momento el cambio se atribuyó a la tormenta, lo cual no fue raro porque esto ya había sucedido después de un huracán y luego de que se desarrollara el mayor proyecto de construcción en la zona. De acuerdo con la información de la revista, este fenómeno suele suceder contantemente en la laguna y, sin embargo, “el ecosistema es sensible pero resiliente”.
Esta vez las cosas no tendrían ese mismo final. Uno de los aparentes signos de la restauración de la laguna es la aparición de los caracoles chivitas, mismos de los que se alimentan las aves migratorias y representan el bienestar de la laguna. Pero ahora decenas de ellos “comenzaron a pudrirse en la propiedades frente al mar”, lo que dio una señal de que algo malo estaba pasando.
Bacalar tiene 13,000 habitantes. Es un lugar dedicado al turismo con una plaza central que ofrece cafés, restaurantes y tiendas que, cuando baja el calor, son altamente visitadas. Allison Kelleey, reportera del New Yorker, señaló que las actividades económicas se habían visto detenidas por la pandemia y que “los cambios en la laguna estaban intensificando la crisis”.
Aunque el primer megaproyecto de Cancún se dio a conocer hace 50 años, en 2019 comenzó la expansión del aeropuerto de Chetumal y, posteriormente, la construcción del Tren Maya que conectará Bacalar con Cancún.
Los especialistas aseguran que “es difícil construir una economía turística en auge sobre una atracción ecológica sin destruirla”. En ese sentido, Bacalar tiene una colonia de microbios en su laguna con más de 9,000 años de existencia, una característica que la ecologista microbiana Luisa Falcón de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) calificó como “regresar al Arcaico es sorprendente lo primitivos que son estos sitios”.
¿Qué le pasa a la laguna de Bacalar?
La experta de la UNAM comenzó a investigar los microorganismos dentro de la laguna en 2004 y se dio cuenta de que los micobialitos que se generaban en las orillas eran utilizados como “escaleras, lugares de descanso y muelles improvisados”. Desde entonces, contó al New Yorker, comenzó a buscar formas de proteger la laguna, consultando al gobierno mexicano sobre convertir la laguna en una zona natural protegida.
Las acciones en favor del ecosistema comenzaron a intensificarse cuando una organización sin fines de lucro publicó los niveles de E. Coli, causante de algunas enfermedades, y otras bacterias en el agua. Entonces algunos negocios comenzaron a implementar ciertas sugerencias ecoamistosas como evitar el bloqueador solar al entrar en la laguna y los botes sin motor, pero “Bacalar es agua federal y, por lo tanto, no está bajo la jurisdicción de la ciudad. Las reglas no se pudieron hacer cumplir”, destacó la revista.
Otro factor importante es lo que sucede en la tierra alrededor. El área circundante del lago ya cuenta con dos carreteras, la 307 (de Cancún a Chetumal) y la 293 (que va del norte al centro de Quintana Roo). New Yorker explicó que en el pasado “el agua de lluvia se filtraba a la laguna de Bacalar a través de canales en el norte y acuíferos subterráneos en el sur; una extensa vegetación filtraba el agua entrante de su escorrentía”, pero, ahora con las carreteras, “cuando llegaron las fuertes lluvias, se precipitaron a la laguna llena de sedimentos”.
Falcón pensó que eso generaría un momento de reflexión que fomentaría en los empresarios locales, quienes dependen del color azul cristalino de la laguna, un intento por reformar en favor de la ecología en temas como la desaceleración de la expansión agrícola, el cambio de códigos de construcción, la plantación de manglares, la alteración de carretera. Pero no fue así hay quienes, en lugar de ver el desastre ecológico que se crea “ven un excelente ejemplo económico”.
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