Desde 2018, cuando Enrique Alfaro asumió el control de Jalisco sabía que el CJNG se convertiría en un dolor de cabeza. La lucha que había empezado su antecesor, Aristóteles Sandoval —asesinado en diciembre del año pasado— significaba un desafío abierto entre narcos y autoridades.
El último episodio se registró esta semana: siete incendios forestales fueron reportados en el bosque La Primavera, en Jalisco. En plena temporada de sol y con la peor sequía de la historia, la noticia no parecería sorprendente, excepto por una razón: la mayoría de los incendios ocurrieron a la misma hora.
La sincronía y rara coincidencia llamó la atención de las autoridades ¿quién podría estar detrás de los incidimos forestales? De inmediato en el gabinete estatal comenzaron a sonar las alarmas. El gobernador, Enrique Alfaro, aseguró que algo le olía mal.
Entonces, una hipótesis catastrófica surgió: el crimen organizado estaría quemando las áreas verdes de Jalisco para desviar la atención de las autoridades.
La conjetura no sería una locura, los expertos en temas de seguridad afirman que no debe minimizarse la potencia del CJNG.
En el estado, localizado al oeste del país, el cártel de Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, ya no sólo intenta monopolizar la venta de droga, sino que ahora ha pasado a una nueva fase en la que uno de sus grandes objetivos es tener el poder local, y para esta nueva estrategia los jaliscos encontraron un nuevo y valioso botín: la población civil.
Como lo demuestra la terrible experiencia en Jalisco (al oeste de México), donde Ana Karen, de 24 años; José Alberto, de 29 y Luis Ángel González Moreno, de 32, fueron asesinados por las huestes del CJNG o donde fue encontrada sin vida la maestra de secundaria Cristina Sánchez, de 28, y quien fue vista por última vez el 20 de diciembre del año pasado.
La masacre de los hermanos González Moreno fue explicada por las autoridades como un acto de confusión; sin embargo, antes de encontrarlos abandonados en una carretera federal, las tres víctimas fueron llevados a una casa de seguridad. Balderas explica que si la hipótesis de la fiscalía es verdad, y los hermanos fueron levantados porque vivían a unos pasos de un blanco del narco, tenían tiempo de sobra para darse cuenta que no eran las personas que buscaban.
Esta semana, en la Zona Metropolitana de Guadalajara fueron encontradas 70 bolsas con restos humanos que, de acuerdo con las autoridades, contenían al menos 11 cadáveres completos.
Los plásticos —cuentan vecinos del sitio— se encontraban a la vista de todos. Esta vez, los criminales no se tomaron la molestia ni de esconderlos. Querían que fueran encontrados.
Para apoderarse de la entidad, el grupo criminal ha empezado por doblegar a la autoridad, ya que necesitan una sociedad desarticulada y aterrorizada, incapaz de cuestionar y desobedecer.
Los expertos coinciden que un mejor futuro para Jalisco o cualquier otra entidad donde estén presentes los cárteles de la droga, sólo se podrá fincar cuando se le ponga fin a una larga historia de impunidad.
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