Hasta este martes, Reynosa aún luchaba por sacudirse el pasmo causado el sábado por el Cártel del Golfo.
Esta ciudad de 612,000 habitantes vio el tiempo detenerse cerca del medio del pasado 19 de junio, cuando presuntos miembros del crimen organizado mataron al azar a 15 civiles. Un episodio que fue seguido en todo el país a través de redes sociales y que ha sacudido la errática política en seguridad del gobierno federal.
Las autoridades han argumentado que la masacre fue por el control del Puente Pharr, donde opera la facción Los Metros.
Los rastros que dejó este pulso quedaron expuestos durante horas. Entre ellos más de una decena de muertos, cuyos cuerpos estuvieron tendidos durante horas sobre el pavimento de al menos tres colonias: Lampacitos, Unidad Obrera y Bienestar.
La ciudad de Tamaulipas busca volver a la normalidad. La mayoría de los comercios cerró el sábado. Las cortinas se mantuvieron abajo en los establecimientos. El puñado de restaurantes que abrió lució vacío. Los chóferes de transporte público no trabajaron.
El gobierno refirió este martes que el ataque se habría tratado de una desestabilización social por parte de tres células del Cártel del Golfo: Los Ciclones, Los Escorpiones y Los Metros.
El Cártel del Golfo, que durante años controló la llamada frontera chica, entre Tamaulipas y Texas (EEUU), quedó muy debilitado desde la captura de Mario Armando Ramírez Treviño, alias el Pelón y/o X-20, en 2013. La detención provocó la fractura de la organización en las facciones Los Metros, Ciclones y Rojos.
La primera opera principalmente en los municipios de Reynosa, Mainero, Villagrán, Hidalgo, Miguel Alemán, Camargo, Gustavo Díaz Ordaz.
La facción de los Ciclones y su brazo armado los Escorpiones, controlan las regiones de Matamoros, San Fernando, Río Bravo, Valle Hermoso y Victoria. En tanto, la célula delictiva de Los Rojos se encuentran asentados en Altamira, Tampico y Ciudad Madero.
La ruptura del Cártel del Golfo también provocó el nacimiento de la facción llamada Panteras, identificados en las zonas de Abasolo, Soto de la Marina, Aldama y González. Asimismo, en el estado operan otros dos grupos criminales: Los Zetas, con su brazo armado Zetas Vieja Escuela y el Cártel del Noreste.
La violencia en Tamaulipas se cuela en las conversaciones de los analistas en seguridad quienes aseguran que lo cometido en la entidad encaja en la definición legal de terrorismo.
Esta idea ha dado vueltas por los corredores de Washington, quienes proponen la inclusión de los cárteles mexicanos a la lista de organizaciones terroristas. El gobierno mexicano se ha opuesto a esa designación porque se describiría al país como un estado fallido.
En estas circunstancias, advierte el analista Alejandro Hope, no es improbable que reviva la vieja discusión que implica a las organizaciones criminales como terroristas.
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