Los Olvidados, obra maestra de Luis Buñuel, posiblemente es hasta la fecha una de las películas que mejor retrata la decadencia de los estratos más pobres en la Ciudad de México. En la década de los años 50, Miguel Alemán era presidente, y su mandato estuvo caracterizado por una urbanización increíble en la capital. Ello trajo un mundo de opulencia que era usual en la pantalla grande. Sin embargo, el director y nacionalizado mexicano retrató el contraste más duro.
En sus memorias describe que el sector obrero siempre fue opacado, mientras que en las películas de ese entonces era retratado como el trabajador pobre pero feliz, noble y, aunque con dificultades, a gusto con lo que tenía. Buñuel intentó romper ese paradigma, pero la decisión le costó mucho.
Desde que inició el rodaje de la película, el guion daba visos de lo trágico que era la adaptación cinematográfica sobre una ventana a la realidad. Buñuel quiso contar una historia como registro de lo cruel que podía ser la vida fuera del mundo de los reflectores y lo logró.
No obstante, hubo algunos impedimentos: uno de los más grandes, el famoso actor de la Época de Oro del cine mexicano, Jorge Negrete. Para él, que en ese entonces era el líder del Sindicato de Actores, era una película inaceptable.
De acuerdo con Mi Ultimo Suspiro, publicación que registra las memorias de Buñuel, Negrete instó a la producción de Los Olvidados a dejar la cinta. Según el relato del director, la forma en la que se trataba a Pedro, personaje principal de la cinta junto con “El Jaibo”, era muy denigrante.
Incluso, el productor Oscar Dáncigers, obligó a Buñuel a rodar un final alternativo. Uno donde Pedro vivía, mataba al villano y regresaba al reformatorio para rehacer su vida.
Durante la película, el personaje de Pedro sufre muchas humillaciones, golpizas, el maltrato de su madre y finalmente culmina con una trágica muerte. Al Charro Cantor, no le parecía que esa era la forma en la que un menor debía verse en la pantalla grande.
Desde el gremio actoral, las reacciones de Negrete no trataron bien a la producción cinematográfica. Muchos de los participes en la creación de la cinta no quisieron aparecer en créditos, maquillistas abandonaron el set por la crudeza de la historia y aunque solo estuvo tres días en cartelera, hoy Los Olvidados es Memoria de la Humanidad, según la agencia de Naciones Unidas, UNESCO.
Pese a las reacciones locales, Buñuel recibió el premio como Mejor director en el Festival de Cannes en 1951, así la película regresó a México y se reestrenó en el cine Prado, ahora sí con exitoso recibimiento del público y la crítica. Por su parte, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas la distinguió con once premios Ariel, incluidos el de Mejor película y Mejor director.
A 70 años de distancia, Los olvidados se ha constituido como un registro del México del Siglo XX y un documento histórico sobre la vida de los niños marginados, encarnados en El Jaibo, El Ojitos, Pedro y El Pelón, personajes de ficción que encuentran reflejo en las grandes urbanizaciones contemporáneas, en un proyecto con visión cruda y realista que conforma una denuncia en el cine sin concesiones morales.
De esta manera, la obra más conocida del “Buñuel mexicano”, se convirtió en la única película iberoamericana en ser declarada Memoria del Mundo, distinción que únicamente las cintas de los hermanos Lumière, la alemana Metrópolis (1927) de Fritz Lang y El Mago de Oz (1939) de Victor Fleming, han conseguido el importante estatus.
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