Una de las colonias con más historia y tradición del centro de la Ciudad de México, es la colonia Guerrero. Su historia se remonta a la época prehispánica, cuando esa zona era parte de uno de los cuatro barrios de México-Tenochtitlán, y tenía el nombre de Cuepopan. Los otros tres barrios tradicionales, que fueron destinados para residencia de los indios, eran Moyotlan, Zoquiapan y Atza-cualco.
Después de la conquista del siglo XVI, los cuatro barrios fueron denominados según su santo patrono: Santa María Cuepopan, San Juan Moyotlan, San Pablo Zoquiapan y San Sebastián Atzaculaco.
Las primeras edificaciones del barrio de Santa María Cuepopan fueron del siglo XVI, y fueron templos e iglesias, de los cuales, algunos aún continúan a pie, como: La iglesia de San Hipólito y San Casiano (1521), la parroquia de Santa María la Redonda (1524), el Hospital de San Hipólito (1566) y el Santuario de la Asunción de Izayoque, 1580 (Nuestra Señora de Los Ángeles). Estas fueron construidas con el fin de evangelizar a los indios y, además, ,para la enseñanza de las artes y oficios. Significó adentrar a los indios en las necesidades que traía una nueva forma de vida.
Posteriormente también fueron construidas las parroquias de la Santa Vera Cruz (1730), San Juan de Dios (1750), parroquia y convento de San Fernando (1785). Y en el siglo XIX; el panteón de Santa Paula (1837), la parroquia del Corazón de María, 1887 (Inmaculado Corazón de María) y el primer templo de la Iglesia Bautista en México (1887).
En el siglo XIX, en su mayor parte, los terrenos en donde hoy se establece la colonia Guerrero, eran llanos, muy próximos al corazón de la República Mexicana y las grandes edificaciones de la época, como lo eran el Palacio Nacional, la Catedral y de la Alameda Central.
El pintor Casimiro Castro logró pintar litografías con paisajes de la Ciudad de México, los cuales hizo desde un globo en 1855. Ahí se notan los grandes llanos que pertenecían a lo que hoy es la colonia Guerrero. Posteriormente se viviría la intervención francesa, y la instauración del imperio austriaco en México, liderado por el Archiduque Maximiliano de Habsburgo, el cual terminó siendo fusilado en el Cerro de las Campanas en Querétaro.
Rafael Martínez de la Torre, originario de Puebla, quien fue un destacado abogado de la época, se trasladó a la Ciudad de México para ejercer ahí su profesión e iniciar su carrera política, convirtiéndose en abogado y regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México. Posteriormente fue diputado, durante una época no muy amigable para la historia de nuestro país, pues se vivió una cruel guerra civil entre liberales y conservadores.
Martínez de la Torre era un hombre culto. Tenía estudios en Filosofía y jurisprudencia, que había obtenido en sus estudios del Seminario Conciliar Palafoxino y posteriormente en el Colegio de San Ildefonso. Sin embargo, uno de los mejores aciertos de su vida profesional, fue cuando a mediados del siglo XIX, adquirió unas extensas tierras próximas al centro de la Ciudad de México.
Los terrenos eran rancherías de Buenavista y el Fresno con una extensión de 1,800 metros de Sur a Norte y 1,200 metros de Oriente a Poniente. Para 1870, se le ocurrió fraccionar y colonizar sus terrenos con la ayuda de uno de sus amigos de suma confianza, el ingeniero D. Manuel Rincón, quién sería el que trazaría las calles y estimaría el tamaño de los lotes para venderlos en módicas cantidades y a crédito. En aquel tiempo, la vara cuadrada, que constaba de 5 metros cuadrados aproximadamente, costaba entre $6 y $8 pesos, y a pagar desde $150 pesos a 21 mensualidades. De acuerdo al valor que tenía el dinero en ese tiempo, era un precio muy accesible que cualquier obrero podía obtener.
Poco a poco, la zona fue ligándose a su gran símbolo arquitectónico, con las edificaciones como: el convento y la Iglesia de San Fernando, el hospital e iglesia de San Hipólito, las iglesias de la Santa Veracruz, San Juan de Dios, Santa María La Redonda y Nuestra Señora de Los Ángeles.
En 1871 estaban fraccionadas, con nombre y trazadas varias calles, de lo que fueron las rancherías Buenavista y el Fresno. Rafael Martínez improvisó llamando a la nueva colonia como Buenavista, para promover la venta de los lotes. Posteriormente se dijo que la colonia se llamaría San Fernando, pero se habían promulgado las Leyes de Reforma del gobierno de Benito Juárez, en donde, uno de los principales objetivos, era separar a la iglesia del Estado, por lo tanto, no se permitió.
Luego de esto, autoridades del Ayuntamiento de la Ciudad de México y D. Rafael Martinez de la Torre, quedaron de acuerdo en nombrar a la nueva colonia como Guerrero. El nombre lo tomaron del héroe de la Independencia Vicente Guerrero, debido de que sus restos descansaban en el panteón de San Fernando y la primera calle nombrada del fraccionamiento fue Guerrero, en su honor.
Fue el 28 de junio de 1874 que se dio la inauguración oficial de la colonia, luego de que autoridades del Ayuntamiento de la CDMX recorrieran y verificaran las calles. Desde ahí, la colonia Guerrero se ha convertido en una de las más emblemáticas de nuestra capital.
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