Todo comenzó entre la música y el ambiente de un bar hace 20 años, cuando Andrés “N” conoció a Norma “N”: una mesera del lugar y quien sería su primera víctima.
En su audiencia, el imputado relató que intentó cortejar a la mujer, sin embargo, tras fracasar y molesto “porque le sacaba dinero”, la llevó a su casa a base de engaños, la mató clavándole un cuchillo en el corazón y posteriormente “la hizo cachitos”.
Así sería el modus operandi con el cual este asesino cobraría la vida de varias mujeres durante, al menos, las últimas dos décadas.
Andrés “N” también relató que este proceso lo repitió dos veces más con mujeres que conoció en el “Bar Barrigón” del municipio de Tlanepantla: la primera sería Flor Ninive cuya ficha de desaparición fue presentada el 16 de octubre del 2016, y posteriormente Rubicela con reporte del 20 de julio del 2019.
La táctica era la misma: engañaba a sus víctimas en estos centros; las llevaba a su casa, donde llegó a ofrecerles dinero para que sostuvieran relaciones sexuales; las asesinó con apuñaladas en el corazón, las cercenaba y enterraba en su sótano.
Respecto al caso más reciente de Evelyn “N”, el imputado narró que primero la degolló y “para que no sufriera” la golpeó contra el piso. De igual manera, la llevó al sótano en donde la desmembró y, gracia a su experiencia como carnicero, “cortó su carne como bistec”.
Asimismo, declaró que también solía arrojar sal a los cuerpos para conservarlos, sin embargo, a pesar que aceptó practicar actos de canibalismo, las autoridades no han podido comprobar esta declaración.
El pasado 15 de mayo la policía municipal de Atizapán de Zaragoza, Estado de México, detuvo al sujeto en su domicilio localizado en la colonia Lomas de San Miguel. Al realizar el cateo encontraron los restos de Reyna, de 34 años.
No obstante, todo México se horrorizó porque no era el único cuerpo, la policía también encontró en su domicilio cráneos y varios huesos, pero lo más escalofriante fueron rostros desollados con cabelleras completas, estaban bien conservados.
Además, durante las labores de campo fueron encontradas maquillaje, ropa, zapatos de mujer, libretas con 29 nombres, herramientas de corte como cuchillos, machetes y una segueta, así como 20 grabaciones, presuntamente de los asesinatos que cometió.
La pericia de este hombre de 72 años al cortar la piel ahora se explica tras los testimonios de los vecinos que relataron que trabajó por varios años en un rastro de preparación de carne para consumo humano en Tlalnepantla; de ahí la precisión de los cortes para separar la piel del músculo.
El hombre aparentaba ser un vecino normal. Andrés “M” trabajó como presidente del Consejo de Participación Ciudadana en el Gobierno Municipal de Atizapán de Zaragoza.
Según las descripciones brindadas a Infobae México, se trataba de un hombre tranquilo, bajito, moreno, gordo, con acento en el que “se comía las letras”, probablemente de la costa. Algunos incluso consideraron que se enchinaba el pelo, pero ese rasgo fue definitivo para darle el apodo de “El Chino”.
Al parecer, se trataba de un tipo que aparentaba ser tranquilo, relajado, “normal” y no se metía con nadie. Además, testimonios apuntan a que nunca dio indicios de su presunta actividad delictiva pues incluso “no se molestaba a las mujeres, ni les decía nada”.
Después de cinco días del atroz descubrimiento, este jueves se realizó la primera audiencia de Andrés “N”, presunto feminicida serial de Atizapán de Zaragoza, tras cuatro horas y 20 minutos se dictó prisión preventiva y fue vinculado a proceso.
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