Luego de constantes tensiones por el caso Cienfuegos, la Administración del Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) y autoridades mexicanas sostuvieron un encuentro de alto nivel para mejorar la cooperación bilateral en el combate a cárteles del narcotráfico.
“Ambas delegaciones coincidieron en establecer como una prioridad bilateral mejorar los mecanismos para compartir inteligencia contra el crimen organizado”, destacaron la cancillería mexicana y la Secretaría de Seguridad federal en un comunicado conjunto.
Esta reunión es la primera entre la agencia antidrogas y el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador durante las gestiones de su homólogo norteamericano, Joe Biden.
Apenas este 30 de junio reciente, funcionarios mexicanos se reunieron con miembros de la Oficina Federal de Investigación (FBI) para fortalecer los acuerdos bilaterales en temas de Seguridad. Ahora tocó a la DEA.
Tras la detención, puesta en libertad y exoneración del general Salvador Cienfuegos Zepeda, ex secretario de la Defensa en México, la administración de López Obrador mantuvo una postura crítica ante actividades de agencias extranjeras en el país, en particular, de la DEA.
Luego de ello promovió una reforma para regular a los agentes de otras naciones, quienes cada mes están obligados a presentar un informe sobre sus encuentros con funcionarios mexicanos o, de lo contrario, serán expulsados.
La llamada Ley Cienfuegos fue interpretada como una represalia por detener, sin informar indagatorias al gobierno de AMLO, al ex jefe del Ejército con Enrique Peña Nieto.
El texto decreta que las agencias extranjeras deberán operar en México bajo un tiempo definido y previa autorización.
A su vez, la reforma da cabida a la posibilidad de que los agentes extranjeros puedan ser sancionados penalmente bajo el marco jurídico mexicano, ya que no tendrán “ninguna inmunidad en caso de incurrir en la comisión de delitos o infracciones”, así como por infringir las disposiciones normativas que les prohíben el ejercicio de funciones reservadas a las autoridades de México.
En la reunión de este 1 de julio, ambas delegaciones abordaron la colaboración para reducir los daños del consumo y tráfico de drogas en la región. De ahí que compartir información es fundamental.
“Las actividades criminales en México y Estados Unidos están profundamente interconectadas. Lo que sucede en un lado de la frontera afecta de manera directa al otro país” destacó Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario de Seguridad Pública.
“Por lo tanto, trabajamos de manera coordinada y respetuosa con las autoridades de Estados Unidos para compartir mejores prácticas e inteligencia y, de este modo, disminuir los crímenes violentos que afectan nuestras sociedades”.
Roberto Velasco, jefe de la Unidad para América del Norte de la Cancillería mexicana, apuntó que el intercambio fue respetuoso a la soberanía. Y reconoció que se trata de un diálogo para enfrentar al crimen organizado transnacional de manera efectiva.
Del lado estadounidense estuvieron Amanda Liskamm, fiscal general asistente adjunta y John Creamer, encargado de Negocios de la Embajada norteamericana en México. Además de Christina Vejar, agregada del Departamento de Justicia; y los integrantes de la DEA: Anthony Nardozzi, jefe adjunto de litigio, narcóticos y drogas peligrosas; Michael Cabral, jefe de sección de la División de Operaciones Extranjeras; y Matt Allen, director regional adjunto.
Santiago Nieto Castillo, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, también estuvo presente. Al igual que Julio Bustamante Morales, director general de Asuntos Internacionales del Centro Nacional de Inteligencia.
También acudieron el general Ricardo Meléndrez Cervantes, jefe de la Subjefatura de Doctrina de la Guardia Nacional; el vicealmirante José Barradas Cobos, de la Semar; el coronel Genaro García Solís de la Sedena; y el capitán Miguel Morales Cienfuegos de la Marina.
Así como Gady Zabicky Sirot, comisionado nacional contra las Adicciones y Jorge González, director general de la Comisión Nacional contra las Adicciones.
Previamente, el encuentro con el FBI, se discutieron las estrategias de reducción de la violencia y la estrategia contra el tráfico ilícito de armas, promovidas por México como una prioridad. Los distintos temas de la agenda fueron orientados desde el respeto mutuo, que caracteriza la relación bilateral, así como desde una perspectiva regional y de corresponsabilidad.
Hace un mes, Juan González, asistente especial del presidente y director principal del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental, visitó México para renovar la cooperación bilateral en materia de Seguridad. Desde entonces se han desencadenado otros encuentros de relevancia.
Ambos países están en búsqueda de renovar la Iniciativa Mérida, un acuerdo que surgió en 2007 para contrarrestar las amenazas de las organizaciones criminales, incluidos los cárteles de la droga. Estados Unidos ha proporcionado a las fuerzas de seguridad de su aliado, apoyo técnico y equipo para fortalecer el sistema de justicia y reducir la corrupción.
Es un plan antidrogas ideado bajo la administración de George W. Bush, que aporta no solo recursos, sino también tecnología, inteligencia y formación. Sin embargo, al paso de los años el tráfico de narcóticos y la violencia en México no han disminuido, por el contrario.
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