El nuevo secretario de Hacienda México ha pasado décadas junto a Andrés Manuel López Obrador. Esa experiencia le resultará útil cuando asuma su mayor desafío: tratar de dar forma a la política económica en una Administración estrictamente dirigida por un presidente nacionalista.
Rogelio Ramírez de la O, quien la semana pasada fue nominado como secretario de Hacienda de México, comenzará lo que tradicionalmente ha sido el rol de gabinete más influyente del país con el objetivo de obtener un nivel de independencia que sus predecesores no disfrutaron bajo el mandato de López Obrador.
Una de las primeras pruebas a la relación entre el presidente, conocido como AMLO, y su asesor de larga data se centrará en el presupuesto: el nuevo secretario, que asumirá el cargo el próximo mes, quiere acelerar el crecimiento a través de un gasto público adicional impulsado por deuda, según personas con conocimiento de su pensamiento.
Ese sería un cambio significativo para un presidente que ha hecho de la austeridad un pilar de su Gobierno. AMLO ha cumplido su promesa de no asumir nuevas deudas ni proporcionar un estímulo económico considerable incluso durante la pandemia de covid, y México terminó el 2020 como uno de los pocos países del mundo con superávit primario.
El presidente repitió su voto de austeridad luego de anunciar la llegada de Ramírez de la O el 9 de junio, diciendo que no aumentará los impuestos y que limitará los precios de la energía. Lograr avances entre dichas divergentes preferencias políticas dependerá en gran medida de la relación entre los dos hombres, que se conocen desde 1997.
“Hay cosas que creo que Rogelio no comparte con el presidente: por ejemplo, yo pensaría que en la pandemia Rogelio habría aconsejado hacer un programa de estímulo fiscal para enfrentar la pandemia”, dijo Gabriel Casillas, economista jefe de Grupo Financiero Banorte. “Habiendo visto la pandemia y aún con el problema del crecimiento en México, creo que por eso AMLO le pidió a Rogelio que se convirtiera en secretario de Hacienda, porque quiere ayuda y es un economista experimentado”.
Influencia perdida
En las últimas décadas, los secretarios de Hacienda de México ejercieron un poder significativo para moldear la economía política del país, en ocasiones incluso eclipsando a la presidencia. Eso cambió con la llegada de López Obrador a fines de 2018, cuando el presidente recortó presupuestos y canceló importantes proyectos de infraestructura para invertir el poco dinero disponible en programas sociales y empresas estatales de energía en dificultades.
Como resultado, los dos primeros secretarios de Hacienda de AMLO tuvieron poco impacto en las políticas. El primer titular de la cartera, Carlos Urzúa, otro antiguo aliado de López Obrador, renunció apenas siete meses después de asumir el cargo con una carta que sugería que las políticas no se habían “basado en evidencia”, ya que la economía se encaminaba hacia la recesión antes de la pandemia.
El secretario saliente, Arturo Herrera, fue visto como un fiel ejecutor de las ideas del presidente, manteniendo el gasto restringido a medida que el producto interno bruto se desplomaba un 8.2% en 2020, la mayor contracción en casi un siglo. Como parte de los cambios realizados la semana pasada, Herrera fue designado para dirigir el banco central del país y ayudará a supervisar una economía que ahora se está recuperando más rápido de lo esperado a medida que la fuerte demanda estadounidense impulsa al sector manufacturero.
Ramírez, de 72 años, solo aceptó el cargo con la condición de que se le diera más autonomía y mayor control sobre el gasto en la estatal Petróleos Mexicanos y la empresa de servicios públicos del país, dijo a Bloomberg News una persona familiarizada con las conversaciones. Una segunda fuente confirmó que Ramírez presionó por el control del gasto energético, un área de influencia de la Secretaría de Hacienda en Gobiernos anteriores.
Se esperan otros cambios en el liderazgo de la Secretaría de Hacienda, según las personas, incluido el nombramiento de un nuevo subsecretario que probablemente será un funcionario que actualmente ocupa otro cargo en el Gobierno.
¿Es el momento adecuado?
Muchos economistas creen que Ramírez, quien saltó a la fama por predecir correctamente la crisis del tequila de 1994, podría obtener ingresos adicionales a través de esfuerzos para ampliar la recaudación de impuestos del Gobierno. Pero convencer al presidente de que adopte un enfoque keynesiano y con mayor financiamiento a través de deuda de la política económica será una tarea difícil.
“Considerando que Rogelio ha sido asesor de AMLO por mucho tiempo y no ha logrado cambiar esto, veo una probabilidad baja de que se abandone la idea de no endeudar más al país”, dijo Janneth Quiroz Zamora, vicepresidenta de investigación económica de Monex Casa de Bolsa.
El portavoz del presidente, Jesús Ramírez, puso paños fríos a la idea de que el Gobierno podría endeudarse más. “La política del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido, y así se propone continuar, no gastar más de los ingresos que tiene el Gobierno. Por lo tanto, no se piensa contratar deuda ni aumentar el déficit presupuestal. Se han incrementado los ingresos fiscales este año y en esa proporción se aumentaría el gasto”.
Sin embargo, incluso si no puede convencer a AMLO de que pida prestado más dinero, una cosa que favorece al secretario entrante en su búsqueda de más autonomía es el momento.
Después de que el partido Morena de AMLO perdiera su mayoría en la Cámara Baja en las elecciones de mitad de período de este mes, es posible que el presidente deba devolver el poder a un secretario de Hacienda que pueda manejar las negociaciones necesarias para lograr la aprobación del presupuesto federal en el otoño, dijo Marco Oviedo, economista jefe para América Latina de Barclays Plc.
“En México, el secretario de Hacienda era un supersecretario y eso terminó con López Obrador. Ahora, con el Congreso dividido, se necesita eso de vuelta”, dijo Oviedo.
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