La Fiscalía General de la República (FGR) obtuvo sentencia condenatoria de 28 años contra Marcial Garay, el Puma, por diversos delitos como operador de Los Zetas en Oaxaca.
De acuerdo con los reportes, el Puma fue encontrado responsable por ilícitos de delincuencia organizada, pues estuvo vinculado con acciones de narcotráfico y secuestro.
Este sujeto privó de la libertad a una mujer, quien supuestamente vendía droga para un grupo delincuencial contrario a Los Zetas en la entidad oaxaqueña. Esta última facción se disputaba el mercado de narcóticos contra el llamado cártel de la última letra.
Fue a través de la Subprocuraduría de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo de Oaxaca que la FGR acreditó la participación del Puma y aportó pruebas necesarias en la causa.
Los Zetas eran conformados por unos 300 hombres que en conjunto, representaban el brazo armado del Cártel del Golfo. Esta última facción disputaba territorio al Cártel de Sinaloa cuando Felipe Calderón comenzaba su mandato.
En ese entonces, el Cártel del Golfo era comandado por Jorge Eduardo Sánchez Costilla, el Coss, quien asumió tras la captura de Osiel Cárdenas Guillén. Los operadores: Heriberto Lazcano Lazcano, Jaime González Durán, el Hummer, Héctor Manuel Sauceda Gamboa, el Karis, Sergio Castillo Ortiz, el Checo, y Julio César Rosales Mendoza. Aunque también dirigían los hermanos Mario y Ezequiel Cárdenas Guillén.
La facción que fundara Juan García Ábrego comenzó un distanciamiento con Los Zetas desde 2007, tras la extradición de Osiel Cárdenas Guillén, el mata amigos. Hasta 2010, año de la ruptura definitiva, un análisis de Insight Crime ubicó que los liderados por Lazcano Lazcano tenían presencia en 405 municipios de México.
Los Zetas afianzaron su poderío criminal mediante el terror y actos de violencia despiadada que hasta entonces no se había visto en México.
Integrada originalmente por 31 desertores del Ejército, la agrupación tomaba control del territorio al estilo militar. Aunado a ello se equiparon con armas y comunicaciones de última tecnología; también empleaban inteligencia y disciplina de las Fuerzas Armadas para ejecutar sus operaciones.
Al mismo tiempo que Los Zetas mantenían una disputa interna contra el Cártel del Golfo por las plazas de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo, en Tamaulipas, como en Monterrey, Nuevo León; también hacían frente al Cártel de Sinaloa, aliados con Los Beltrán Leyva.
En su apogeo consolidaron vínculos para el trasiego de narcóticos en Centroamérica y Colombia, hasta conexiones en Italia, Venezuela, África Occidental, así como Estados Unidos. Para 2012, la facción comenzó un proceso de división que sigue vigente.
Hasta 2021 se sabe que este grupo está subdividido en el Cártel del Noreste y su brazo armado, La Tropa del Infierno; que comanda Juan Gerardo Treviño Chávez, el Huevo. Se disputa el territorio de Tamaulipas con Los Zetas Vieja Escuela. El líder está identificado únicamente como el Werko, quien estaría casado con una sobrina de el Z-40 y el Z-42.
Otra facción disidente son Los Talibanes, que pelean zonas estratégicas en Zacatecas y San Luis Potosí. Raúl Velázquez Caballero, el Talibancito, es identificado como hijo de Iván Velázquez Caballero, y actual heredero de la agrupación con nombre de grupo terrorista de Afganistán.
Hace dos décadas Los Zetas eran un emblema del terror en la frontera norte de México.
Los Zetas transformaron entonces el narcotráfico en mucho más, en un nuevo modelo de negocio y violencia, con su sistema de extorsión utilizando bandas locales con las que instauró un régimen de terror exhibiendo a menudo lo que quedaba de sus víctimas. El miedo era tal, que mucha gente no se atrevía a mencionar al cártel por su nombre, sino como el de la última letra.
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