No había pasado ni una hora desde que el Instituto Nacional de Migración (INAMI) emitió una alerta migratoria contra Diego “H” por si intentaba escapar de México y evitar pisar la cárcel, cuando la noticia llegó: se entregó voluntariamente a las autoridades de la Ciudad de México.
Este joven, acusado por el delito de feminicidio en grado de tentativa luego de atropellar y arrastrar con su auto a Fernanda y Polly al salir de una fiesta en la alcaldía Iztacalco, llegó por su propio pie, junto con sus abogados y su padre a las oficinas de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX).
“Vengo a presentar a mi hijo, quien tiene un mandamiento judicial. Viene a dar la cara por las lesiones que se le imputan”, señaló su papá, enfundado con un saco café encima de una camisa azul, quien, con el semblante serio, sujetaba a su hijo del cuello.
El reloj marcaba las 19:40 horas cuando ingresó a la Fiscalía capitalina. En un video difundido por el medio Proceso, se observa a Diego “H” serio y consternado. Sus ojos pequeños, única parte no oculta por su cubrebocas, demostraban una inusual calma.
Con una voz baja, entrecortada y de manera lenta, el imputado declaró: “Vengo por una cuestión legal que se imputa en mi contra. Ya lo demás lo dejo en manos de mis defensores y espero que sea un proceso justo e imparcial”.
Por cuestiones legales, y debido a la interrupción de su abogado Luis Octavio Espinosa, Diego no le envió un mensaje a Fernanda y Polly, simplemente se limitó a decir: “Prefiero guardar silencio”.
Escoltado por varios policías de Investigación, bajó unas escaleras para llegar con el funcionario quien le leería sus derechos, para posteriormente firmar los documentos de su detención y así ser trasladado al Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, donde continuará con su proceso judicial.
“Es una decisión personal de Diego. No fue notificado por la Fiscalía, jamás fue requerido. Una vez que se entera de esa circunstancia (a través de los medios de comunicación) él decide entregarse”, declaró Octavio Espinosa. De igual forma, aclaró que no existe un interés jurídico en su entrega, por lo que “es una cuestión moral. Diego decidió afrontar este procedimiento y decidió hacerlo por su voluntad”.
Apenas una hora más tarde Diego “H” inició su paso hacia la salida de la Fiscalía, para ser trasladado a la cárcel, donde pasará los siguientes días.
Cerca de las 21:00 horas, las puertas de la Fiscalía capitalina, repletas de testigos y medios de comunicación, se abrieron. Varias figuras vestidas de negro, con cascos y armas largas se presentaron ante la multitud con paso seguro, sin titubear ni dudar en su camino.
El camino estaba libre. Al menos cinco oficiales al frente escoltaban a Diego hacia su próximo destino. Uno más le sostenía las manos esposadas para evitar cualquier intento de escape o ataque.
Cabizbajo, con el cubrebocas apenas cubriendo su rostro, con una playera negra, pantalón de mezclilla y oculto entre los policías, Diego “H” simplemente siguió órdenes para ser trasladado a las instalaciones de seguridad donde vivirá su audiencia inicial.
“Camina, camina, camina”, se escucha decir a una voz masculina, en reiteradas ocasiones, para que el imputado no dudara en su camino hacia una camioneta oficial que lo llevaría al Reclusorio Oriente. Como un pasajero que sabe su destino, Diego se acomodó en la parte trasera del vehículo, entre dos oficiales que lo custodiarán hasta su llegada.
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