Durante la madrugada del 18 de noviembre de 1901 se llevó a cabo un baile en la Ciudad de México que terminaría conociéndose como El Baile de los 41. La celebración se realizó en la casa número 4 de la calle de La Paz, hoy en día Ezequiel Montes, que fue rentada específicamente para dicho acontecimiento. Esa noche, además del baile, se cuenta que se a rifaría a un joven hombre entre los asistentes.
Mílada Bazant cuenta en Crónica de un baile clandestino, que el día 20 el diario El Popular informó que los asistentes a dicho baile “llevaban pelucas, pechos, postizos, aretes, choclos bordados y en la cara tenían pintadas grandes ojeras y chapas de color. La otra mitad vestía de hombre: portaban magníficos abrigos, así como sombreros y monos choclos de glacé, Rusia y fino charol.”
El Popular no fue el único diario que habló de tal suceso, todos los periódicos de la época abordaron la nota, sin embargo El imparcial, publicación que vivía gracias al subsidio oficial, trató de desmentir la información diciendo “que entre los individuos aprehendidos había capitalistas y otras personas de posición encumbrada pertenecientes a familias distinguidas”, posteriormente, aclaró que “la verdad es que la referida reunión, excesivamente inmoral y escandalosa, sólo se encontraba un grupo de más de cuarenta hombres muy conocidos por sus costumbres inmorales”.
Diablo Rojo, reportero de El Popular, el día 24 de noviembre de 1901 publicó un texto donde reconstruyó los acontecimientos del baile de manera literaria. Lo llamó “El Baile de los 41. El bautizo de un rorro y la rifa de un Pepito. Un baile entre pollos. Bigotitos Rizados, ¡Mírame, marchando voy!”. En el periodico La Patria bautizó al suceso como Los cuarenta y uno.
El texto de Bazant cuenta que el comisario Miguel Palacios determinó que los asistentes que estaban vestidos de mujer fueron remitidos al cuartel de la Montana, mientras que los que estaban vestidos de traje al cuartel del batallón 24.
Carlos Monsiváis, a través de la revista Letras Libres, publicó Los 41 y la gran redada, en dicho texto contó que las crónicas de los primeros días expusieron que fueron 42 los detenidos, pero que durante lo siguientes días las publicaciones periodísticas cambiaron y apuntaban a que fueron 41 los asistentes al baile.
“...el que desaparece de la lista, compra su libertad a precio de oro y huye por las azoteas, es don Ignacio de la Torre, casado con la hija de Porfirio Díaz. Más que ningún otro hecho, lo que distingue a la Redada es la presencia, certificada por el chisme masivo, del Primer Yerno de la Nación.”, escribió Monsiváis.
Retomando el texto de Bazant, apunta que cuando los reporters le preguntaron al general Villegas y al gobernador Guillermo de Landa y Escandón los nombres de los asistentes estos respondieron que era “un asunto delicado, muy reservado”.
El 23 de noviembre del mismo año que se suscitó el baile, El Popular publicó la lista de los 41, sin embargo, en esta publicación afirmó que la mayoría de los nombres habían sido “suplantados”. Lamentablemente sólo confirmaron tres nombres de los 41 asistentes, estos eran: Jesús Solórzano, Jacinto Luna y Carlos Zozaya.
En el mencionado diario se comentó la detención de jóvenes de pertenecientes a “familias conocidas y de buena posición”. Ante esto El Popular publicó: “Además de eso, va resultando que todos son pollos gordos, algunos riquillos que la portan; criados en paños azules.”
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