El martes 11 de mayo, el presidente Andrés Manuel López Obrador admitió lo que nunca antes había aceptado ningún mandatario de manera pública: violar la ley para meterse de lleno en un proceso electoral.
En plena conferencia mañanera y a pregunta expresa de una reportera, el presidente dijo que sí está metiendo las manos en las elecciones para el gobierno de Nuevo León y respalda las acciones legales de la Fiscalía General de la República (FGR) contra los dos candidatos punteros: Adrián de la Garza (PRI-PRD) y Samuel García (Movimiento Ciudadano, MC).
De esta manera, López Obrador demostró que está dispuesto a usar la Presidencia, la Fiscalía General de la República, la Unidad de Inteligencia Financiera, los programas sociales del gobierno y todos los instrumentos del Estado a su alcance, para imponer su voluntad por encima de la del pueblo, aseguró el periodista Carlos Loret de Mola en la columna que escribe en El Universal.
“Así, López Obrador confiesa que es un delincuente electoral. Ha cometido o confesado delitos electorales en vivo y a todo color en la transmisión de sus conferencias mañaneras. Es ingenuo pensar que desconoce las consecuencias de sus acciones. Sabe que la intervención del gobierno en el proceso electoral ha sido base jurídica de anulación de procesos electorales en varios estados”, resaltó.
Pero además -dice Loret de Mola-, “cuando un gobernante lanza estos golpes autoritarios exhibe en el fondo una debilidad: ya se dio cuenta que el pueblo no está con él, que en las urnas no es capaz de ganar, que la elección se cerró para su partido, Morena, y lo que se vaticinaba como otro tsunami guinda, no lo será”, aseguró.
Es por eso que, señaló el columnista, el mandatario “está empeñado en intervenir indebidamente para inclinar la balanza, y si no lo logra, no parece incómodo con la idea de incendiar la pradera y descarrilar todo el proceso. ¿Qué sigue? ¿Proscribir a la oposición y desmantelar los procesos democráticos constitucionales?”, se preguntó.
Loret de Mola recordó que en las últimas semanas, López Obrador “ha cruzado líneas que sólo cruza quien busca imponer un régimen autocrático. Con la Suprema Corte, con el INE, con la Constitución, con el sistema electoral de la transición mexicana”.
El columnista destacó que esto no se trata de una campaña electoral, sino es una cruzada contra las reglas democráticas constitucionales, construidas por los mexicanos en las últimas décadas con la finalidad de superar la era de la hegemonía priista autoritaria.
“Es una campaña para desmantelar la democracia y establecer una nueva, suya, de lealtad ciega de las instituciones hacia él, de asambleas a mano alzada, de vivas y vítores para el líder supremo y sus decisiones”, resaltó.
El periodista finalizó su columna insistiendo que el caso Nuevo León, “es una flagrante disrupción a la democracia por parte de un presidente que sigue conduciendo el país hacia el barranco del autoritarismo: ha dejado claro que no reconoce límites legales ni democráticos; está en campaña permanente para eliminar adversarios, instituciones, oposiciones, contrapesos y cualquier cosa que perciba como obstáculo a su poder”, concluyó.
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