Si bien Cancún, en Quintana Roo, y Los Cabos, en Baja California Sur, son los destinos playeros más importantes de México, y por lo tanto los más costosos, existen otros rinconcitos de arena, sol y mar, igual de bellos pero mucho más económicos para estos tiempos de crisis económica-sanitaria.

Eso sí, antes hay que dejar en claro que estos lugares no cuentan con la misma oferta resort que los ya mencionados, pero a cambio encontrarás un ambiente más apacible, bohemio y hasta ecoturístico.

Te presentamos cuatro playas paradisíacas y baratas que debes conocer en tus próximas vacaciones.

Sin duda las playas de este hermoso estado son garantía, por sus aguas cristalinas, sus intensas olas para los amantes del surf y sus visitantes extranjeros, sobre todo de Europa.

Zipolite es conocida como una playa nudista, pero tampoco es que sea un requisito para disfrutar de ella; incluso, lejos de lo que muchos puedan pensar es muy familiar.

A diferencia de Zicatela, Mazunte, Puerto Escondido o Huatulco, aquí es una gran opción para acampar en la playa si es que no quieres invertir en un hotel, que también hay de todos los precios y comodidades. Y es que por 150-200 pesos la noche, puedes instalar tu casa; además de que con esa tarifa tienes derecho al uso de regaderas y baños limpios, así como wifi.

En cuanto a los alimentos, en la zona hay desde fonditas hasta restaurantes y bares, así como puestos de antojitos.

Las playas del municipio de Cabo Corrientes son uno de los secretos mejor guardados del estado. Entre su selva se encuentra Yelapa, refugio de escritores y artistas que la visitan cada año para desconectarse e inspirarse.

Para llegar a este rincón, la mejor alternativa es tomar los taxis acuáticos atracados en Playa los Muertos o desde Boca de Tomatlán. En esta pequeña localidad puedes hospedarte en sus cabañas de palapa con todos los servicios, desde 600 pesos la noche; o bien o en casetas de campaña, en la playa.

En sus aguas se entremezclan numerosos verdes y azules, claros y limpios, perfectos para hacer esnórquel y conocer su fauna marina. Pero también hay actividades para los más aventureros, que pueden adentrarse en la selva tropical y hacer una ruta para bañarse en las cascadas que irrumpen entre la abundante vegetación, como “La Catedral”, y “La Cascada”. El trayecto dura unas cuatro horas, ida y vuelta, y en el camino puedes cruzarte con loros, iguanas, tejones, y otras especies.

En sus restaurantes puedes degustar de una enorme mojarra frita, con arroz y ensalada por menos de 200 pesos. Por si fuera poco, cerca se ubican otras joyas como playa Majahuitas y playa Colomitos, la más pequeña del país.

Si te adentras un poco en la zona rural de la costa michoacana descubarás esta bella playa casi deshabitada, perfecta para los que están dispuestos a dejar atrás los lujos. Por lo anterior, la Cofepris la calificó como una de las más limpias del país.

Lo más común es llevar tu tienda de campaña y acampar libremente junto al mar turquesa, pero también hay algunas opciones de cabañas para los que prefieren mayor comodidad, que van desde los 500 pesos la noche.

Entre sus atractivos está “El dedo de Dios”, una formación rocosa que parece apuntar hacia el cielo, así como varios jacuzzis naturales que se forman detrás de los acantilados y el santuario de la tortuga negra. Además, por su oleaje fuerte, se vuelve un lugar estupendo para practicar surf.

Los restaurantes son palapas rústicas para degustar desde pescados a la brasas o langosta recién pescada. Otro platillo memorable es la morisqueta, con arroz y pescado relleno de salsa de molcajete. Todo a un precio bastante accesible.

Un claro ejemplo de que no toda la belleza de la Riviera Maya es costosa. Este pequeño poblado rústico y pesquero se ha hecho popular en los últimos años por sus playas semivirgenes, lejos de los springbreakers y los vendedores ambulantes.

A unos cuantos metros de su suave y blanca arena, existen cabañas en renta con vistas espectaculares al mar del Caribe. Hay desde las sencillas de 1000 pesos por tres noches, hasta las de para seis personas, muchas de ellas rodeadas por bellos jardines. En sus áreas comunes encontrarás hamacas para relajarte entre las palmeras.

Aquí se ubica el Banco Chinchorro, considerado el arrecife de coral más grande de América Latina. Además, vale la pena alejarse una hora para visitar la zona arqueológica de Chacchobén.

Te recomendamos rentar una bicicleta para recorrer el malecón y sentir la brisa del mar; practicar esnórquel o buceo en sus aguas cristalinas; visitar la Laguna de los siete colores en Bacalar; y probar la cerveza artesanal y el pan de cazon en alguno de sus restaurantes.

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