La Ciudad de México fue construida sobre un lago que tenía diferentes ríos y lagos en sus alrededores. Tras la conquista de México en 1521, Hernán Cortés decidió construir la gran ciudad en el islote que ocupaba la Gran Tenochtitlán. Nadie se imaginó, en aquél tiempo, que los grandes lagos y abundantes ríos que corrían por la ciudad, acabarían desapareciendo y de ellos solo quedaría el nombre en grandes e icónicas avenidas.
Actualmente, muchos de esos ríos se encuentran entubados por debajo de la ciudad, encargados de llevar aguas negras. Por encima de ellos pasan miles de autos al día, pues se han convertido en algunas de las avenidas más importantes de la Ciudad de México.
En la capital mexicana se registró una gran inundación en 1555, la cual alertó a los recién llegados habitantes de la meseta de Anáhuac, acerca de lo indispensable que era analizar el comportamiento natural de un islote que cada vez le ganaba más y más terreno al lago.
El virrey don Luis de Velasco padre, envió un informe al rey de España describiendo la catástrofe ocurrida el 17 de septiembre de aquel año, “Nos hemos visto en gran trabajo, y si no se pusiera gran diligencia en desaguar un río que salió de madre [cauce], por la parte de Tlatelulco, y que se llama Santiago, gran parte de la ciudad se perdiera. Fue gran yerro a mi ver, fundarla en este sitio, porque había otros mejores a dos o tres leguas de aquí”. En el informe también se mencionaron los ríos de Coyoacán y Tacubaya, los cuales podrían ser causa de otra grave inundación.
Se tomaron algunas medidas para regular la capacidad del Lago de Texcoco, como utilizar la infraestructura de los diques prehispánicos para evitar el desbordamiento de los ríos, y además, el gobierno virreinal tomó la decisión de desviar el curso de algunos cauces, como el río de Los Morales, obra que se concluyó en 1626. A pesar de ello, en 1629 se registró otra catastrófica inundación debido a obras mal realizadas en el río Cuautitlán, lo que provocó que miles de personas murieran y el éxodo de los habitantes que residían en la capital. Se calcula que había unas 20,000 familias españolas, de las cuales, solo se quedaron 4,000.
Conforme pasó el tiempo, también se registraron más inundaciones por los ríos y lagos que rodeaban la ciudad, y a principios del siglo XIX, las aguas que venían del suroeste eran las que causaban mayores problemas a los habitantes de la capital, como la corriente del río Tacubaya, que bajaba desde las Lomas para llegar a la ciénaga de Chapultepec, mientras las aguas del río Xola llegaban a la ciénaga de la hacienda de la Condesa, que era limitada por la calzada-dique de la Piedad.
En 1825 se hizo la derivación del río Tacubaya unido al Xola para desembocar en Canal Nacional, por las amenazas constantes de inundación. A este nuevo corte se le llamó río de la Piedad.
Para 1929, los ríos que alimentaban la cuenca de México eran el de Los Remedios, Consulado, Tlalnepantla, De la Piedad y Churubusco. Los cauces de estos se controlaron con las presas de Dolores y Tecamachalco. Mientras tanto, los lagos de Xochimilco y Texcoco se desecaban cada vez más y la capacidad de este último estaba regulada gracias a la funcionalidad del Tajo de Nochistongo, que fue un remedio eficaz para evitar las constantes inundaciones que sufría la capital del país; se trata de un sistema de ríos, arrollos y canales que tienen la función de transportar el desagüe proveniente de la urbe hacia el Golfo de México.
En aquellos tiempos, los ríos habían perdido su misión natural de transportar aguas cristalinas y limpias, y poco a poco perdían la intensidad de sus corrientes, además de que, por la falta de limpieza y las malas prácticas con ellos, se convirtieron en focos insalubres e inseguros. Los alrededores del río Churubusco, incluso, se convirtieron en refugio de maleantes y vertederos de basura.
Para 1942, el mal estado del río Consulado era muy notorio, y fue entonces que el Departamento del Distrito Federal decidió entubarlo y se desarrollaron obras para controlar los ríos Mixcoac, Becerra y Tacubaya, cuyas aguas se encausaron al río Hondo. Esas construcciones disminuyeron de manera notoria el riesgo de inundaciones en la capital.
Para 1950 se inauguró el Viaducto Miguel Alemán, después de entubar el río de la Piedad por completo, lo mismo que parte de los ríos Tacubaya y Becerra. Esta fue la primer vía rápida en la Ciudad de México, y de inicio, se diseñó con únicamente dos carriles por cada sentido.
Otra de las obras más importantes entre los años 1952-1960 fue el interceptor de dieciséis kilómetros construido en la zona poniente de la capital, el cuál partía del río de Magdalena para concluir en el de Los Remedios, con la intención de evitar más inundaciones.
A partir de 1952 también se desvió el curso del río Churubusco, con la finalidad de que no se alimentara más los lagos de Xochimilco, Mixquic y Tláhuac, y para 1960 se construyeron presas en las barrancas de Tacubaya y Becerra. El río Mixcoac también fue entubado en una longitud de kilómetro y medio.
Otro que fue entubado fue el río Magdalena, durante la gestión del presidente Adolfo López Mateos, que estuvo al mando del país de 1958 a 1964. De 1961 a 1970 se entubó un kilómetro del río San Juan de Dios, en la zona de Tlalpan, al sur de la capital. Posteriormente, fue el turno del Canal de Miramontes en una longitud de 1.7 kilómetros, a la altura de Coapa. Otro tramo del río Tacubaya fue también fue encerrado en tubos, además de el San Ángel, que también recibía los nombres de río Chico o Tizapán.
Para junio de 1975 se inauguró el Drenaje profundo, con el cual se pretendían olvidar las inundaciones en la capital. Este recoge aguas pluviales, negras, parte del Gran Canal y de los ríos Tlalnepantla, de los Remedios y San Javier, con la intención de acarrearlas hasta el estado de Hidalgo.
El caso más reciente fue el del río de los Remedios, que también fue llamado como de Nuestra Señora de los Remedios y en algunos tramos, río de Tacuba. Este, desde hace varias décadas, fue convertido en un cauce de aguas negras, y su insalubre recorrido fue entubado hace unos años para construir el Anillo Periférico en su tramo noroeste.
Esta serie de construcciones y excavaciones se hicieron con la finalidad de terminar con las inundaciones en la capital de México, problema que se buscó resolver desde los tiempos coloniales, y que hasta la fecha, sigue aquejando a los capitalinos cuando se registran intensas lluvias.
Hoy en día es casi imposible ver algún río recorriendo la ciudad, y en vez de ello, se pueden encontrar enormes costras de pavimento que se han convertido en avenidas importantes a lo largo y ancho de la Ciudad de México.
Estos fueron algunos de los ríos que en algún tiempo adornaron a la capital: Río de los Morales; Río de Tacubaya; Río de la Piedad; Río de los Remedios; Río Consulado; Río de Tlalnepantla; Río Churubusco; Río Mixcoac; Río Becerra; Canal de la Viga; Canal de Chalco; Canal Nacional; Canal de San Lázaro; Río Magdalena; Río San Juan de Dios; Río San Ángel; Río San Joaquín; Río Guadalupe y Río San Buenaventura.
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