Hubo una época en la que Joaquín El Chapo Guzmán Loera era intocable. Después de escapar dos veces de prisiones mexicanas, también se le consideraba invencible. Nadie podía con él.
Pero hoy, el ex líder del Cártel de Sinaloa se encuentra preso en una de las cárceles de más alta seguridad en todo el mundo.
El Chapo fue sentenciado en julio del 2019 a una cadena perpetua y 30 años de prisión por los 10 delitos por los que fue acusado en una corte del estado de Nueva York, en Estados Unidos.
El pasado 4 de abril, el narcotraficante pasó su cumpleaños número 64 en la ADX Supermax ubicada en Florence, en Colorado, lejos de los lujos a los que estaba acostumbrado en México.
En la llamada Alcatraz de las Montañas Rocosas, muchos de los más de 400 presos permanecen aislados durante 23 horas del día y tienen un mínimo contacto con otras personas. Las instalaciones están protegidas por alambres con púas, patrullas con agentes armados, y francotiradores desde las torres de vigilancia.
“Tan pronto como llegan a la puerta, lo ves en sus caras”, mencionó el ex alcaide ADX, Robert Hood, de acuerdo con CNN. “Es allí cuando realmente te afecta. Ves la belleza de las Montañas Rocosas en el fondo. Cuando estás dentro, esa es la última vez que podrás verlas”.
“La prisión de supermáxima seguridad es la vida después de la muerte”, declaró Hood, quien trabajó como alcalde de la prisión del 2002 al 2005. “Es a largo plazo, en mi opinión, mucho peor que la muerte”.
Las celdas miden alrededor de 2.1 por 3.6 metros y están fabricadas con puro concreto. Un escritorio fijo, un banco, y la cama también: solamente está cubierta por un colchón, una almohada, y un par de mantas.
La ventana es delgada. Mide un poco más de un metro de altura y 10 centímetros de ancho. El Chapo puede ver un poco de la luz del sol, pero no puede ver lo que hay más allá de la edificación. Según algunos reportes, solamente tiene contacto con personal de la cárcel y guardias de seguridad.
Algunas de las celdas cuentan con radios y televisiones que transmiten programas educativos, de interés general, y religiosos en blanco y negro.
Un informe de Amnistía Internacional, publicado en el 2014, reveló que desde que la Supermax de Florence fue inaugurada en 1994, por lo menos seis reos han fallecido por suicidio: la mayoría de ellos se colgaron con las sábanas de sus camas.
El capo que lideraba una de las organizaciones criminales más poderosas de la historia ya no come langosta en su celda. Ahora se le entregan distintos alimentos a través de los hoyos que tiene su puerta.
Sin embargo, a solamente unos metros de él se encuentran otros criminales famosos, peligrosos, y temidos. El terrorista que atacó el maratón de Boston en 2013, Dzhokhar Tsarnaev; uno de los conspiradores de los atentados del 11 de septiembre del 2001, Zacarias Moussaoui, y Ted Kaczynski, mejor conocido como el Unabomber.
También está Francisco Javier Arellano Félix, uno de los fundadores del Cártel de Tijuana, y el ex comandante guerrillero de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Simón Trinidad, acusado de conspiración terrorista por estar vinculado en el secuestro de tres militares estadounidenses.
Los compañeros del Chapo y él tienen que usar esposas y cadenas cuando los guardias los llevan de su celda a su paseo diario a una jaula donde solamente pueden ver el cielo.
El Chapo Guzmán probablemente vive dentro de la unidad H, un módulo con seguridad especial que acoge a los prisioneros y que el Departamento de Justicia ha impuesto un límite en su comunicación con el mundo exterior: las únicas visitas que tienen permitidas son de su familia inmediata y sus equipos legales.
Las conversaciones, realizadas por teléfono y a través de una ventana de cristal, son monitoreadas. No obstante, la correspondencia y las juntas que tienen con sus abogados son privadas.
La profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Denver y representante de reos de la ADX, Laura Rovner, declaró a CNN en 2015 que las condiciones de la famosa prisión de la Bahía de Guantánamo en Cuba son más favorables que las de la Alcatraz de las Montañas Rocosas.
“Para muchas personas que están confinadas en ADX, lo que equivaldría a cadena perpetua, es una especie de muerte en vida”, narró. “Simplemente te despoja de todo. Tu existencia se limita a las cuatro paredes de esta pequeña celda y, francamente, no mucho más”.
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