Un misionero católico fue acribillado durante el fuego cruzado entre dos cárteles del narcotráfico que se desarrolló en el municipio duranguense del Mezquital, colindante con Zacatecas y Nayarit.
El religioso fue identificado como Juan Antonio Orozco Alvarado, quien pertenecía a la Provincia Franciscana de los Santos Francisco y Santiago en México A.R. y fue despedido con un obituario publicado por la propia organización religiosa.
La Vocería General de Seguridad en Durango emitió un comunicado en cuanto supo del narcoenfrentamiento y la muerte de Orozco Alvarado, donde se indicó que personal de la Fiscalía General del Estado (FGE) y de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) se trasladó al municipio para iniciar las investigaciones correspondientes.
“Por ahora, no se ha reportado el ingreso de ninguna persona lesionada a algún hospital de esta entidad, y tampoco se ha tomado conocimiento de occisos, aunque no se descarta que los haya habido y que los hayan trasladado a otras entidades”, indicó la Vocería.
Reportes de medios locales señalaron que el misionero, conocido en la comunidad de Canoas, conducía su camioneta con dirección a ese lugar para oficiar una ceremonia por los 15 años de una habitante.
Fuentes extraoficiales indicaron que esta batalla fue entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa, donde hubo un saldo de dos supuestos sicarios muertos y dos vehículos confiscados.
A finales de mayo pasado ya se habían reportado indicios de la narcoguerra en territorio duranguense. Mediante videos en redes sociales, se oye el estruendo de las ráfagas de armas de fuego de grueso calibre en algún paraje boscoso.
Supuestamente se trató del asalto a un narco campamento del Cártel de Sinaloa realizado por sus rivales del CJNG, en la sierra duranguense durante el último fin de semana de mayo.
A diferencia de la paz nacional que difunde el gobierno mexicano, hay sitios donde los enfrentamientos son algo cotidiano. Y la población se ve atrapada entre las disputas territoriales del crimen organizado.
“El país está en paz, hay gobernabilidad, no hay riesgos de inestabilidad, estamos enfrentando el flagelo de la violencia todos los días y se puede hablar de paz y de tranquilidad en el país”, ha asegurado el presidente Andrés Manuel López Obrador en reiteradas ocasiones.
En una de las grabaciones se observa cómo un presunto sicario sale detrás de los árboles, corre agachado con el fusil e intenta resguardarse.
“Agáchate, vente, vente, ¡las mochilas, güey!, ¡las mochilas del parque!, las mochilas del parque” grita al punto de la desesperación y arrecian las ráfagas.
Como alguna película bélica, se oyen los disparos y el operador del cártel recarga su arma. Pide que le abastezcan y uno de los impactos pasa tan cerca que resuena. Al fondo el sonido de radios y más de la balacera.
La batalla es por corredores de droga y zonas de producción, así como puntos de acceso y exportación. El CJNG y el Cártel de Sinaloa son las dos organizaciones con mayor poderío en el tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos, pero también a puntos de Europa.
Como muchas otras historias, la del Cártel de Sinaloa y sus enemigos de Jalisco pasó por amistad traición y muerte. El líder del CJNG, Nemesio Oseguera, el Mencho, era sicario de Orlando el Lobo Nava Valencia, cabecilla del extinto Cártel del Milenio, quien a su vez era brazo armado de los sinaloenses para exportar droga a Estados Unidos. El Mencho traicionó a su jefe y creó su propia organización criminal: fijó Jalisco como centro de operaciones y formó varias células y las puso a las órdenes de Joaquín el Chapo Guzmán y el Mayo Zambada.
En 2010, ambos cárteles rompieron sus nexos. Desde entonces, iniciaron una guerra por controlar las regiones de México.
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