Fernando “N”, el Ranchero y/o el Kin, presunto líder del Cártel Santa Rosa de Lima, fue detenido por agentes de Investigación de Guanajuato y tras un operativo coordinado con fuerzas federales.
De acuerdo con la fiscalía del estado, el Ranchero cayó en la ciudad de Celaya. Es ubicado como objetivo criminal generador de violencia en la entidad y estaría vinculado con varios asesinatos.
“En la estructura del grupo delincuencial autodenominado Cartel Santa Rosa de Lima, ‘El Ranchero’ y/o ‘El Kin’ figuraba como uno de los líderes y se le adjudican diversos crímenes, entre ellos múltiples homicidios.”, destacó la dependencia en un comunicado.
Por imágenes compartidas en redes sociales, este sujeto se encontraba en un aparente fraccionamiento lujoso. Fue sometido e ingresado a una camioneta tipo Suburban blanca, vestido con su piyama de pantalón a cuadros y playera roja.
“La captura de FERNANDO ‘N’ es de suma importancia para la continuidad de las pesquisas de diversos delitos, lo que abonará al esclarecimiento de más crímenes”, agregó la fiscalía.
En las acciones del aseguramiento participaron la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General del Estado, en coordinación con el Ejército Mexicano, Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad Pública de Guanajuato.
Será en próximas horas que el Ranchero quedará a disposición de la autoridad competente a fin de resolver su situación legal.
Aunque el Cártel Santa Rosa de Lima se ha visto disminuido en los últimos 10 meses, esta agrupación delictiva no ha desaparecido de Guanajuato, donde surgió en 2014.
El máximo líder de esta facción, José Antonio Yépez Ortiz, el Marro, fue detenido el dos de agosto del año pasado. Con esa caída, las fuerzas del CSRL se establecieron en células, en municipios donde ejercieron dominio.
Al menos desde 2017 mantienen una guerra contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que expandió su territorio. Esa disputa ha sumido a la población de Guanajuato a convivir con escenas de terror cada día.
Descuartizados, decapitados, secuestrados, desparecidos, ejecuciones a plena luz del día y enfrentamientos, ya han sido habituales en el estado que gobierna el panista Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.
Con la detención del Marro, sus lugartenientes se mantienen en zonas estratégicas de la región Laja-Bajío. Uno de esos puntos importantes es Celaya, que actualmente está bajo el mando del M1, capo ubicado como actual líder del CSRL en el resto del estado.
Pese a la fragmentación de sus enemigos, el CJNG no ha logrado asentar su hegemonía en Guanajuato. Reportes de los últimos meses han indicado que células como la Operativa León o el Grupo Pantera, se han desplegado para desplazar de una vez por todas, a los viejos operadores del Marro.
En sus inicios, el CSRL se dedicó al robo de combustible, conocido como huachicol. Pero en el transcurso de los años mudaron sus actividades al narcotráfico, así como la venta y distribución de metanfetaminas.
La venta de cristal se volvió una atractiva fuente de ingresos y poder que podría darles una ventaja sobre sus adversarios. A raíz de ello surgió lo que se conoce como “la guerra del jale azul vs el jale blanco”.
Las organizaciones delictivas marcarían su distancia pintando la droga de dos colores diferentes. El CSRL vende el producto color azul, mientras que el Jalisco Nueva Generación optó con el color blanco, según reportes de octubre pasado.
Una de las razones principales del marcaje es asegurar que los narcomenudistas afiliados a su organizaciones venden la droga distribuida por ellos en los poblados, colonias y ciudades que se encuentran bajo su respectivo control.
Los comandados por Yépez Ortiz peleaban al CJNG por el control del llamado Triángulo de las Bermudas, conformado por León, Irapuato, Salamanca, Celaya y Los Apaseos, donde pasan ductos de Petróleos Mexicanos. Pero en esos lugares también obtenían recursos del narcomenudeo, secuestros y extorsiones.
Apenas este 19 de mayo, en la vía pública de Celaya y Apaseo el Grande, fueron abandonados los cadáveres de dos hombres con narcomensajes del M1.
Una de las víctimas estaba descuartizada y la otra presentaba visibles huellas de tortura, así como disparos de arma de fuego. Las cartulinas de amenazas estaban firmadas, precisamente, con un triángulo y el alias de quien sería máximo comandante del CSRL.
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