La “Firma” y la “Gallina”: los líderes del CJNG detrás de la ola de desapariciones y homicidios en Jalisco

El estado es un terror permanente para los habitantes; mientras que los narcos lo perciben como un “paraíso natural”

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Carlos Rivera Varela, la Firma y Javier Gudiño Haro, la Gallina (Foto: Especial)
Carlos Rivera Varela, la Firma y Javier Gudiño Haro, la Gallina (Foto: Especial)

Después de años de negar la presencia del narco en Jalisco, hoy ocho de cada diez homicidios ocurridos en la entidad están relaciones con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y la cartera de delincuentes presuntamente involucrados en estos homicidios se mira impune.

De acuerdo a los organigramas del grupo criminal en el estado, las autoridades tendrían como objetivos propietarios a los narcos Carlos Rivera Varela, la Firma, y Javier Gudiño Haro, la Gallina, quienes el mes pasado fueron designados de conformidad con la Ley Kingpin en Estados Unidos.

Por investigaciones recogidas por autoridades estadounidenses se sabe que ambos criminales están involucrados en el asesinato del ex gobernador de la entidad, Aristóteles Sandoval, el pasado 18 de diciembre. El artero ataque ocurrió en la zona turística de Puerto Vallarta. Según los indicios, la Firma opera en dicho sitio bajo las órdenes de Gonzalo Mendoza, el Sapo, a quien el gobierno de México ha señalado como el segundo al mando del Cártel Jalisco.

En Puerto Vallarta —uno de los principales destinos de cruceros de todo el mundo— muchos empresarios y comerciantes son víctimas de levantones, secuestros y extorsiones. Estos hechos dramáticos han comenzado a inhibir el turismo.

Cientos de jaliscienses se manifestaron por el asesinato de tres jóvenes, los Gonzalez Moreno, asesinados por presuntos miembros del CJNG (Foto: REUTERS/Fernando Carranza)
Cientos de jaliscienses se manifestaron por el asesinato de tres jóvenes, los Gonzalez Moreno, asesinados por presuntos miembros del CJNG (Foto: REUTERS/Fernando Carranza)

La privilegiada ubicación geográfica de Jalisco es hoy la peor desgracia de sus habitantes. Hasta 2010, el todo poderoso Cártel de Sinaloa tenía un férreo control del territorio.

Sin embargo, ésta plaza a cargo de Ignacio Nacho Coronel, identificado como el tercero al mando del Cártel de Sinaloa, sufrió una atomización de cárteles cuando fue abatido; varios líderes intentaron tomar el control y se rompieron alianzas como la del Cártel del Milenio y/o Los Valencia, asociados a la organización sinaloense.

Fracturada aquella sociedad surgieron dos células criminales: el CJNG y sus antagónicos, La Resistencia. Durante los próximos meses, el Cártel Jalisco dirigido por Nemesio Oseguera Cervantes, logró desarticular por completo a sus rivales, y se extendió por Nayarit, Michoacán, Colima, Guanajuato y Veracruz.

Las víctimas de la guerra CJNG vs. Cártel de Sinaloa

Ana Karen, José Alberto y Luis Ángel González Moreno fueron asesinados por presuntos miembros del CJNG en una supuesta confusión (Foto: Facebook@Javier Armenta)
Ana Karen, José Alberto y Luis Ángel González Moreno fueron asesinados por presuntos miembros del CJNG en una supuesta confusión (Foto: Facebook@Javier Armenta)

Perdidos en una guerra sin rumbo, los hermanos González Moreno fueron levantados y asesinados por un grupo de hombres presuntamente pertenecientes al CJNG.

La noticia fue dada a conocer por la fiscalía de la entidad el lunes 10 de mayo, Día de las Madres. Mientras en Jalisco sucumbía ante el multihomicidio, sicarios jaliscienses entregaban electrodomésticos en las comunidades rurales.

De acuerdo con los expertos, en esos sitios la delincuencia organizada cada vez gana más adeptos, y lo seguirá haciendo, porque existe un caldo de cultivo de alta marginación, descomposición social, pobreza, falta de empleo y educación.

Hoy en día, en Jalisco existe un reclamo ciudadano que va en el sentido de que el gobierno se ha negado a reconocer públicamente que la violencia rebasa por mucho a las autoridades, la mayoría coludidas con los sicarios. Cinco meses después del asesinato de Aristóteles Sandoval, la administración de Enrique Alfaro sólo ha podido detener a meseros del bar donde fue ejecutado.

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